lunes, 15 de febrero de 2021

ESQUEMA DE INDIGANIDAD ESENCIAL


PENSAMIENTOS NEGATIVOS FRENTE A UNO MISMO:

Los pensamientos negativos frente a uno mismo que pueden alterar las relaciones afectivas y propiciar un amor irracional surgen de esquemas o estructuras profundas que han sido adquiridas durante la infancia. Los pensamientos negativos auto-rreferenciales explican en gran medida por qué las personas son incapaces de ponerle límites al amor cuando deben hacerlo y defender sus derechos. También explican el surgimiento de un sinnúmero de miedos irracionales.


Para explicar lo anterior, presentaré seis esquemas maladaptativos con sus respectivos pensamientos negativos.

Esquema de indignidad esencial (esquema #3)


Es una variación del anterior. Aquí, la persona no se siente digna de ser feliz, amor incluido. No por razones de atractivo o carencia de habilidades sociales, sino en esencia. Es quizás el peor de todos los esquemas. En lo profundo existe la creencia de que uno no es merecedor de consideración y respeto. La emoción de base suele ser la depresión y la resignación voluntaria a sufrir: "Ésta es, la vida que me tocó asumir". La baja autoestima es evidente y la auto-percepción gira alrededor de una minusvalía radical, la cual hace que estas personas se sientan menos que los demás. Obviamente, dentro de este esquema, el rechazo afectivo de la pareja y la violación de sus derechos se consideran casi que justificados. El abuso en la primera infancia suele estar relacionado con este esquema autodestructivo y su manifestación es la sumisión y la aceptación resignada de cualquier tipo de humillación.

En este esquema, los pensamientos negativos frente a uno mismo son: "No soy merecedor(a)", "Soy un fracaso", Soy miserable, "Soy poca cosa".

Entonces, la conclusión es: "Merezco sufrir porque no tengo dignidad", "Es natural que no me amen de la mejor manera".


Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

domingo, 14 de febrero de 2021

FLUIDEZ


 

¿CÓMO PUEDE EXISTIR LA VIDA SIN LA MUERTE?


Un maestro Zen era un gran jardinero. Hasta el emperador era su alumno. El maestro le dijo: ‘Prepara un jardín en el palacio. Después de tres años vendré a verlo y si lo acepto, habrás aprobado el examen. Si no lo acepto, tendrás que volverlo a construir durante los próximos tres años; tendrás que volver a aprender’.

Por supuesto, era el palacio del emperador; había miles de jardineros trabajando. El emperador simplemente les daba instrucciones y todo lo que él aprendía inmediatamente lo aplicaba en el jardín. Llegó a ser un jardín enormemente bello.

Cuando se cumplieron los tres años, vino el maestro. Miró a su alrededor. El emperador sintió miedo y comenzó a sudar pues el maestro estaba mirando con gran detenimiento. No sonreía. Finalmente dijo: ‘Has fracasado. No veo ni una sola hoja muerta en el jardín. ¿Cómo puede existir la vida sin la muerte? Y cómo pueden existir tantos árboles sin hojas muertas? Como no hay hojas muertas, el jardín está muerto’.

El rey había limpiado todo el jardín esa misma mañana; no quedó ni siquiera una sola hoja muerta. Y fracasó. El maestro salió. Afuera había un montón de hojas muertas que habían sido quitadas del jardín. El maestro llevó todas las hojas muertas otra vez y las echó en los caminos. El viento comenzó a jugar con las hojas; el jardín volvió a vivir. El sonido de las hojas muertas aquí y allí... el jardín volvió a estar vivo y el maestro dijo: ‘Ahora todo está bien. La vida no puede existir sin la muerte. Fracasaste. Ahora se requerirán tres años más de disciplina’.



FUENTE: OSHO: ‘El Hombre que Amaba las Gaviotas y Otros Relatos’, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2003, ISBN 958-04-7279-3, Pag. 260

sábado, 13 de febrero de 2021

NO HACE FALTA QUE TE GUSTE, PERO SERÁ MÁS FÁCIL, CUANDO TE GUSTE


 

ANTES DE ESTUDIAR EL ZEN Y DESPUÉS DE HABER ESTUDIADO EL ZEN


Antes de estudiar el Zen, un plato es un plato y
el té es té. Mientras se estudia al Zen, un plato
deja de ser un plato y el té ya no es té. Después
de haber estudiado el Zen, un plato vuelve a ser
un plato y el té vuelve a ser té.

PROVERBIO ZEN



Del libro:
El canto del zen (Zen to Go)
Jon Winokur
Fotografía tomada de internet

viernes, 12 de febrero de 2021

CELOS HACIA OTRAS PERSONAS


 

EL CAMINO DEL ZEN


Seis siglos antes del nacimiento de Cristo, un joven príncipe llamado Gautama Siddharta vivió en un palacio en las laderas del Himalaya en lo que hoy se conoce como Nepal. De acuerdo a la leyenda, llevaba una vida opulenta y protegida hasta el día en que abandonó el palacio por primera vez. Mientras viajaba con un sirviente, vio a una anciana y descubrió que la gente envejecía y declinaba. Vio a un niño enfermo y aprendió sobre la existencia de las enfermedades. Encontró una procesión funeraria y por primera vez se enfrentó a la muerte.

Finalmente encontró a un mendigo medio desnudo pero sonriente. "¿Cómo puede este hombre sonreír ante tanta miseria?" preguntó Gautama a su sirviente. "Sonríe porque es un hombre santo, es un ser instruido en el alma", replicó el sirviente. La paz de su mente se hizo pedazos, con una añoranza por liberarse de los sufrimientos del mundo exterior y una incontenible sensación de destino. Gautama renunció a su patrimonio y abandonó el palacio en busca de la instrucción.

Durante siete años vagó sin rumbo fijo por la India sin ningún éxito. Finalmente se sentó bajo una higuera cerca de Gaya y juró permanecer ahí sentado hasta lograr la instrucción. Al séptimo día abrió los ojos, vio la estrella de la mañana y tuvo un gran despertar en el que logró por fin conocer la realidad verdadera. Libre de todo dolor e ilusión mundana, se había convertido en el Buda, el instruido, y durante los siguientes cuarenta y nueve años, viajó por toda la India predicando la doctrina que es el fundamento del Budismo.

Buda enseñó que el ego, o "el propio ser", es la causa de todos los sufrimientos. En su desesperada búsqueda del confort y la seguridad nos aprisiona en un círculo vicioso de alegría y dolor, ya que el confort y la seguridad no son más que ilusiones. En un esfuerzo por promover su existencia por separado, este ser ambicioso nos aleja de nuestra condición original de unidad con lo absoluto y nos condena a una vida de engaño.

Tratamos de aminorar el dolor de la separación de nuestra propia naturaleza recurriendo a lo que Buda llamó los "cinco ladrones": el sexo, la glotonería, la búsqueda de una posición, la ambición y la locura. Nos refugiamos en la actividad más profundamente insignificante. Desafiamos al intelecto y denigramos lo místico. Buscamos, pero nunca sabemos por qué el intelecto no sirve para encontrar la verdad absoluta. Estamos en desacuerdo con el cosmos porque experimentamos la vida a través de un velo de dualidad, que discrimina en forma equívoca entre el sujeto y el objeto, entre la mente y el cuerpo, entre el observador y lo observado.

Nacemos libres del engaño, pero al irnos "educando" paulatinamente, el ser interior crece, se apodera del control y nos aisla de nuestra verdadera naturaleza.

Por medio del zazen, una forma especial de sentarse a meditar, y del samen, un debate entre maestro y estudiante, el Zen nos despierta de nuestro "trance cultural", hace callar al propio ser y nos hace volver a nuestro estado de gracia original.

Buda no dejó nada escrito. Tras su muerte sus discípulos transmitieron sus enseñanzas de forma oral, pero eventualmente se recopilaron escrituras, se ordenaron monjes y monjas y surgieron monasterios por toda la India. El Zen, una escuela budista fuertemente influenciada por el Taoismo, se desarrolló en China en el siglo VI d.C, y con el tiempo fue llevada al Japón (Zen es la palabra japonesa que sirve para describir "meditación"). A principios de este siglo, Zen se había arraigado en el Occidente, donde ha florecido desde finales de la Segunda Guerra Mundial.



El canto del zen
Zen to Go
Jon Winokur
Fotografía tomada de internet

jueves, 11 de febrero de 2021

CUENTO ZEN #19

Maestro, ¿qué ejemplo me puedes dar de cómo vivir con 
atención? ¿Cómo lo haces tú? 

Hijo, cuando camino o estoy en reunión dejo de ver los cuerpos y comienzo a mirar sus esqueletos. Los veo caminar, reírse, gesticular, pero son solamente huesos no cuerpos humanos. Cuando le doy la mano a alguien, estrecho sus huesos. Verás que con este ejercicio vas logrando concentración en lo que haces. Es hasta entretenido.



Tomado del libro:
Cuentos Zen para la Vida Diaria y los Negocios
Diálogos para una aproximación zen a una vida plena
Mariano Merino
Fotografía tomada de internet

DÉJATE LLEVAR POR LA VIDA


 

23.EMOCIONES, SENTIMIENTOS Y NORMALIDAD I.


Según el criterio estadístico se entiende por normalidad un estereotipo, un 
robot, un programa corriente y vulgar construido matemáticamente con los rasgos más comunes, los de las mayorías de sujetos.

Las emociones, los sentimientos, no son ya separables de los nombres, las sensaciones, los significados porque son cómputos estándar, civilizados, culturizados por mestizajes sobrenadantes y limitados para ser reconocidos y repetidos para poder “entendernos” y también para continuar la programación condicionada y condicionadora de las generaciones siguientes.

Emparedados entre el Bien y el Mal, el criterio moral y ético del hacer bien y hacer mal las cosas, de ser buenos o ser malos y para ser premiados o castigados se repite tradicionalmente. Esta es la agobiante limitación dualista que imponen los Egos sobre pensamientos, emociones, sentimientos, hechos…

Las emociones básicas e instintivas, han sido canalizadas y desviadas en gran parte, mal elaboradas, neurotizadas por el adiestramiento, instrumentado por el medio, los prejuicios, los símbolos, las supersticiones creadoras de un modelo ideal y admirable al que imitar e identificarse.



Bibliografía:
La luciérnaga ciega: Soko Daido Ubalde
Fotografía tomada de internet
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