jueves, 14 de enero de 2021

SI QUIERES SER FELIZ




 

CONFIAR EN EL DESTINO


 

ESQUEMA DE "INAMABILIDAD" O DEPENDENCIA EMOCIONAL (APEGO)


PENSAMIENTOS NEGATIVOS FRENTE A UNO MISMO:

Los pensamientos negativos frente a uno mismo que pueden alterar las relaciones afectivas y propiciar un amor irracional surgen de esquemas o estructuras profundas que han sido adquiridas durante la infancia. Los pensamientos negativos auto-rreferenciales explican en gran medida por qué las personas son incapaces de ponerle límites al amor cuando deben hacerlo y defender sus derechos. También explican el surgimiento de un sinnúmero de miedos irracionales.

Para explicar lo anterior, presentaré seis esquemas maladaptativos con sus respectivos pensamientos negativos.

#2 Esquema de "inamabilidad" o dependencia emocional (apego) 

Lo qué define el apego no es el deseo en sí, sino la incapacidad de renunciar al deseo cuando debe hacerse, y debe hacerse cuando alguna de las tres condiciones ya mencionadas están presentes (no te aman, detienen tu crecimiento y/o vulneran tus principios). El sujeto se siente fusionado y profundamente identificado con la persona amada y su estado emocional corresponde al del enamoramiento en su fase de mayor frenesí. Estas personas no se sienten queribles y en consecuencia crean una marcada necesidad de ser amados. Dos miedos básicos hacen que se entreguen sin miramientos, así el costo sea la destrucción del propio "yo": primero, el miedo a perder el amor del otro o a no ser correspondido y, segundo, el miedo a que si se rompe la relación, nadie más las volverá a amar. En este caso, la dependencia no está ocasionada por la percepción de debilidad, sino por un proceso anómalo de pura identificación afectiva donde la razón interfiere poco o no interfiere. La distorsión de este esquema es a magnificación e idealización del otro. En ocasiones, el apego se asocia con una historia de deprivación emocional (es decir, privación de afecto), maltrato o abuso.

En este esquema, los pensamientos negativos frente a uno mismo son: "Existo por él o ella", "No soy nada sin él o ella", No soy querible, "No soy deseable".

Entonces, la conclusión es: "Sin su amor, mi vida no tiene sentido", "Si mi pareja no me quiere, nadie lo hará".


Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

miércoles, 13 de enero de 2021

martes, 12 de enero de 2021

EL CAMINO HACIA EL MAR

 


EL SUSPIRO DEL AIRE


PREFERENCIAS


Por lo que a mí respecta, prefiero el vicio 
silencioso a la virtud ostentosa.
(Albert Einstein)

Un relato tradicional de Oriente señala las limitaciones del lenguaje para definir la realidad, motivo por el que muchos genios se entregan a un silencio que contiene, como embriones, todas las respuestas.

Cuenta que dos monjes paseaban por el jardín de su monasterio, conversando sobre asuntos intrascendentales, cuando uno de ellos paró el pie un segundo antes de aplastar a un hermoso caracol que cruzaba por el húmedo sendero. Con delicada precisión tomó al desorientado animalito entre el pulgar y el índice y lo miró tiernamente. El monje se sentía feliz de no haber interrumpido el ciclo de vida y muerte de ese pequeño destino. Delicadamente, lo colocó encima de una fresca lechuga.

Sonriente, miró a su compañero buscando su complacencia, pero se encontró un rostro frío que arqueaba una ceja.

—¡Inconsciente! —le recriminó este—. Ahora, salvando a ese insignificante caracol, pones en peligro el huerto de lechugas que nuestro jardinero cultiva con tanto esmero.

Ambos monjes discutieron acaloradamente bajo la mirada curiosa de otro que se acercó a arbitrar la disputa. Como no conseguían ponerse de acuerdo, este último propuso contar lo sucedido al gran sacerdote. Él sería lo bastante sabio para decidir cuál de los dos tenía razón.

Se dirigieron, pues, los tres a ver al anciano, y el primer monje expuso el caso.

—Has hecho bien. Era lo que convenía hacer —contestó el sacerdote.

El segundo monje dio un brinco.

—¿Cómo? —exclamó—. ¿Salvar a un devorador de ensaladas?¿Eso es lo que convenía hacer? Deberíamos haber proseguido nuestro camino sin importarnos si aplastábamos aquel minúsculo caracol. Eso habría protegido el trabajo del jardinero, gracias al cual tenemos todos los días buenos alimentos para comer.

El gran sacerdote escuchó, movió pensativo la cabeza y dijo:

—Es verdad. Es lo que convendría haber hecho. Tienes razón.

El tercer monje, que había permanecido en silencio hasta entonces, se adelantó.

—Pero ¡si sus puntos de vista son diametralmente opuestos! —dijo—. ¿Cómo pueden tener razón los dos?

El gran sacerdote miró largamente al tercer interlocutor.

Reflexionó, movió la cabeza y con una cálida sonrisa en su rostro sentenció:

—Es verdad. También tú tienes razón.



Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...