viernes, 18 de diciembre de 2020

LO QUE ALGUNOS LLAMARÍAN "FRACASO"


 

TAN SECOS, TAN VACÍOS Y SIN AMOR


 

20.DESPACIO O DEPRISA.


“No tengo tiempo de ser Budista” oí decir a alguien. Supongo que creía que 
había que hacerlo todo despacio y estaba o está equivocado. Ninguna cosa debe excluir a otra, ningún ritmo porque se trata de hacerse uno con la situación. En un incendio, no puedes ir despacio. Se trata de borrarse como protagonista.

La Práctica cotidiana de la normalidad no dice deprisa o despacio sino según lo necesario. Distinguir deseo de necesidad viene a cuento. Seguir lo necesario. Se trata de salirse de la uniformidad compulsiva, adquirida por costumbre y hacer lo posible por respetar la Propia Naturaleza. Si tienes tiempo para comer despacio, no lo hagas con prisas. Si lo haces frecuentemente con prisas reflexiona y mira a ver si puedes cambiar las condiciones. Si no puedes, cambia tu mente, concéntrate aprende a ahorrar energías dentro de la prisa, no regales tu vida a los automatismos, continúa aprendiendo a no aceptar el lema competitivo y olímpico “más alto, más fuerte, más rápido”, ni a eso de estar siempre conectado y en marcha. Son tópicos vacíos. ¡No al estrés!

No identificarse con nada libera de muchas tensiones, rompe las secuencias automáticas.

En el Zen, Práctica es realización en la que lo importante no es sino el Cómo, no el por qué ni el para qué. Adiestrar la mente en el Zazen y en el Gedo,
la vida cotidiana.



Bibliografía: 
La luciérnaga ciega: Soko Daido Ubalde
Fotografía tomada de internet

jueves, 17 de diciembre de 2020

CONCEPTOS QUE DIVIDEN


 

DESTRUCCIÓN DE LA NATURALEZA


 

ACEPTANDO LÍMITES


Una vez que aceptamos nuestros límites, 
podemos superarlos.
(Albert Einstein)

Anselm Grun, monje benedictino y escritor católico, es uno de los referentes espirituales de la actualidad, y trata esta cuestión en su obra Límites sanadores, estrategias de autoprotección.

Para Grun, debemos ponernos nuestros límites, reconociendo con humildad nuestras capacidades.

Delimitarnos a nosotros mismos «nos permite percibir nuestra propia persona y desarrollar armónicamente nuestra personalidad, sin sobreexigirnos, sin pretender ser o hacer aquello que no somos o que no nos corresponde en este tiempo y en estas circunstancias».

Este autor asegura que autolimitarnos nos ayuda a establecer relaciones sanas y sostiene que saber «decir que no» es la forma idónea para entablar una relación fructífera para todas las partes, precisamente porque somos sinceros los unos con los otros.

Para este místico, la cultura actual es adicta al trabajo, al consumo, al endeudamiento, al éxito y al poder. Vivimos bajo una exigencia desbordante porque no dejamos de compararnos con las capacidades de los demás. Nos exigimos según lo que otros han conseguido, y vivimos motivados por situaciones y características que no son las nuestras, y que por tanto nos frustran.

Volviendo al aforismo de Einstein, una vez acotamos nuestros límites y descubrimos los puntos débiles y los fuertes que nos caracterizan, es el momento de rebasarlos.

Pero no para emular a otros, sino para ampliar las fronteras mentales que nos hemos impuesto.



Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet
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