jueves, 23 de julio de 2020

CAMINANTES SIN AMOR


LA SACIEDAD Y LOS AFANES


LA VACA Y LA ISLA


En una isla exuberante de verdor vivía una vaca en soledad. Pastaba allí hasta la caída de la noche y así engordaba cada día. Por la noche, al no ver ya la hierba, se inquietaba por lo que iba a comer al día siguiente y esta inquietud la dejaba tan delgada como una pluma. Al amanecer el prado reverdecía y ella se ponía de nuevo a pacer con su apetito bovino hasta la puesta del sol. Estaba de nuevo gorda y llena de fuerza. Pero, en la noche siguiente, volvía a lamentarse y a adelgazar. 

Por mucho tiempo que pasara, nunca se le ocurría que el prado no disminuía y que no tenía por qué inquietarse de aquel modo. 

Tu ego es esta vaca y la isla es el universo. El temor del mañana adelgaza la vaca. No te ocupes del futuro. Más vale mirar el presente. Tú comes desde hace años y los dones de Dios, sin embargo, no han disminuido nunca. 


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

miércoles, 22 de julio de 2020

SUBORDINACIÓN


DESCARTA AQUELLO QUE INSULTA TU ALMA


EL CAMINO MÁS SIMPLE


Dios siempre elige el camino más simple.
(Albert Einstein)

La naturaleza ha inspirado a genios de todas las disciplinas y épocas, y Einstein no fue una excepción. La silenciosa aventura de las plantas y la armonía de los animales en estado salvaje lo maravillaban en contraposición con los esfuerzos humanos por complicarlo todo.

Décadas antes, Henry David Thoreau y el arquitecto Antoni Gaudí hicieron del mensaje natural y del regreso a la simplicidad de la vida su caballo de batalla.

Thoreau incluso llegó a sentir en su propio ser la vida de la naturaleza, pasando dos años inmerso en un bosque cerca de Walden Pond, y Gaudí lo hizo creando toda su obra bajo las enseñanzas de los árboles, las flores y el entorno natural.

Como decía Thoreau: «Cuando un hombre ha conseguido lo que es necesario para vivir, hay para él otra alternativa que la de ir en pos de lo superfluo, o sea, correr la aventura de la vida, toda vez que ha comenzado su emancipación del esfuerzo más humilde».

Fue un hombre que al integrarse en la naturaleza nos dejó enseñanzas tan puras como la expuesta en la siguiente frase: «Me fui a los bosques porque quería vivir sin prisa. Quería vivir intensamente y sorber todo su jugo a la vida. Abandonar todo lo que no era la vida, para no descubrir, en el momento de mi muerte, que no había vivido». O: «La mayoría de los lujos y muchas de las llamadas comodidades de la vida no solo no son indispensables, sino que resultan un obstáculo evidente para la elevación espiritual de la humanidad».

Pero la naturaleza no nos educa únicamente en el arte de la sencillez, como apunta Einstein. También nos enseña la magia de lo provisional, el cambio constante al que están sometidos los ciclos de la vida, el valor de cada instante. La naturaleza es un libro abierto en el que, si aparcamos las prisas, encontraremos las inspiraciones necesarias para hallar las respuestas que buscamos.




Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

lunes, 20 de julio de 2020

SOBRE MIS CONTRADICCIONES EN LA VIDA


¡PUEDO CORTAR MADERA!


Cuando el Maestro de Zen alcanzó la iluminación, escribió lo siguiente para celebrarlo: 

«¡Oh, prodigio maravilloso: Puedo cortar madera y sacar agua del pozo!». 

Para la mayoría de la gente no tienen nada de prodigioso actividades tan prosaicas como sacar agua de un pozo o cortar madera. Un vez alcanzada la iluminación, en realidad no cambia nada. Todo sigue siendo igual. Lo que ocurre es que entonces el corazón se llena de asombro. El árbol sigue siendo un árbol; la gente no es distinta de como era antes; y lo mismo sucede con uno mismo. La vida no prosigue de manera diferente. Puede uno ser tan variable o tan ecuánime, tan prudente o tan alocado como antes. Pero sí existe una diferencia importante: ahora puede uno ver todas las cosas de diferente modo. Está uno como más distanciado de todo ello. Y el corazón se llena de asombro. 

Esta es la esencia de la contemplación: la capacidad de asombro. La contemplación se diferencia del éxtasis en que éste lleva a uno a «retirarse». Pero el contemplativo iluminado sigue cortando madera y sacando agua del pozo. La contemplación se diferencia de la percepción de la belleza en que ésta (un cuadro o una puesta de sol) produce un placer estético, mientras que la contemplación produce asombro, prescindiendo de que lo que se contemple sea una puesta de sol o una simple piedra. 

Y ésta es prerrogativa del niño, que con tanta frecuencia se asombra. Por eso se encuentra tan a sus anchas en el Reino de los Cielos.



Del libro:
Anthony de Mello 
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

domingo, 19 de julio de 2020

DIOS DANZA SU CREACIÓN


VIAJE


Un discípulo había acompañado a su maestro con ocasión de un viaje. Pues bien, se encontraban en un país en el que el pan era cosa rara. Y el temor por la falta de alimentos estaba omnipresente en el espíritu del discípulo ignorante. Su maestro, lleno de lucidez, pronto descubrió esta obsesión. Le dijo: 

«¿Por qué apenarte? ¡Te inquietas por tu pan y pierdes tanto tu confianza como la paciencia! ¡Ah! No formas aún parte de los santos. ¡Porque ellos pueden subsistir sin nueces ni pasas! El hambre es la parte de todos los servidores de Dios. Es un favor que no recae en cualquier tonto o en cualquier mendigo. Abandona tus temores. Como no formas parte de los elegidos, no es fácil que permanezcas en esta cocina sin encontrar en ella algún alimento. Cuando se trata de llenar el vientre del común de los mortales, siempre hay abundancia. Y cuando esta gente muere, ve el pan alejarse diciendo: “¡Teníais miedo del hambre, pero mirad: os vais y yo me quedo aquí!”». 

¡Oh, vosotros que os inquietáis por vuestra subsistencia, levantaos y venid a serviros! Pero más vale tener confianza y no inquietarse, pues tu parte está tan enamorada de ti como tú lo estás de ella. Sólo tiene caprichos porque conoce tu impaciencia. Si fueras paciente, vendría ella a ofrecerse a ti. No hay verdadera opulencia sin confianza.


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
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