sábado, 15 de febrero de 2020

¿LUCHAR CON TODAS LAS FUERZAS?


ABANDONAR LOS OPUESTOS


Un día, Chi Hsien, el famoso Maestro chan, estaba probando a un grupo de discípulos. 

-Cuando buscamos el Camino -dijo-, somos como un hombre agarrado con los dientes a la rama de un gran árbol. Otro hombre sentado bajo el árbol le plantea la siguiente cuestión: ¿Cuál es el significado del Patriarca que viene del oeste [¿a China?]. Parecerá torpe si no se atreve a contestar, pero si abre la boca, sin duda caerá y morirá. Decidme ~preguntó el Maestro-, ¿qué habría que hacer para encontrar una solución? 

Entre los discípulos había un monje llamado Hu Tou Chao (el más aventajado de Hu) que se levantó y respondió: 

-No nos importa lo que está haciendo ese hombre en el árbol. Queremos que nos digas quién era y qué es lo que hacía antes de trepar al árbol. 

Tras escuchar esta respuesta, Chi Hsien estalló en una carcajada, sintiéndose totalmente satisfecho. 

Comentario: La mayoría de las personas están acostumbradas a pensar como si existieran dos mitades distintas o conceptos opuestos, como «ser» y «no ser», «es» y «no es», «tener» y «no tener». La tarea de un Maestro chan es destruir este tipo de conceptos en la mente de sus discípulos. El mundo se vuelve ilimitado cuando se destruye la frontera relativa que separa dos conceptos opuestos. 

No hay partes distintas, ni límites relativos de dualidad. En consecuencia, no existen obstáculos en el Camino hacia la naturaleza del verdadero yo. Sólo el monje Hu Tou Chao fue capaz de verlo, alcanzando un elevado estado de mente. El Maestro vio el potencial del monje para la realización inmediata y por ello quedó muy satisfecho con la respuesta de su discípulo.



Extracto tomado del libro:
100 Koans del budismo Chan
Alexander Holstein
Imágenes tomadas del Internet

jueves, 13 de febrero de 2020

VERSOS GEMELOS (PAR #8)


15. El que actúa motivado por una mala intención sufre en este mundo y en el mundo del más allá(1). La impureza de sus actos aflige y apesadumbra a su corazón.

16. El devoto que lleva una vida religiosa es feliz en este mundo y en el mundo del más allá. La pureza de sus obras deleita y regocija a su corazón.



(1) Según las enseñanzas budhistas –como también las de muchas otras religiones– la existencia relativa no es exclusiva de esta tierra, sino que existen múltiples planos universales en el que habitan los seres hasta llegar al Supremo Nirvana.



Extracto del libro:
Dhammapada Buda
Imágenes tomadas de Internet

LECCIONES DE VIDA


miércoles, 12 de febrero de 2020

SOBRE LA LUZ, NO SOBRE LA OBSCURIDAD


LAS CARTAS


Juan Ramón Jiménez abrió el sobre en su cama del sanatorio, en las afueras de Madrid. Miró la carta, admiró la fotografía. Gracias a sus poemas, ya no estoy sola. Cuánto he pensado en usted!, confesaba Georgina Hübner, la desconocida admiradora que le escribía desde lejos. Olía a rosas el papel rosado de aquella primera misiva, y estaba pintada de rosáceas anilinas la foto de la dama que sonreía, hamacándose, en el rosedal de Lima. 

El poeta contestó. Y algún tiempo después, el barco trajo a España una nueva carta de Georgina. Ella le reprochaba su tono tan ceremonioso. Y viajó al Perú la disculpa de Juan Ramón, perdone usted si le he sonado formal y créame si acuso a mi enemiga timidez, y así se fueron sucediendo las cartas que lentamente navegaban entre el norte y el sur, entre el poeta enfermo y su lectora apasionada. Cuando Juan Ramón fue dado de alta, y regresó a su casa de Andalucía, lo primero que hizo fue enviar a Georgina el emocionado testimonio de su gratitud, y ella contestó palabras que le hicieron temblar la mano. 

Las cartas de Georgina eran obra colectiva. Un grupo de amigos las escribía desde una taberna de Lima. Ellos habían inventado todo: la foto, las cartas, el nombre, la delicada caligrafía. Cada vez que llegaba carta de Juan Ramón, los amigos se reunían, discutían la respuesta y ponían manos a la obra. Pero con el paso del tiempo, carta va, carta viene, las cosas fueron cambiando. Ellos proyectaban una carta y terminaban escribiendo otra, mucho más libre y volandera, quizá dictada por esa mujer que era hija de todos ellos, pero no se parecía a ninguno y a ninguno obedecía. 

Entonces llegó el mensaje que anunciaba el viaje de Juan Ramón. El poeta se embarcaba hacia Lima, hacia la mujer que le había devuelto la salud y la alegría. Los amigos se reunieron de urgencia. ¿Qué podían hacer? ¿Confesar la verdad? ¿Pedir disculpas? ¿De qué serviría tamaña crueldad? Mucho debatieron el asunto. En la madrugada, al cabo de algunas botellas y de muchos cigarros, tomaron una decisión. Era una decisión desesperada, pero no había otra. Y sellaron el acuerdo: en silencio, encendieron una vela y soplaron todos a la vez. 

Al día siguiente, el cónsul del Perú en Andalucía golpeó a la puerta de Juan Ramón, en los olivares de Moguer. El cónsul había recibido un telegrama de Lima:­ Georgina Hübner ha muerto.



Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet
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