miércoles, 11 de septiembre de 2019

SHEIJ


Había una vez un sheij que era el hombre más ilustrado de la tierra. El pueblo lo consideraba como un profeta. Una mañana, su mujer le dijo:

"¡Tu corazón es tan duro como la roca! ¿Forma parte eso de las reglas de la sabiduría? Todos nuestros hijos han muerto y yo, a fuerza de llorar, me he encorvado como un arco. A ti, nadie te ha visto llorar nunca. ¿No hay lugar en tu corazón para la piedad? Nosotros estamos ligados a ti y te servimos día y noche, pero ¿qué podemos esperar de alguien que no conoce la piedad? ¿A qué llaman sheij ? A un anciano de pelo y barba blancos. Sabe que el verdadero sheij no tiene ni siquiera asomo de existencia. El que no tiene pretensión alguna de existencia, sea su pelo negro o blanco, ¡ése es un sheij! ¡No olvides que Jesús habló en su cuna!"

El sheij respondió:

"Te engañas si crees que no existe piedad ni ternura en mi corazón. Siento piedad por los infieles que se exponen al infierno con sus horribles blasfemias. Cuando un perro me muerde, pido a Dios que le conceda un carácter más apacible, pues si mordiese a algún otro, correría el riesgo de ser lapidado."

La mujer replicó:

"Si realmente sientes esa ternura por el universo entero, ¿por qué no hay rastro de lágrimas en tus ojos cuando el destino nos ha quitado a nuestros hijos?"

El sheij respondió:

"Muertos o vivos, nunca desaparecerán de mi corazón. ¿Por qué habría de llorar si los veo sin cesar, ahí, ante nosotros? No se llora a alguien sino cuando uno está separado de él." Otro día, un hombre llamado Behlul preguntó a ese mismo sheij:

"Dime cómo estás. ¿En qué estado te encuentras?"

El respondió:

"Todos los viajeros soportan Su voluntad y los ríos fluyen en el sentido que El les ordena. La vida y la muerte van adonde El quiere. Algunos reciben mensajes de pésame y otros felicitaciones. ¡Nadie puede sonreír si El no ha dado la orden!"

Behlul dijo entonces:

"Es verdad lo que dices y tienes cien mil veces razón. Pero explícame eso algo más claramente para que tanto el ignorante como el sabio puedan aprovechar tu sabiduría. ¡Prepáranos un festín de platos variados para que todos puedan comer lo que les conviene!"

El sheij:

"Todos saben que nada ni nadie puede hacer cosa alguna sin la voluntad de Dios. Ni siquiera la hoja del árbol. Y Sus órdenes son muy numerosas y nadie puede contarlas pues ¿quién podría contar las hojas de un árbol? Lo infinito no puede ser delimitado por las palabras. Los decretos de Dios encuentran aceptación entre Sus criaturas. Cuando la criatura se somete a la voluntad de Dios, la vida y la muerte le parecen iguales. Su vida no está volcada hacia el lucro, sino hacia Dios. Su muerte no es causada por las enfermedades o las pruebas, sino por Dios. Su fe no se dirige a las huríes y al paraíso, sino a Dios.

Renuncia a la blasfemia, no por temor al infierno, sino por temor de Dios. Eso está en su naturaleza. No es algo que haya adquirido por su esfuerzo o por la práctica del ascetismo. Ríe sólo cuando comprueba que Dios la ha aceptado. Para ella, el destino es una golosina. Si un servidor de Dios es de tal naturaleza, ¿porqué habría de decir: "¡Oh, Dios mío! ¡Cambia mi destino!""

Porque sabía que la muerte de sus hijos había sido querida por Dios es por lo que esta muerte le era tan dulce como los kadaifs (pastelería oriental).


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

martes, 10 de septiembre de 2019

LAS MAYORÍAS


NO DIGAMOS NADA SOBRE EL AMOR


¿Cómo describiría yo el amor? Decidí darles una de las meditaciones que estoy escribiendo en mi nuevo libro. Se la leeré despacio; mediten sobre ella a medida que la lean, porque aquí la tengo en forma abreviada, de manera que puedo leerla en tres o cuatro minutos; si no fuera así, tardaría media hora. Es un comentario sobre una frase del evangelio. Había estado pensando sobre otra reflexión de Platón: "No se puede esclavizar a una persona libre, porque una persona es libre aún en prisión". Es como otra frase del evangelio: "Si alguien te obliga a recorrer con él dos kilómetros, recorre cuatro kilómetros". Usted puede creer que me ha esclavizado poniendo sobre mi espalda una pesada carga, pero no lo ha hecho. Si una persona trata de cambiar la realidad externa estando fuera de la prisión para ser libre, realmente está prisionera. 

La libertad no está en las circunstancias externas; la libertad reside en el corazón. Cuando ustedes hayan logrado la sabiduría, ¿quién podrá esclavizarlos? De todas maneras, escuchan la frase del evangelio en que estaba pensando antes: "Él despidió a la gente, y después subió a la montaña a fin de orar a solas. Se hizo tarde y él estaba allí solo". De eso se trata el amor. ¿Se les ha ocurrido alguna vez que sólo es posible amar cuando uno está solo? ¿Qué significa amar? Significa ver a una persona , una situación, una cosa como realmente es, no como uno se imagina que es. Y responderle como merece. Es difícil decir que uno ama lo que ni siquiera ve. ¿Y qué nos impide ver? Nuestro condicionamiento. Nuestros conceptos, nuestras categorías, nuestros prejuicios, nuestras proyecciones, los rótulos que hemos adquirido de nuestras culturas y nuestra experiencia pasada. Ver es una de las cosas más difíciles para un ser humano, porque para ello se requiere una mente alerta y disciplinada. Pero la mayoría de la gente prefiere caer en la pereza mental en lugar de molestarse en ver a cada persona, a cada cosa en su momento presente, en su frescura.



Extracto del libro:
Despierta (charlas sobre la espiritualidad)
Anthony de Mello
Fotografía tomada de internet

lunes, 9 de septiembre de 2019

SIN PERSONALIDAD


LA SIMPLICIDAD DE LA VIDA


Un día, en el colegio, un pájaro se pone a cantar fuera y el niño, naturalmente, presta oídos al pájaro, no al profesor de matemáticas que está ante la pizarra con un absurdo marcador. Pero el profesor es más poderoso, políticamente más poderoso que el pájaro. Desde luego, el pájaro no tiene ningún poder, pero sí tiene belleza. El pájaro atrae al niño sin necesidad de machacarle: «¡Presta atención! ¡Concéntrate en lo que digo!». No... De una forma sencilla, espontánea, natural, la consciencia del niño empieza a fluir por la ventana, hacia el pájaro. Allí está su corazón, pero tiene que mirar la pizarra. No hay nada que mirar, pero tiene que fingir que lo hace.

La felicidad es mala. Siempre que se da la felicidad el niño empieza a temer que algo va mal. Si el niño está jugueteando con su cuerpo, es malo. Y ése es uno de los momentos más extáticos en la vida de un niño.

Disfruta de su cuerpo; es emocionante. Pero hay que cortar con esa emoción, hay que destruir toda alegría. Es algo neurótico, pero la sociedad también es neurótica. 

Lo mismo les hicieron sus padres a los padres del niño, y ellos le hacen otro tanto a su hijo. Así es como una generación destruye a la siguiente. Así transferimos nuestra neurosis de generación en generación.

La tierra entera se ha convertido en un manicomio. Al parecer, nadie conoce el éxtasis. Se ha perdido. Se ha erigido una barrera tras otra.



Bibliografía: 
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet

domingo, 8 de septiembre de 2019

CIEGOS DE NACIMIENTO


LA CITA


Había otra gente que le daba limosna, pero Bud era el único que le escuchaba las letanías, y cabeceando asentía con santa paciencia mientras ella se quejaba de los achaques del cuerpo y las maldades del mundo. 

Aquel viernes, Bud estaba sentado al borde de la acera. Estaba descalzo, envuelto en una sábana blanca de rayas azules. La vieja se sentó al lado, envuelta en sí misma. Ambos miraban el suelo. Bud dijo: 

—Estoy muy cansado. 

—Yo también —dijo la vieja, pero por primera vez se quedó calladita la boca. Cuando Bud le preguntó cómo andaban sus llagas, ella cerró los ojos, como para tomar impulso: cuando los abrió, él ya no estaba allí. 

Entonces la mendiga llamó a la puerta de la casa de Bud: 

—¿El está aquí? 

Y supo que Bud había muerto el sábado pasado, y que lo habían enterrado descalzo, envuelto en una sábana blanca de rayas azules.





Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet

sábado, 7 de septiembre de 2019

OFRENDAS


LA MULA Y EL CAMELLO


Una mula dijo un día a un camello:

"¡Oh, amigo mío! Tú andas sin tropezar nunca. Tanto a la subida como a la bajada e incluso en lo llano, nunca te veo dar un mal paso. Entonces, ¿cómo es que yo tropiezo cada dos pasos y caigo a tierra? ¿No puedes enseñarme a caminar como tú?"

El camello respondió:

"Mi vista es mejor que la tuya y, además, mira mi estatura; incluso en un lugar escarpado, puedo distinguir en mi camino el obstáculo más lejano. Reconozco así cada lugar en donde pongo mis pezuñas y por eso no tropiezo. Pero tú, por el contrario, miras sólo muy cerca delante de ti."

¿Puede compararse a un ciego con el que tiene buena vista?



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
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