viernes, 19 de julio de 2019

PAN Y CIRCO


LO QUE NORMALMENTE CONSIDERAMOS ALEGRÍA no es tal alegría; en el mejor de los casos podemos llamarlo entretenimiento. Es simplemente una forma de evitarte a ti mismo. Es una forma de intoxicarte, de sumergirte en algo para olvidarte de tu sufrimiento, de tus preocupaciones, de tu angustia.

Se piensa que todo tipo de entretenimiento te trae alegría, pero no es así. Todo lo que venga de fuera no es alegría, ni puede serlo. Todo lo que depende de algo no es ni puede ser alegría. La alegría surge de tu interior. Es algo completamente independiente de las circunstancias externas. Y no es una huida de sí mismo; es encontrarse consigo mismo.

La alegría surge únicamente cuando vuelves a casa.

De modo que lo que se suele llamar alegría es justo lo contrarío, lo diametralmente opuesto: no es alegría. En realidad buscas diversiones porque no estás alegre.

Máximo Gorki, uno de los grandes novelistas rusos, fue a América. Le enseñaron un montón de cosas que habían inventado los americanos para divertirse, para olvidarse de sí mismos. El guía de Gorki esperaba que le encantara todo aquello. Pero cuanto más le enseñaban a Gorki, más triste parecía.

El guía le preguntó:

-¿Qué ocurre? ¿No lo entiende?

Gorki dijo:

-Lo entiendo... y por eso estoy triste. Parece que en este país no existe la alegría, porque si no, no necesitarían tantas diversiones.

Sólo las personas tristes necesitan diversiones. Cuanto más triste se hace el mundo, más necesitamos la televisión, las películas, las ciudades de oropel y tantas y tantas cosas. Cada día necesitamos más el alcohol, cada día necesitamos más clases de drogas, para evitar la desdicha en la que vivimos, para no enfrentarnos a la angustia en la que vivimos, para olvidarlas. Pero olvidando no se consigue nada.

La alegría tiene que entrar en tu ser. Al principio resulta difícil, arduo.

Al principio tendrás que enfrentarte al sufrimiento. El camino es montañoso, pero cuanto más te adentres en él, mayor será la compensación, mayor la recompensa.

Una vez que hayas aprendido a enfrentarte a la desdicha, empezarás a sentirte alegre, porque por el hecho de enfrentarte empieza a desaparecer la desdicha y tú empiezas a integrarte.

Un día tienes ante ti la desdicha y te enfrentas a ella, y de repente, se produce el cambio: ves la desdicha como algo distinto de ti, como algo ajeno a ti; era una simple ilusión, una identificación en la que te habías metido. Ahora sabes que no eres eso, y se produce un estallido de alegría, una explosión de alegría.


Bibliografía: 
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet

NUESTRAS LAS PÉRDIDAS


jueves, 18 de julio de 2019

LA MÚSICA


Era un mago del arpa. En los llanos de Colombia no había fiesta sin él. Para que la fiesta fuera fiesta, Mesé Figueredo tenía que estar allí, con sus dedos bailanderos que alegraban los aires y alborotaban las piernas. 

Una noche, en algún sendero perdido, lo asaltaron los ladrones. Iba Mesé Figueredo camino a una boda, a lomo de mula, en una mula él, en la otra el arpa, cuando unos ladrones se le echaron encima y lo molieron a golpes. 

Al día siguiente alguien lo encontró. Estaba tirado en el camino, un trapo sucio de barro y sangre, más muerto que vivo. Y entonces aquella piltrafa dijo, con un resto de voz: 

—Se llevaron las mulas. 

Y dijo: 

—Y se llevaron el arpa. 

Y tomó aliento y se rió: 

—Pero no se llevaron la música.



Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet

EL HOMBRE ENTRA POR EL SEXO, LA MUJER ENTRA POR EL AMOR


miércoles, 17 de julio de 2019

CUATRO MONEDAS DE ORO


Un hombre había dado a cuatro personas una moneda de oro a cada una.

El primero dijo:
"¡Vamos enseguida a comprar ENGUR!"

El otro, que era árabe, dijo:
"¡No, ENGUR no. Yo quiero INEB!"

El tercero, que era griego, exclamó:
"¡Yo habría preferido ISTAFIL!"

El cuarto, un turco:
"Yo quiero uzuM (uva)."

Estalló así una querella insensata entre los cuatro amigos. Discutían por ignorar la significación de lo que deseaba cada uno. Si hubiese estado allí un sabio, habría dicho:

"Con vuestro dinero, podéis satisfacer todos vuestro deseo. Para vosotros, cada palabra es una fuente de desacuerdo. Pero, para mí, cada palabra es una guía hacia la unión. Vosotros queréis todos uva sin saberlo."



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

EMPIEZA CON LOS QUE TIENES


lunes, 15 de julio de 2019

SÓLO ATRACCIÓN


¿QUIÉNES SOMOS?: EL GRAN MISTERIO


Cuando mi hijo estaba en una escuela Waldorf, alguien me contó una historia que me encantó.

Los niños estaban en clase de arte, sentados en varias mesas, trabajando en sus proyectos. Una niña estaba trabajando muy bien, enfocándose completamente en lo que tenía delante suyo. La profesora se acercó para ver qué hacía. Después de observar por un rato, le preguntó qué estaba dibujando.

Con mucha confianza, la niña dijo, “Estoy dibujando a Dios.”

La profesora se rió y dijo, “Pero cariño, nadie sabe cómo se ve Dios.”

Sin ningún titubeo y sin levantar la cabeza, la niña respondió, “¡Se sabrá en un momento!”

Esta historia me hizo pensar. ¿Qué nos pasó? ¿Dónde se fue nuestro espíritu? El estado salvaje de Dios, del espíritu, como dice el escritor John O’Donahue. Es como si se nos olvida o nos desconectamos de la espontaneidad y el ánimo que expresa la esencia de nuestro espíritu.

Probablemente la pregunta más profunda en cualquier tradición espiritual es: ¿Quién soy? Si miramos más allá que los papeles que hacemos y las imágenes que nuestra cultura nos da, más allá que las ideas que interiorizamos por nuestra familia, ¿Quién está aquí de verdad? ¿Quién está leyendo ahora? ¿Quién está mirando todo por estos ojos? ¿Quién es el que escucha los sonidos que están alrededor mío?

El Buddha dice que sufrimos porque no sabemos quiénes somos. Se nos ha olvidado quiénes somos. Sufrimos porque nos identificamos con un ser ilusorio que es mucho más estrecho que la verdad, mucho menos que la totalidad de quiénes somos. Muy a menudo nos limitamos a los papeles que nos tocan vivir, ser padres, ayudantes, jefes, pacientes, víctimas, jueces. Resulta que nos enganchamos a nuestra apariencia, nuestro cuerpo. Nos aferramos fácilmente a nuestra personalidad, nuestra inteligencia. Nombramos y contamos nuestros logros. Todo esto forma nuestra identidad, quién creamos que somos. Y la verdad es que esta mezcla, esta constelación, es mucho más pequeña que la verdad. No incluye toda la presencia y todo el amor que está aquí. La esencia sagrada dentro de nosotros es mucho más grande.

Mi amigo, un pastor, me contaba acerca de una reunión interreligiosa que empezó con la siguiente pregunta: ¿De qué manera debemos referirnos al Espíritu o la Divinidad? ¿Qué nombre debemos ponerle? Enseguida alguien preguntó:

“¿Deberíamos llamarle Dios?”

“De ninguna manera,” responde una mujer que era Wiccan. “¿Qué tal Diosa?” ella dice.

“Uf, responde un pastor de denominación bautista. Él propone, “Espíritu divino.”

“No,” declara rotundamente un ateo.

La discusión sigue así por un rato más. Al final, un indígena norteamericano propone llamarle el gran misterio, y todos se ponen de acuerdo. Estaban de acuerdo porque al llamarlo así no importaban los conceptos de sus religiones. Todos podrían reconocer que lo divino, lo sagrado es un misterio.

Cuando vamos por la vida dándonos cuenta que pertenecemos a este gran misterio, y que este misterio vive dentro de nosotros y fluye por nuestros cuerpos, ocurre un despertar en nuestra alma que nos otorga libertad y vida nueva.


Fuente: Tomado del blog "Meditación con Tara Brach"
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