jueves, 16 de mayo de 2019

LA QUEJA


Un día, la mujer de un pobre beduino dijo agriamente a su marido:
"padecemos sin cesar pobreza y necesidad. La pena es nuestro legado, mientras que el placer es el de los demás. No tenemos agua, sino sólo lágrimas. La luz del sol es nuestro único vestido y el cielo nos sirve de edredón. A veces llego a tomar la luna llena por un trozo de pan. Incluso los pobres se avergüenzan ante nuestra pobreza. Cuando tenemos invitados, siento deseos de robarles sus vestidos mientras duermen."

Su marido le respondió:
"¿Hasta cuándo vas a seguir quejándote? Ya ha pasado más de la mitad de tu vida. La gente sensata no se preocupa de la necesidad ni de la riqueza, pues ambas pasan como el río. En este universo, hay muchas criaturas que viven sin preocuparse por su subsistencia. El mosquito, como el elefante, forman parte de la familia de Dios. Todo eso no es más que preocupación inútil. Eres mi mujer y una pareja debe estar conjuntada. Puesto que yo estoy satisfecho, ¿por qué estás tú tan quejosa?"

La mujer se puso a gritar:
"¡Oh, tú, que pretendes ser honrado! Tus idioteces ya no me impresionan. No eres más que pretensión.

¿Vas a seguir mucho tiempo profiriendo tales insensateces? Mírate: la pretensión es algo feo, pero en un pobre es aún peor. Tu casa parece una tela de araña. Mientras sigas cazando mosquitos en la tela de tu pobreza, nunca serás admitido cerca del sultán y de los beyes."

El hombre replicó:
"Los bienes son como un sombrero en la cabeza. Sólo los calvos lo necesitan. ¡Pero los que tienen un hermoso pelo rizado pueden muy bien prescindir de él!"

Viendo que su marido se encolerizaba, la mujer se puso a llorar, pues las lágrimas son las mejores redes femeninas. Empezó a hablarle con modestia:
"Yo no soy tu mujer; no soy más que la tierra bajo tus pies. Todo lo que tengo, es decir, mi alma y mi cuerpo, todo te pertenece. Si he perdido la paciencia sobre nuestra pobreza, si me lamento, no creas que es por mí. ¡Es por ti!

Aunque, aparentemente, los hombres vencen a las mujeres, en realidad, son ellos, sin duda alguna, los vencidos. Es como con el agua y el fuego, pues el fuego acaba siempre por evaporar el agua."

Al oír estas palabras, el marido se excusó ante su mujer y dijo:
"Renuncio a contradecirte. Dime qué quieres."

La mujer le dijo:
"Acaba de amanecer un nuevo sol. Es el califa de la ciudad de Bagdad. Gracias a él, esta ciudad se ha convertido en un lugar primáveral. Si llegaras hasta él, es posible que, también tú, te convirtieras en sultán."

El beduino exclamó:
"pero ¿con qué pretexto podría yo presentarme ante el califa? ¡No puede hacerse una obra de arte sin herramientas!"

Su mujer le dijo:
"Sabe que las herramientas son signo de presunción. En esto, sólo necesitas tu modestia."

El beduino dijo:
"Necesito algo para atestiguar mi pobreza, pues las palabras no bastan."

La mujer:
"Aquí tienes una cántara llena con agua del pozo. Es todo nuestro tesoro. Tómala y ve a ofrecerla al sultán, y dile que no posees otra cosa. Dile además que puede recibir muchos regalos, pero que esta agua, por su pureza, le reconfortará el alma."

El beduino quedó seducido por esta idea:
"¡Un regalo así, ningún otro puede ofrecerlo!"

Su mujer que no conocía la ciudad, ignoraba que el Tíber pasaba ante el palacio del sultán. El beduino dijo a su mujer:
"¡Tapa esta cántara para que el sultán rompa su ayuno con esta agua!"

Y acompañado por las plegarias de su mujer, el hombre llegó sano y salvo a la ciudad del califa. Vio a muchos indigentes que recibían los favores del sultán. Se presentó en el palacio. Los servidores del sultán le preguntaron si había tenido un buen viaje y el beduino explicó que era muy pobre y que había hecho aquel viaje con la esperanza de obtener los favores del sultán. Lo admitieron, pues, en la corte del califa y llevó la cántara ante este último.

Cuando lo hubo escuchado, el califa ordenó que llenasen de oro su cántara. Hizo que le entregaran preciosos vestidos. Después pidió a un servidor suyo que lo condujese a la orilla del Tíber y lo embarcase en un navío.

"Este hombre, dijo, ha viajado por la ruta del desierto. Por el río, el camino de vuelta será más corto."

Pues, aun cuando poseía un océano, el sultán aceptó unas gotas de agua para transformarlas en oro.
El que advierte un arroyuelo del océano de la verdad, debe primero romper su cántara.



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

GRANDES PERO NO POR ELLO MEJORES COSAS

miércoles, 15 de mayo de 2019

TAO TE KING: PRINCIPIO 52


El origen del universo
es la Madre del mundo.

Quien encuentra a la Madre
para conocer a los hijos,
quien, al conocer a los hijos,
retorna a la Madre,
nunca correrá peligro.

Quien cierra la boca
y obstruye sus puertas,
nunca sufrirá penas.

Quien abre la boca
y se empeña en arreglar sus asuntos,
no tendrá remedio.

Ser lúcido es ver lo ínfimo.
Conservar la sabiduría es ser fuerte.

Si uno usa su luz para regresar a la claridad,
no corre ningún peligro.

A esto se le llama el manto de la eternidad.



Extracto del libro:
Lao-Tsé
Tao Te King
Fotografía tomada de internet

CONQUISTANDO EL ESPACIO EXTERIOR


martes, 14 de mayo de 2019

EL VIEJO MÚSICO


En tiempos del califa Omar, había un viejo músico que amenizaba las reuniones de hombres de buen gusto. Con su hermosa voz, incluso al ruiseñor embriagaba.

Pero pasaba el tiempo y el halcón de su alma se transformaba en mosquito. Su espalda se curvaba como la pared de una cántara. Su voz, que en otros tiempos acariciaba las almas, empezaba a arañarlas y a aburrir a todo el mundo. ¿Hay en esta tierra alguna mujer hermosa que no haya sufrido al deteriorarse su belleza? ¿Hay algún techo que no haya terminado por venirse abajo? Así cayó nuestro hombre en la penuria y hasta el pan llegó a faltarle. Un día, dijo:

"¡Oh, Señor! Me has concedido una larga vida y me has colmado de tus favores. Durante setenta años, no he dejado de rebelarme contra ti, pero tú siempre me has ofrecido con qué subsistir. Hoy, ya no gano nada y soy huésped tuyo. Por tanto, cantaré y lloraré por ti."

Tomó el camino del cementerio. Allí tocó el laúd y cantó, vertiendo amargas lágrimas. Luego, el sueño se apoderó de él y, tomando su instrumento como almohada, se durmió. Su cuerpo quedó liberado de las vicisitudes de este mundo. Era tan feliz en su sueño que se decía:

"¡Ah! ¡Si pudiera quedarme aquí eternamente!"

Pues bien, en aquel mismo instante, el sueño se apoderó también de Omar, el califa del Islam, que se dijo:

"No es desde luego hora de dormir, pero acaso haya una razón para esto."

Entonces, una voz de lo Desconocido se dirigió a él y le dijo:

"¡Oh, Omar! ¡Ve a socorrer a uno de mis servidores! Ese pobre está en este momento en el cementerio.

Ve a darle setecientos dinares. Y dile que recobre el reposo del corazón. Ruégale que acepte esta suma y que vuelva a verte cuando se haya agotado."

Al despertar, Omar puso la suma indicada en una bolsa y se trasladó al cementerio. Al no encontrar allí sino a un anciano dormido, se dijo:

"Dios me ha hablado de un hombre puro, de un elegido. No puede ser este viejo músico."

Y como un león cazando, dio varias veces la vuelta al cementerio. Viendo que no había nadie, aparte el anciano, se dijo:

"Hay corazones iluminados en los más olvidados rincones."

Se acercó al músico y tosió para despertarlo.

El músico, al ver ante él al califa del Islam, quedó atemorizado y se puso a temblar pero Omar le dijo:

"¡Oh, anciano! No tengas miedo. Te traigo una buena noticia de parte de Dios. El te ha considerado digno de sus favores. Aquí hay algún dinero. Gástalo y vuelve a verme."

A estas palabras, el anciano se puso a llorar y, tirando su instrumento al suelo, lo rompió diciendo:

"¡Tú eras el velo entre Dios y yo!"

Omar le dijo:

"Son tus lágrimas las que te han despertado. Es bueno recordar el pasado. Pero para ti, en adelante, el pasado y el futuro son velos. Tú te has arrepentido de tu pasado y debes ahora arrepentirte de tu arrepentimiento."



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

POSESIONES Y VALORES


lunes, 13 de mayo de 2019

LA JAULA


Un comerciante poseía un loro lleno de cualidades. Un día decidió viajar a la India y preguntó a todos qué regalo querían que les trajese del viaje. Cuando hizo esta pregunta al loro, éste respondió:
"En la India hay muchos loros. Ve a verlos por mí. Descríbeles mi situación, esta jaula. Diles: "Mi loro piensa en vosotros, lleno de nostalgia. Os saluda. ¿Es justo que él esté prisionero mientras que vosotros voláis en este jardín de rosas? Os pide que penséis en él cuando revoloteáis, alegres, entre las flores"."
Al llegar a la India, el comerciante fue a un lugar en el que había loros. Pero, cuando les transmitía los saludos de su propio loro, uno de los pájaros cayó a tierra, sin vida. El comerciante quedó muy asombrado y se dijo:
"Esto es muy extraño. He causado la muerte de un loro. No habría debido transmitir este mensaje."
Después, cuando hubo terminado sus compras, volvió a su casa, con el corazón lleno de alegría. 

Distribuyó los regalos prometidos a sus servidores y a sus mujeres. El loro le pidió:
"Cuéntame lo que has visto para que yo también me alegre."
A estas palabras, el comerciante se puso a lamentarse y a expresar su pena.
"Dime lo que ha pasado, insistió el ave. ¿Cuál es la causa de tu pesar?"

El comerciante respondió:
"Cuando transmití tus palabras a tus amigos, uno de ellos cayó al suelo, sin vida. Por eso estoy triste."
En aquel instante, el loro del comerciante cayó inanimado, también él, en su jaula. El comerciante, lleno de tristeza, exclamó:
"¡Oh, loro mío de suave lenguaje! ¡Oh, amigo mío! ¿Qué ha sucedido? Eras un ave tal que ni Salomón había conocido nunca una semejante. ¡He perdido mi tesoro!"

Tras un largo llanto, el comerciante abrió la jaula y lanzó al loro por la ventana. Inmediatamente, éste salió volando y fue a posarse en la rama de un árbol. El comerciante, aún más asombrado, le dijo:
"¡Explícame lo que pasa!"

El loro respondió:
"Ese loro que viste en la India me ha explicado el medio de salir de la prisión. Con su ejemplo me ha dado un consejo. Ha querido decirme: "Estás prisionero porque hablas. Hazte, pues, el muerto" ¡Adiós, oh amo mío! Ahora me voy. También tú, un día, llegarás a tu patria."

El comerciante le dijo:
"¡Dios te salve! También tú me has guiado. Esta aventura me basta pues mi espíritu y mi alma han sacado partido de estos acontecimientos."




150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

ALGO SOBRE LA VIDA


domingo, 12 de mayo de 2019

LAS AVES


El profeta Salomón tenía como servidoras a todas las aves. Como entendía su lenguaje, se habían hecho buenos amigos. Existen así Indios y Turcos que se hacen buenos amigos, aunque hablen lenguas diferentes. También existen Turcos que hablan la misma lengua y llegan a ser extraños entre sí. La que importa es la lengua del corazón y más vale ponerse de acuerdo por esa lengua que por la palabra.

Así, pues, todás las aves se pusieron un día a enumerar sus virtudes y su ciencia ante el profeta. No actuaban así por presunción, sino sólo para presentarse a él pues un servidor hace valer ante su amo las cualidades que puede poner a su servicio. Cuando un esclavo está descontento de su comprador, finge estar enfermo.

Al llegar el turno a la abubilla se presentó ella en estos términos:

"Yo, mirando desde lo alto del cielo, puedo adivinar la situación de los arroyos subterráneos. Puedo precisar el color de esta agua y la importancia de su caudal. Tal facultad puede ser preciosa para tu ejército. ¡Oh, sultán, concédeme tus favores!" Salomón dijo entonces:
"¡Oh, amiga! Es cierto que el agua es importante para mis soldados. ¡Quedarás, pues, encargada de proveer de agua a mi ejército!"

El cuervo, que estaba celoso de la abubilla, tomó entonces la palabra:
"¡Es vergonzoso sostener semejante extravagancia ante el sultán! Si la abubilla tuviese realmente el don que pretende tener, vería entonces las trampas que los hombres le tienden en el suelo.
Pero no sucede eso y más de una abubilla ha ido a parar a las jaulas que los hombres fabrican para ellas."
Salomón se volvió hacia la abubilla:
"Es verdad, ¡oh, abubilla! Estas palabras pueden aplicársete. ¿Por qué te atreves a mentir en mi presencia?"
La abubilla respondió:
"¡Oh, sultán! ¡No me avergüences! No escuches las palabras de mis enemigos. Si he mentido, córtame entonces la cabeza con tu espada. El cuervo es el que niega el destino. Cuando las circunstancias no enturbian el ojo de mi inteligencia, veo muy bien las trampas que se me tienden. Pero, a veces, algún incidente viene a adormecer la ciencia y la inteligencia. Oscurece incluso el sol y la luna."



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...