sábado, 22 de diciembre de 2018

SIGUE ADELANTE


Un leñador estaba en el bosque talando árboles para aprovechar su madera, aunque ésta no era de óptima calidad. Entonces vino hacia él un anacoreta y le dijo:

--Buen hombre, sigue adelante.

Al día siguiente, cuando el sol comenzaba a despejar la bruma matutina, el leñador se disponía para emprender la dura labor de la jornada. Recordó el consejo que el día anterior le había dado el anacoreta y decidió penetrar más en el bosque. Descubrió entonces un macizo de árboles espléndidos de madera de sándalo. Esta madera es la más valiosa de todas, destacando por su especial aroma.

Transcurrieron algunos días. El leñador volvió a recordar la sugerencia del anacoreta y determinó penetrar aún más en el bosque. Así pudo encontrar una mina de plata. Este fabuloso descubrimiento le hizo muy rico en pocos meses. Pero el que fuera leñador seguía manteniendo muy vivas las palabras del anacoreta: “Sigue adelante”, por lo que un día todavía se introdujo más en el bosque. Fue de este modo como halló ahora una mina de oro y se hizo un hombre excepcionalmente rico.

***

El Maestro dice: “Sigue adelante”, hacia tu interior hacia la fuente de tu Sabiduría. ¿Puede haber mayor riqueza que ésta?


Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
Fotografía de Internet

VER EL PASADO DESDE EL PRESENTE


viernes, 21 de diciembre de 2018

LA INUNDACIÓN


Las iglesias eran obras de confitería y los palacios, obras de juguetería; algunas casas parecían cajitas de música. Pero la Antigua Ciudad de Guatemala vivía con el corazón en la boca. Lo que no gastaba en lágrimas, se le iba en suspiros. Aburrirse, lo que se dice aburrirse, jamás se aburrían: amenazada por el volcán de Agua y por el volcán de Fuego, estaba condenada a zozobra perpetua, entre los vómitos de los volcanes y los alborotos de la tierra. 

En 1973, un terremoto la sacudió. Ella tenía costumbre. Medio siglo antes, otro terremoto la había despedazado, y Antigua había seguido en su sitio, como si nada, de temblor en temblor, que si Dios me ha de matar me mate y que el Diablo me lleve. Pero esta vez, no sólo la tierra corcoveó y rompió todo: lo peor fue que el río se salió de cauce y ahogó a las gentes y a las casas. Y los que sobrevivieron a la inundación no tuvieron más remedio que huir despavoridos para fundar, lejos, otra ciudad. 

El río que se desbordó se llamaba, se llama, Pensativo. 

De vez en cuando, a mí me pasa lo mismo.


Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet

EL PASADO NO ES TU HOGAR


¿PARA QUIÉN PUEDE SER ÚTIL EL BUDISMO ZEN?


NO HAY SEGURIDAD EN NINGUNA PARTE


jueves, 20 de diciembre de 2018

EL PODER DEL MANTRA


El poder y alcance del mantra depende de la actitud del que lo repite. Así lo evidencia la siguiente historia. 

Un eremita vivía a la orilla del río. Era alimentado por una lechera que todos los días le regalaba leche para su manutención. El eremita había concedido una mantra a la buena mujer y le había dicho: 

--Repitiendo este poderoso mantra puedes ir a través del océano de la existencia. 

Pasó el tiempo. Cierto día en que la lechera iba a cruzar el río para llevar la leche al eremita, llovió torrencialmente y las aguas del río se desbordaron. No había manera de pasar el río en barca. La mujer recordó lo que había dicho el eremita: “Repitiendo este poderoso mantra puedes ir a través del océano de la existencia”. Y se dijo a sí misma: “Y esto sólo es un río”. Repitió interiormente el mantra con mucho amor y motivación y comenzó a caminar sobre el agua hasta llegar donde estaba el eremita. Al verla, éste, muy extrañado, preguntó: 

--¿Cómo has podido llegar hasta aquí si el río se ha desbordado? 

La mujer repuso: 

--Como me dijiste que con el mantra que me entregaste podía atravesar el océano de la existencia, pensé que sería mucho más fácil cruzar el río. 

Recité el mantra y lo pasé caminando sobre las aguas. 

Al escuchar esta explicación, el eremita se llenó de vanidad y pensó: “!Qué grado de evolución debo tener cuando la lechera ha podido hacer esta proeza con mi mantra!” Días después, el eremita tenía que ir a la ciudad. Las lluvias monzónicas no habían cesado y el río continuaba desbordado. El eremita pensó que no había ningún problema. Si el mantra había funcionado con la lechera, ¿cómo no iba a funcionar con él? 

Empezó a repetir el mantra y se lanzó a las aguas del río. Automáticamente se hundió hasta el fondo y pereció. 

***

El Maestro dice: El ego es la muerte de lo más real que hay en uno mismo. No libera, esclaviza y ahoga. 



Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
Fotografía de Internet

INCONDICIONALMENTE A TUS DISPOSICIÓN


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