domingo, 20 de mayo de 2018

LIGADOS A LA REALIDAD


En el budismo vajrayana existen descripciones de muchos samayas diferentes, pero todos ellos tienen que ver con darnos cuenta de que ya estamos ligados a la realidad; todos ellos son trucos para llevarnos a la situación sin elección. Aunque cada centímetro de nuestro cuerpo quiera salir corriendo en la dirección opuesta, nos quedamos aquí: no hay ninguna otra forma de entrar en el mundo sagrado. Tenemos que dejar de pensar que podemos irnos e instalarnos en otro lugar. La alternativa es simplemente relajarnos, relajarnos en el agotamiento, en la indigestión, en el insomnio, en la irritación, en el deleite, en lo que sea. 

Los samayas más importantes son los de cuerpo, discurso y mente. El primero de ellos es estar ligado al cuerpo, a las formas, a lo que vemos con los ojos; quedarnos con lo que vemos y no renunciar nunca a ello. 

Se dice que los samayas de cuerpo, discurso y mente son tan continuos como el fluir de un río. Esta no es nuestra experiencia habitual, porque cuando nuestra percepción se torna vivida nos ponemos nerviosos. El mundo siempre está mostrándose, siempre está saludándonos y guiñándonos el ojo, pero estamos tan ocupados con nosotros mismos que nos lo perdemos. La experiencia de quedarnos con lo que vemos y no renunciar a ello es tal que todo lo que vemos, todo el mundo, se torna extremadamente vivido y más sólido, y al mismo tiempo menos sustancial y más transparente.

EL AMOR ES COMPRENSIÓN


viernes, 18 de mayo de 2018

PEQUEÑAS EMOCIONES


La historia de Colón es muy conocida. El suyo fue un largo viaje. No vieron sino agua durante tres meses. Un día, Colón miró al horizonte y vio árboles. Si pensáis en lo contento que se puso al ver árboles, imaginaos cómo se puso su perro.

Ése es el mundo del placer. Al perro se le puede perdonar, pero a ti no.

En su primera cita, un chico, pensando en alguna forma de divertirse, le preguntó a la chica si quería ir a jugar a los bolos. Ella contestó que no le gustaban los bolos. Después el chico propuso que fueran a ver una película, pero ella contestó que no le gustaba el cine. Mientras intentaba pensar en otra cosa le ofreció un cigarrillo, que la chica rechazó. Después le preguntó si quería ir a bailar y tomar copas a la nueva discoteca. Ella volvió a rechazar la propuesta, diciendo que no le gustaban esas cosas.

Desesperado, le preguntó si quería ir a su apartamento a pasar la noche haciendo el amor. Para su sorpresa, la chica accedió de buena gana, lo besó apasionadamente y dijo: «¿Lo ves? No hacen falta esas cosas para divertirse».
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