viernes, 13 de abril de 2018

TERAPIA INTENSIVA


Lo encontraron en su casa de Buenos Aires, caído en el suelo, desmayado, respirando apenitas. Mario Benedetti había sufrido el más feroz ataque de asma de toda su vida. 

En el Hospital Alemán, el oxígeno y las inyecciones lo devolvieron, poquito a poco, al mundo, o a algún otro planeta más o menos parecido. Cuando alzaba los párpados, veía muñequitos que bailaban, tomados de la mano, en la remota pared, y entonces volvía a sumergirse en un silencio asueñado y ausente. Estaba molido. Había sido aporreado por Joe Louis, Rocky Marciano y Cassius Clay, todos a la vez, aunque él nunca les había hecho nada. 

Escuchó voces. Las voces iban y venían, se acercaban, se alejaban, y en alemán decían algo así como mal, mal, lo veo muy mal; un caso difícil, difícil; quién sabe si pasa de esta noche. Mario abrió un ojo y no vio muñequitos. Vio unas túnicas blancas, al pie de su cama. Con voz de bandera arriada, preguntó: 

—¿Tan grave estoy? 

Lo preguntó en perfecto alemán. Y uno de los médicos se indignó: 

—¿Y usted por qué habla alemán, si se llama Benedetti? 

El ataque de risa lo curó del ataque de asma y le salvó la vida.

LA FRAGANCIA DE LA ROSA


jueves, 12 de abril de 2018

LO QUE LOS DEMÁS SERES NO TIENEN


En primer lugar voy a contaros una pequeña anécdota:

-Mi médico se ha empeñado en que venga a verlo le dijo un paciente al psiquiatra-. Sabe Dios por qué. Estoy felizmente casado, tengo un trabajo seguro, un montón de amigos, no tengo ninguna preocupación...

-Ya- replicó el psiquiatra, mientras cogía su cuaderno de notas-. Y ¿cuánto tiempo lleva así?

Nadie cree en la felicidad. Parece que el hombre no puede ser feliz.

Si hablas de tu depresión, de la tristeza, de la infelicidad, todo el mundo se lo cree; parece algo natural. Si hablas de tu felicidad, nadie te cree; parece algo antinatural.

Tras cuarenta años de investigaciones sobre la mente humana, Sigmund Freud, que trabajó con miles de personas y estudió miles de mentes perturbadas, llegó a la conclusión de que la felicidad es algo ficticio, que el ser humano no puede ser feliz. Como mucho, podemos hacer las cosas un poco más agradables, pero nada más. Como mucho, podemos disminuir un poco la infelicidad, pero lo que se dice ser feliz, a eso el hombre no puede llegar.

Parece muy pesimista... pero si nos fijamos en la humanidad, ésa parece ser la situación; parece que realmente es así. Sólo los seres humanos son infelices. Algo va mal en lo más profundo.

Os lo digo por propia experiencia: los seres humanos pueden ser felices, más felices que las aves, más felices que los árboles, más felices que las estrellas, porque los seres humanos tenemos algo que no tiene ninguna ave, ningún árbol, ninguna estrella. Tenemos consciencia.

PAGAR POR VIVIR


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