Tradicionalmente existen tres métodos para relacionarnos directamente con las circunstancias difíciles haciendo de ellas un camino de despertar y alegría. AI primer método lo llamaremos no más lucha; al segundo, usar el veneno como medicina; y al tercero, contemplar cualquier cosa que surja como sabiduría iluminada. Estas son las tres técnicas para trabajar con el caos, las dificultades y los sucesos no deseados de nuestra vida cotidiana.
CONTEMPLAR CUALQUIER COSA QUE SURJA COMO SABIDURÍA ILUMINADA
El tercer método para trabajar con el caos es considerar lo que surja como una manifestación de la energía iluminada. Podemos considerarnos como seres ya despiertos; podemos mirar nuestro mundo como un lugar sagrado. La imagen tradicionalmente empleada para considerar sagrada cualquier cosa que surja es la de un cementerio. En Tíbet los cementerios no son tan bonitos como en Occidente. Los cuerpos no están enterrados y cubiertos de hierba muy cuidada, no hay lápidas inscritas ni pequeños ángeles dibujados. En Tíbet el suelo está helado, por lo que los cuerpos se cortan en pedazos y se llevan a los cementerios para que se los coman los buitres. Estoy segura de que no huelen demasiado bien ni son una vista muy decorosa. Habrá globos oculares, pelos, huesos y demás restos de cuerpos por todas partes. En un libro sobre Tíbet, vi una fotografía en la que la gente llevaba un cuerpo a un cementerio. Había un círculo de buitres del tamaño de un niño de dos años esperándolo.
Quizá el lugar más parecido a un cementerio tibetano en nuestro mundo no sea un cementerio occidental sino el departamento de urgencias de un hospital. Esta imagen podría ser para nosotros una base operativa desde la que trabajar, honestamente asentada en nuestro funcionamiento humano real. En urgencias siempre hay olores, sangre, la situación es totalmente impredecible, pero al mismo tiempo el lugar irradia sabiduría, alimento, algo que nos nutre, algo que es benéfico y puro.
Observar cualquier cosa que surja como energía del despertar invierte nuestro patrón fundamental habitual de tratar de evitar el conflicto, de tratar de ser mejores de lo que somos, de tratar de allanar el camino y embellecer las cosas, de tratar de probar que el dolor es un error y que no existiría en nuestra vidas si lo hiciéramos todo correctamente. Esta visión da un giro total a este patrón particular y nos anima a ver el cementerio de nuestras vidas como la base operativa desde la que alcanzar la iluminación.
En nuestra vida diaria a menudo sentimos pánico, palpitaciones o un nudo en el estómago porque estamos discutiendo con alguien o porque teníamos un plan estupendo que no está funcionando. ¿Cómo nos metemos en tales dramas? ¿Cómo lidiamos con los demonios de nuestras esperanzas y miedos? ¿Cómo dejamos de luchar contra nosotros mismos? Machig Labdrön nos aconseja ir a lugares que nos den miedo. Pero, ¿cómo hacerlo?