Renunciamiento
Silencio interior
Integración
Alegría
Renunciar al mundo me parece horrible, porque implica renunciar a un don que Dios te ha otorgado. Tú no has creado la vida. No estás aquí por tu elección. Es un don. Renunciar a esto iría en contra de Dios. Toda renuncia va en contra de Dios, porque es un rechazo. Por eso los que dicen que no, se vuelven más egoístas. En el momento en que renuncias, afirmas ser más sabio que la fuente divina de la cual proviene todo. Cuando renuncias, afirmas que tú eliges. Cuando renuncias, usas tu voluntad, y la voluntad crea al yo.
Cuando digo que no renuncies, estoy diciendo que no seas una voluntad, un elector. Lo que ocurre, no sucede por ti; entonces, ¿quién eres tú para elegir esto o aquello? Deja que suceda. ¿Qué puedes hacer? Deja que suceda; no te preocupes por eso. El renunciamiento no es sino un escape. Porque estás herido, porque estás molesto, renuncias. Renuncias a la situación, no a la actitud que te lastima. No renuncias al corazón que tiene tantas heridas que cualquier cosa puede lastimarlo. No renuncias a la mente que está enferma, que está siempre dispuesta a ser perturbada. Renuncias al mundo, lo cual es más sencillo. Huyes al Himalaya, pero todo lo que estaba adentro de ti seguirá contigo. No habrá ninguna diferencia. Es un engaño.