lunes, 20 de marzo de 2017

PERDER LA CARRERA


Regresemos a esa maravillosa frase del Evangelio de perdernos para encontrarnos. Se encuentra en la mayoría de la literatura religiosa y en toda la literatura espiritual y mística.

¿Cómo hace uno para perderse? ¿Alguna vez trató usted de perder algo? Correcto, cuanto más esfuerzo se haga, más difícil es. Las cosas se pierden cuando no se hace esfuerzo. Usted pierde algo cuando no está consciente. Bien, ¿cómo hace uno para morirse? Estamos hablando de la muerte, no del suicidio. No nos dice que nos matemos, nos dice que muramos. Causarnos dolor, causarnos sufrimiento sería contraproducente. Uno nunca está tan lleno de sí mismo como cuando tiene dolor. Nunca está tan centrado en sí mismo como cuando está deprimido. Nunca está tan dispuesto a olvidarse de sí mismo como cuando está feliz. La felicidad lo libera de sí mismo. 

Son el sufrimiento y el dolor y la tristeza y la depresión lo que lo ata a uno a sí mismo. Observe cuán consciente está usted de su muela cuando le duele. Cuando no tiene dolor de muela, ni siquiera se da cuenta que tiene muelas, ni de que tiene cabeza, cuando no le duele la cabeza. Pero es muy diferente cuando tiene un terrible dolor de cabeza. 

MENOS ENFOQUE A LOS PENSAMIENTOS


domingo, 19 de marzo de 2017

EL PREJUICIO: UN MONSTRUO DE TRES CABEZAS


Supongamos que un estudiante universitario muestra una evidente hostilidad contra los jóvenes de la subcultura gótica (aclaro que no tengo nada contra ellos y que sólo es un ejemplo). No los quiere, le molesta profundamente verlos o encontrárselos en la calle y además piensa que son peligrosos, agresivos y unos degenerados (rechaza su vestimenta negra, su palidez, su música «oscura», su gusto por la literatura y el cine de terror y su jerga). También, aunque no lo dice, está convencido de que deberían vivir en guetos o en áreas suburbanas delimitadas por muros y alambradas. Las instrucciones familiares que orientaban su educación eran: «No te juntes con ellos», «cuidado que son peligrosos», «son gente muy rara», «son viciosos», «practican magia negra», «son satánicos» y cosas por el estilo. Con el tiempo, nuestro personaje ha creado tres estructuras mentales o esquemas interactuantes que conforman su prejuicio:

1. Un estereotipo infundado: «Los góticos son potencialmente peligrosos; todos son drogadictos y altamente violentos.» Una creencia irracional que no tiene más fundamento que las habladurías. Vale la pena destacar que no todos los estereotipos son simplificaciones arbitrarias; algunos son válidos y nos sirven para agilizar la toma de decisión (por ejemplo, los japoneses son ceremoniales, los intelectuales son buenos lectores, los introvertidos evitan la estimulación intensa). El problema ocurre cuando se nos va la mano y extendemos más allá de lo razonable algunos rasgos y sobregeneralizamos (por ejemplo, los viejos son débiles, los jóvenes son irresponsables, los negros son violentos, las mujeres no saben conducir). Existe toda una batería de argumentos discriminatorios creada por la cultura, y que trasmitimos en los procesos educativos. 

EN VIDA



Tomado del libro:
El Librito Que Fortalece
Proverbios reconfortantes y máximas motivadora
Lucia Canovi
Fotografía extraída de internet
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