jueves, 23 de febrero de 2017

TAO TE KING: PRINCIPIO 17


Cuando gobierna un Gran soberano,

el pueblo apenas se da cuenta de su existencia.

Ama y alaba a los gobernantes menos grandes,

teme a los inferiores,

y desprecia a los malos.

¡Con cuánta prudencia hay que medir las palabras!

NO SE TRATA DE HACER SENTIR BIEN AL PRESIDENTE


miércoles, 22 de febrero de 2017

EL ÁRBOL DE LOS PROBLEMAS*


El carpintero que había contratado para que me ayudara a reparar una vieja granja acababa de finalizar su primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se había dañado, haciéndole perder una hora de trabajo, y su viejo camión se negaba a arrancar.

Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio. Cuando llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol y tocó las puntas de las ramas con ambas manos.

Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso entusiasta a su esposa.

De regreso me acompañó hasta el carro. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes.

EL AMOR CUANDO NO HAY TEMOR


martes, 21 de febrero de 2017

FATALISMO CONFORMISTA: «EL CAMBIO NO ES CONVENIENTE»


El pensamiento normativo se alimenta de una serie de mandatos aparentemente irrevocables (y se esconde detrás de ellos) para justificar su conformismo y evitar la entrada de lo nuevo en escena. 

Tres de estas distorsiones que fomentan la resistencia al cambio: 

1) resignación normativa: «Nada va a cambiar»;
2) fatalismo conformista: «El cambio no es conveniente»; y 
3) baja autoeficacia: «No seré capaz de enfrentarme a lo que viene.»

FATALISMO CONFORMISTA: «EL CAMBIO NO ES CONVENIENTE»

Estas personas no niegan que el cambio sea imposible, lo que piensan es que «las cosas empeorarán si se producen cambios». Los fatalistas normativos son un estorbo para los progresistas porque ven nubarrones donde no los hay. Expertos en detectar fracasos, actúan como aves de mal agüero tratando de desmoralizar a los que sí quieren la renovación. Su estrategia preferida es el terrorismo psicológico: «¡No te muevas!», «¡no lo intentes!», «¡cuidado!», «¿y si el cambio es negativo?». Puro miedo al fracaso, a lo desconocido, a los imponderables. 

Como vimos, todo cambio tiene costes y siempre habrá un balance ajuste / desajuste que es necesario manejar. Sin duda reacomodar los viejos elementos, e incorporar a la base de datos la nueva información, genera estrés e incomodidad. No obstante, la crisis que compaña al cambio suele traer más beneficios que contratiempos.
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