domingo, 8 de enero de 2017

LA MISERIA DEL DESEO VEHEMENTE


El camino de la generosidad es conectar con esta riqueza, atesorarla tanto que comencemos a regalar cualquier cosa que la bloquee. Regalamos nuestras gafas de sol, nuestros abrigos largos, nuestras capuchas y nuestros disfraces. En resumen, nos abrimos y nos dejamos tocar. A esto se le llama crear confianza en la riqueza omnipresente. A nivel ordinario y cotidiano la experimentamos como flexibilidad y calidez. 

Cuando uno toma el voto formal de bodhisattva, debe dar un regalo a su profesor, y esa donación será el punto focal de la ceremonia. Las directrices dicen que se ha de dar algo precioso, algo de lo que nos cueste separarnos. Una vez pasé todo un día con un amigo que estaba decidiendo qué dar. En cuanto pensaba en algo, su apego por ello se hacía más intenso. Al cabo de un rato estaba al borde de un ataque de nervios. El pensamiento de perder una de sus queridas pertenencias era más de lo que podía soportar. Más tarde comenté aquel episodio con un profesor que estaba de visita, el cual me dijo que quizá hubiera sido una buena ocasión para que aquel hombre desarrollara la compasión por sí mismo y por toda la gente atrapada en la miseria del deseo vehemente, por todos aquellos que son incapaces de soltar. 

UNA OBRA MAESTRA


sábado, 7 de enero de 2017

NO SIGAS MODAS


DE UN PENSAMIENTO NORMATIVO A UN PENSAMIENTO INCONFORMISTA


«MÁS VALE MALO CONOCIDO»
DE UN PENSAMIENTO NORMATIVO A UN PENSAMIENTO INCONFORMISTA

«La persistencia de una costumbre está ordinariamente en relación directa con lo absurdo de ella.»
MARCEL PROUST

En una reconocida boutique de ropa femenina, oí esta conversación entre una cliente y la vendedora:

Cliente (probándose una camisa que evidentemente no era de su talla, y de un color que no le favorecía): No sé, me parece que me queda muy apretada... Apenas me cierran los botones.
Vendedora: A ver, respire hondo. ¿Ve como sí puede? Le queda preciosa...
Cliente (tratando de esconder sus «michelines»): ¿No se me ve gorda?
Vendedora: ¡Se ve espectacular!
Cliente: Pero se me notan demasiado los senos; parece que tengo silicona.
Vendedora: Dichosa usted que puede decir eso; lo que se busca hoy es resaltar los encantos (risas).
Cliente: Pero este color verde limón no me queda bien; soy demasiado blanca.
Vendedora: ¡Pero es lo que está de moda!
Cliente: ¿En serio? No lo sabía.
Vendedora: Los colores ácidos son lo último. Además, no me quedan más blusas como ésta; se han vendido todas.
Cliente: Sí, puede que tenga razón. Tal vez soy un poco conservadora en mis gustos... ¿Y se lleva así de ajustada?
Vendedora: Absolutamente, los materiales de licra son la última tendencia.
Cliente (mirándose al espejo con complacencia): Me la llevo.

¿Quién dijo que la moda no incomoda? El lavado cerebral hecho a medida. Los argumentos más demoledores de la vendedora fueron aquellos relacionados con el gusto de los demás: «Está de moda» y «las he vendido todas». La señora salió feliz, con una blusa dos tallas por debajo de la suya y de un color que la hacía parecer una lechuga pálida.
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