sábado, 5 de noviembre de 2016

OBSERVADORES PARTICIPANTES


La vida sin consciencia es una vida mecánica. No es humana, es programada, condicionada. Más valdría que fuéramos una piedra, un trozo de madera. En mi país hay cientos de miles de personas que viven en pequeñas chozas, en una pobreza extrema; apenas logran sobrevivir, todo el día hacen un trabajo manual duro, duermen y se despiertan por la mañana, comen algo, y vuelven a empezar. Y uno piensa: "¡Qué vida!" "¿Eso es lo que la vida tiene para ofrecerles? "Y entonces, de pronto, se sobresalta cuando se da cuenta que el 99.999% de las personas de aquí no están mejor. Ustedes pueden ir al cine, conducir un automóvil, hacer un crucero. ¿Creen ustedes que están mejor que ellos? Ustedes están tan muertos como ellos. Son una máquina tanto como lo son ellos - Una máquina un poco más grande, pero de todas maneras, una máquina. Eso es triste. Es triste pensar que la persona pasa por la vida así.

Los seres humanos pasan por la vida con ideas fijas; nunca cambian. Sencillamente no se dan cuenta de lo que sucede. Ellos podrían ser un bloque de madera, o una roca, una máquina que habla, camina, piensa. Eso no es humano. Son títeres movidos en todas las direcciones por todo tipo de cosas. Opriman un botón y obtendrán una reacción. Casi se puede predecir cómo va a reaccionar una persona. Si estudio a una persona, puedo decirles cómo va a reaccionar. Con mi grupo de terapia, a veces escribo en una hoja de papel que Fulano va a iniciar la sesión y que Mengano va a responderle. ¿Creen que eso está mal? Bueno, no escuchen a las personas que les dicen: "¡Olvídese de usted mismo! Acérquese a los demás con amor" ¡No las escuchen! Todos se equivocan. Lo peor que usted puede hacer es olvidarse de usted mismo cuando se acerca a los demás con lo que se llama una actitud de ayuda.

Esto lo entendí a la fuerza hace muchos años, cuando estudié sicología en Chicago. estábamos siguiendo un curso de consejería para sacerdotes. Se admitía sólo a sacerdotes que estaban haciendo consejería y que aceptaban traer a la clase la grabación de una sesión. Éramos como veinte. Cuando me llegó el turno, traje un casete con una entrevista que había tenido con una joven. El instructor colocó la cinta en una grabadora, y la escuchamos. A los cinco minutos, como acostumbraba el instructor detuvo la grabación y preguntó: ¿Hay comentarios? Alguien me dijo:

-¿Por qué le preguntó eso a ella?

- No creo haberle preguntado nada - le contesté -. En realidad, estoy bastante seguro de no haberle preguntado nada.

- Usted le preguntó - afirmó.

viernes, 4 de noviembre de 2016

BUSCANDO LA PERFECCIÓN


RESQUEBRAJADO


En algunas ocasiones he ido a visitar viejos lugares religiosos con templos antiguos.

Algunos de estos lugares podrían estar resquebrajados. Tal vez uno de mis amigos observaría: "¡Qué pena! ¿No? Está resquebrajado". Yo tendría que responder: "Si no estuviesen resquebrajados, entonces no habría tal cosa como el Buda. No habría Dhamma. Está resquebrajado así porque está perfectamente de acuerdo con la enseñanza del Buda."

jueves, 3 de noviembre de 2016

IMPORTANCIAS


El peligro de lo que puede hacer la religión se ve muy bien en una historia que contó el Cardenal Martini, Arzobispo de Milán. 

La historia es sobre una pareja de italianos que se van a casar. Se habían puesto de acuerdo con el párroco para hacer una pequeña recepción en el atrio de la parroquia, frente a la iglesia. Pero llovió, y no se podía hacer la recepción, de modo que le dijeron al sacerdote: "¿Podríamos hacer la celebración en la iglesia?"

Al padre no le entusiasmó hacer una recepción en la iglesia, pero ellos le dijeron: "Comeremos un poco de torta, cantaremos una canción, tomaremos un poquito de vino y nos iremos a casa". De manera que el padre aceptó. Pero como eran italianos amantes de la vida, tomaron un poco de vino, cantaron una canción, luego tomaron otro poquito de vino y cantaron más canciones, y a la media hora había una gran celebración en la iglesia. Y todos se estaban divirtiendo mucho. Pero el padre estaba tenso, paseándose de un lado para otro en la sacristía, preocupado por el ruido que estaban haciendo. El coadjutor entró y le dijo:

- Veo que usted está muy tenso.

- Por supuesto que estoy tenso. ¡Oiga el ruido que están haciendo, y en la casa de Dios! ¡Santo Dios!.

- Pero padre, realmente no tenían a dónde ir.

-¡Ya lo sé! Pero, ¿Por qué tienen que hacer tanto ruido?

- Bueno, no debemos olvidar que el mismo Jesús asistió una vez a una boda! ¿No es verdad, padre?

PREDICCIONES




Tomado del libro:
El Librito Que Fortalece
Proverbios reconfortantesy máximas motivadora
Lucia Canovi
Fotografía extraída de internet
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