Aristóteles definió al ser humano como un ser racional. Pero no lo es, y qué bien que no lo sea. En un noventa y nueve por ciento, el ser humano es irracional, y es a través de su irracionalidad que existe todo lo bello en el mundo. Por la razón, las matemáticas; por la no-razón, la poesía. Por la razón, la ciencia; por la no-razón, la religión. Por la razón, el mercado, el dinero, las rupias, los pesos, los dólares; por la no-razón, el amor, el canto, la danza.
No, está bien que el ser humano no sea un ser racional. Es irracional. Yo diría que el ser humano es un animal generador de cuentos. Crea mitos y todos los mitos son cuentos. Crea religiones, mitos, historias sobre la existencia. Desde el inicio mismo de la humanidad, el ser humano ha creado bellas mitologías. Ha creado a Dios. Ha creado a un Dios que ha creado el mundo. El ser humano teje, y continuamente está tejiendo nuevos mitos. Es un animal que crea mitos; y sin mitos, la vida resultaría absolutamente aburridora.
Éste es el problema de la edad moderna: se han eliminado todos los mitos antiguos. Necios racionalistas insistieron en refutarlos. Los mitos han sido eliminados porque son indefensibles. No se saben defender. Un mito es algo muy vulnerable, muy delicado, y si se refuta se destruye; y con él se destruye algo muy bello en el corazón humano. No es el mito en sí mismo, que es algo simbólico. Al matar el mito, se mata el corazón.