Es una variación de anclaje que cierra las puertas a cualquier posibilidad de cambio. La frase es lapidaria porque define un punto cero a partir del cual ya nada hará que el otro cambie de opinión. No hay marcha atrás ni adelante. Es el estancamiento de la mente que se resigna. Dos disertaciones de Epícteto pueden ayudarnos a comprenderlo mejor:44
1. Contra los académicos (Libro I, V):
«Si alguien se resiste no es fácil hallar un razonamiento por medio del cual se le haga cambiar de opinión. Y esto no se debe ni a la incapacidad de aquél ni a la debilidad del maestro, sino a que si sigue obstinado pese a la evidencia, ¿cómo se puede razonar con alguien así?»
2. A los que se mantienen inflexibles en lo que decidieron (Libro II, XV):
(En este apartado, Epícteto cuenta cómo un amigo suyo había decidido dejarse morir de hambre sin causa alguna. Cuando fue a verlo ya llevaba tres días de abstinencia.)
«—He tomado una decisión —dijo.
—Pero, de todas maneras, ¿qué te ha llevado a esto? Si lo has decidido de un modo correcto, estamos a tu lado y te ayudaremos a morir; pero si lo has decidido de un modo irracional, cambia de opinión.
—Hay que mantenerse en las decisiones.
—¿Qué dices, hombre? No en todas, solamente en la correctas... ¿No quieres revisar los fundamentos de tu decisión y ver si es saludable o no, y así construir sobre ella?»