Cielo y la Tierra no son benevolentes.
Para ellos, los seres humanos son como perros de paja.
El Sabio tampoco es benevolente.
Para él, los seres humanos son como perros de paja.
El espacio entre Cielo y Tierra
es semejante a una flauta,
está vacío pero no se hunde;
si se moviliza, más y más, sale de él.