lunes, 27 de junio de 2016

PARA SER UN BUEN JEFE SE REQUIERE EL TERCER CEREBRO


Carta 25

Para ser un buen jefe se requiere el tercer cerebro

«Nada prueba tan contundentemente la habilidad de un hombre para dirigir personas como la habilidad para dirigirse a sí mismo.»
Thomas Watson

«Trata a un hombre tal como es y seguirá siendo lo que es. Trata a un hombre como puede llegar a ser y se convertirá en lo que puede llegar a ser.»
Goethe

Querido amigo/a:

¡Que tu luz brille por siempre, porque tú te lo mereces!

Qué hermosa declaración, ¿verdad? ¡Y qué práctica a la vez! Porque si tú brillas, tu luz me ilumina, me muestra, me da pistas.

Por este motivo es tan importante que sean muchos los seres humanos que vayan encontrando dirección y sentido, dando un nuevo y más alto techo a su vida y ofreciendo su luz al mundo.

Ocurre que, bajo mi manera de ver las cosas, hay una serie de recursos inherentes al ser humano que no son escasos en absoluto y que nunca han sido incorporados al acervo de activos y posibilidades de la especie humana desde una perspectiva económica.

El amor, la creatividad, el sentido común, la esperanza, la ilusión, la solidaridad y todos sus derivados son activos con una potencia de generación y de transformación de riqueza extraordinarias.

HUMILDAD


domingo, 26 de junio de 2016

EL BAUTISMO


El agua más fría del cielo bombardeó Buenos Aires aquella tarde del invierno de 1906.

A las cinco en punto, en pleno diluvio, lluviazón, helazón, nació un niño en la calle Centro. El padre arrancó al niño de los brazos de la madre, se lo llevó a la azotea y lo alzó, desnudito, ante la lluvia feroz. Y a la luz de los relámpagos lo ofreció a la lluvia, gritando a pleno pulmón, voz de trueno entre los truenos:

—¡Hijo mío, que las aguas del cielo te bendigan!

El recién nacido se pescó tremenda pulmonía. Pasó cuatro meses de mal en peor. Y cuando ya lo daban por muerto, se salvó.

También se salvó de llamarse Descanso Dominical. El padre, un anarquista pobre y poeta, siempre perseguido por la policía y por los acreedores, quiso llamarlo así en homenaje a esa reciente conquista obrera, pero el Registro Civil no le aceptó el nombre. Entonces se reunieron los amigos, anarquistas pobres y poetas, siempre perseguidos por la policía y por los acreedores, y discutieron el asunto. Y fueron ellos quienes decidieron que se llamaría Cátulo, Cátulo Castillo, el niño que unos cuantos años después fue capaz de inventar La última curda y otros tangos de esos que son para escuchar de pie, sombrero en mano.

ACCIONES Y SUS CONSECUENCIAS


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