sábado, 5 de marzo de 2016

EL MIEDO Y LA VALENTÍA


LA TORTUGA Y LAS DOS GARZAS


En aquel tiempo, en la provincia de Hu-Nan, en el sureste de la China, a la orilla de un lago tranquilo, tres amigas vivían en paz. Eran dos grandes aves vestidas de blanco y gris, de pico sólido, alas inmensas como velas y cuello largo y flexible, dos garzas cenicientas (Area cinera), llamadas Ching y Chang, y una señora tortuga de edad avanzada, Pi-Huan. La tortuga tenía un carácter difícil: era rencorosa, susceptible y gruñona, pero guardaba la casa cuando las nobles aves se iban a pescar lejos. A su regreso la encontraban allí, fiel. Y a pesar de su cabeza un poco maciza, su lomo estriado, su manera de retirarse refunfuñando bajo su caparazón, la querían... como se ama un paisaje familiar, un punto de anclaje en las aguas móviles, en los cielos cambiantes. 

Un día, al atardecer, mientras la señora Pi-Huan, con la cabeza hundida en el cuello, como solía, estaba atareada preparando la cena, Ching, que estaba posada en la rama de un árbol y se alisaba las plumas, observó: 

-Tengo la impresión de que las aguas de nuestro «lago de la Tranquilidad» descienden de forma alarmante. 

-Todos los veranos descienden -masculló Pi- Huan. 

-Cuanta menos agua hay, más fácil es la pesca -dijo Chang, y se rió con despreocupación: «Kreeee ... ik, kreeee... ik.». 

-Hum -dijo Ching-, la verdad es que estoy preocupada ... 

La señora tortuga encogió sus hombros macizos y Chang siguió rascándose con delicia el hueco de las alas con su pico todavía rosado. 

Y la noche, en el cielo anaranjado de China, cayó bruscamente. Las tres amigas se durmieron en un último resplandor. 

El verano transcurría y no caía ni una gota de agua. La sequía era terrible. El nivel de los ríos bajaba, los campos de algodón y de arroz ya no se regaban. El pequeño lago apacible dejaba al descubierto su fondo fangoso. Se anunciaba un período de hambre. Una noche las tres amigas celebraron consejo: 

-Debemos partir hacia el norte -declaró Ching-, toda la región hasta Cantón es víctima de la sequía, debemos marcharnos de aquí mañana mismo. 

CRÓNICA DE LA CIUDAD DE RÍO


En lo alto de la noche de Río de Janeiro, luminoso, generoso, el Cristo del Corcovado extiende sus brazos. Bajo esos brazos encuentran amparo los nietos de los esclavos.

Una mujer descalza mira al Cristo, desde muy abajo, y señalandole el fulgor, muy tristemente dice:

- Ya no va a estar. Me han dicho que lo van a sacar de aquí.

- No te preocupes -le asegura una vecina- No te preocupes: Él vuelve.

viernes, 4 de marzo de 2016

VALOR


Tomado del libro:
El Librito Que Fortalece
Proverbios reconfortantesy máximas motivadora
Lucia Canovi

jueves, 3 de marzo de 2016

VALENTÍA


Tomado del libro:
El Librito Que Fortalece
Proverbios reconfortantesy máximas motivadora
Lucia Canovi

DAVID Y ANGELINA SE ENCUENTRAN ENTRE NOSOTROS


Ver post:
http://consentido2.blogspot.mx/2016/02/david-y-angelina-la-energia-habitual-de.html

No creas que David sólo es el personaje de una historia, alguien del pasado, porque no es así, David sigue vivo, se sienta entre nosotros, y Angelina también. Recuerda que David era inteligente y atractivo, pero tenía la fuerte energía habitual de culpar siempre a los demás de su infelicidad. No podía comunicarse con sus padres, ni con sus hermanos, hermanas y amigos, y les hacía sufrir. No deseaba hacerles desdichados, pero su energía habitual era demasiado fuerte y no podía evitar manifestarla. Se sentía solo y pensaba que era la única persona del mundo que se sentía así. Estaba sediento de ser comprendido por otro ser humano, de tener a una persona a su lado. Todos nosotros lo necesitamos, es algo muy humano. Necesitamos que alguien nos comprenda de veras y nos ayude a afrontar las dificultades de la vida.

miércoles, 2 de marzo de 2016

RUEGOS


Tomado del libro:
El Librito Que Fortalece
Proverbios reconfortantesy máximas motivadora
Lucia Canovi

LA MENTE RÍGIDA


El padre de una novia que tuve en mi juventud, un español exiliado por el régimen franquista, juraba que el hombre nunca había llegado a la Luna y que todo era un montaje, porque según la religión que profesaba, «el mundo ya se habría acabado si hubieran llegado a la Luna». El señor no sufría ninguna alteración psiquiátrica. Era una buena persona, amable con la gente y emprendedor. Pero en lo profundo de su aparato mental existía una marcada distorsión de la realidad: la negación a ver las cosas como son. Me pasé algunos años tratando de probarle que la banderita estadounidense realmente estaba clavada en el asteroide. Sin embargo, cada vez que lo intentaba me decía con cierta conmiseración: «¡Vamos, hombre, Walter, no te dejes engañar de esta manera... Tú eres un chaval muy inteligente para que te creas esas patrañas!» Creo que ni siquiera subiéndolo a una nave espacial habría logrado que modificara su punto de vista. El mecanismo básico de las personas rígidas es la resistencia a cambiar cualquiera de sus comportamientos, creencias u opiniones, aunque la evidencia y los hechos les demuestren que están equivocadas. Al tener tan poca variabilidad de respuesta, su capacidad de adaptación es sumamente pobre.

La mente rígida vive en un limbo cómodo, distorsionado y altamente peligroso, donde la verdad ha sido secuestrada en nombre de alguien o algo. Cómodo, porque tapa el sol con el dedo y se atrinchera en la lógica del dogmatismo tratando de defender lo indefendible con argumentos simplistas: «Si siempre fue así, será por algo.»

martes, 1 de marzo de 2016

AUXILIO EN LA LLUVIA*


Una noche, a las 11:30 p.m., una mujer afroamericana de edad avanzada estaba parada en el borde de una autopista de Alabama bajo una fuerte tormenta. Su automóvil se había descompuesto y necesitaba desesperadamente que alguien la llevara. Empapada, decidió hacerle señas al próximo carro que pasara. A pesar de ser una época de agudos conflictos raciales, un joven blanco se detuvo a ayudarla, la llevó a un lugar seguro y la puso en un taxi. La señora, que parecía bastante apurada, anotó la dirección del joven, le agradeció y se fue.

Siete días después, tocaron a la puerta de la casa del joven. Para su sorpresa, era un paquete a su nombre: un televisor de pantalla gigante con una nota que decía:

FIEL AL PRESENTE


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