miércoles, 3 de febrero de 2016

SOY TU



Era un discípulo honesto. Moraba en su corazón el afán de perfeccionamiento. Un anochecer, cuando las chicharras quebraban el silencio de la tarde, acudió a la modesta casita de un yogui y llamó a la puerta.

--¿Quién es? -preguntó el yogui.

--Soy yo, respetado maestro. He venido para que me proporciones instrucción espiritual.

--No estás lo suficientemente maduro -replicó el yogui sin abrir la puerta-. Retírate un año a una cueva y medita. Medita sin descanso.
Luego, regresa y te daré instrucción. 

Al principio, el discípulo se desanimó, pero era un verdadero buscador, de esos que no ceden en su empeño y rastrean la verdad aun a riesgo de su vida. Así que obedeció al yogui.

EL AMOR QUE NO MORIRÁ


Se dice que en los momentos difíciles, lo único que sana es Bodhichitta. Cuando la inspiración ha desaparecido, cuando estamos dispuestos a rendirnos, este es el momento en que puede hallarse la sanación en la ternura que hay en el dolor. Este es el momento en que puede tocarse el genuino corazón de bodhichitta. 

EL, PADRE DE UN NIÑO de dos años contó que un día puso la televisión y de repente se encontró con la noticia de la bomba que estalló en un edificio federal de Oklahoma City. Observó a los bomberos llevarse los cuerpos heridos y ensangrentados de los niños de la guardería que estaba en el primer piso. Dijo que en el pasado había podido distanciarse del sufrimiento de los demás, pero desde que fue padre las cosas cambiaron. Se sintió como si cada uno de aquellos niños fuera suyo. Sintió el dolor de todos los padres como algo propio. 

Esta conexión con el sufrimiento ajeno, esta incapacidad de mirarlo a distancia, es el descubrimiento de nuestro punto delicado, el descubrimiento de la bodhichitta. Bodhichitta es una palabra sánscrita que significa «corazón noble o despierto». Se dice que está presente en todas las cosas. Así como la mantequilla es inherente a la leche o el aceite es inherente a la aceituna, este lugar delicado es inherente a ti y a mí.

martes, 2 de febrero de 2016

OBSERVA.


Sutra 52: Observa

Aquieta tu mente. Reflexiona. Observa. 
(Budha).

Lee estos Sutras y reflexiona. Mil flores se abrirán a tu paso: libertad, dicha, verdad, sabiduría, inocencia, pureza. Verás que la primavera serás tú. Mira tu vida desde afuera, como observador, no como protagonista.

ESCLAVITUD


Tendrás que asumir el cien por cien de la responsabilidad, porque es así.

Y siempre que puedas aceptar el cien por cien de la responsabilidad, te vuelves libre, y en ese momento deja de haber esclavitud en tu mundo.

De hecho, la ira es una esclavitud. Yo no puedo estar enfadado porque no soy esclavo. Llevo años sin estar enfadado con alguien, porque no hago a nadie más responsable. Soy libre, entonces, ¿por qué he de estar enfadado? Si quiero estar triste, es mi libertad.

lunes, 1 de febrero de 2016

EL NOBLE SAMURAI


Un hermoso día de verano, un noble samurai, reconocible por su moño de guerrero, sus manguitos metálicos, su coraza de cuatro faldones y los dos sables tradicionales, penetra con paso firme y tranquilo en una modesta venta. Estamos en el siglo XIV, en un pueblo de la gran isla de Honshu*. Una nube de insectos zumba en el aire caliente. 

El noble samurai se sienta, pide un plato de arroz. Deshace la parte alta de su coraza y se descarga con precaución y respeto de sus dos sables. Es el único viajero. Come con gesto armonioso y preciso, llevándose los palillos a la boca. En ese momento se oye un ruidoso griterío. Tres ronins, guerreros vagabundos, sin señor (Daymio)**, más parecidos, a decir verdad, a salteadores de caminos que a auténticos samuráis, irrumpen en la sala.
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