viernes, 15 de enero de 2016

EL EREMITA ASTUTO


Era un eremita de muy avanzada edad. Sus cabellos eran blancos como la espuma, y su rostro aparecía surcado con las profundas arrugas de más de un siglo de vida. Pero su mente continuaba siendo sagaz y despierta y su cuerpo flexible como un lirio. Sometiéndose a toda suerte de disciplinas y austeridades, había obtenido un asombroso dominio sobre sus facultades y desarrollado portentosos poderes psíquicos. Pero, a pesar de ello, no había logrado debilitar su arrogante ego. La muerte no perdona a nadie, y cierto día, Yama, el Señor de la Muerte, envió a uno de sus emisarios para que atrapase al eremita y lo condujese a su reino. El ermitaño, con su desarrollado poder clarividente, intuyó las intenciones del emisario de la muerte y, experto en el arte de la ubicuidad, proyectó treinta y nueve formas idénticas a la suya. Cuando llegó el emisario de la muerte, contempló, estupefacto, cuarenta cuerpos iguales y, siéndole imposible detectar el cuerpo verdadero, no pudo apresar al astuto eremita y llevárselo consigo. Fracasado el emisario de la muerte, regresó junto a Yama y le expuso lo acontecido.

Yama, el poderoso Señor de la Muerte, se quedó pensativo durante unos instantes. Acercó sus labios al oído del emisario y le dio algunas instrucciones de gran precisión. Una sonrisa asomó en el rostro habitualmente circunspecto del emisario, que se puso seguidamente en marcha hacia donde habitaba el ermitaño. De nuevo, el eremita, con su tercer ojo altamente desarrollado y perceptivo, intuyó que se aproximaba el emisario. En unos instantes, reprodujo el truco al que ya había recurrido anteriormente y recreó treinta y nueve formas idénticas a la suya.

El emisario de la muerte se encontró con cuarenta formas iguales.

EL HIJO DEL MAR


Creer en los sueños

Había una vez un humilde pescador que vivía con su esposa Lisa en una cabaña junto a la playa.

El matrimonio era feliz, aunque echaban en falta la risa de un niño o niña que alegrara sus vidas.

Una de tantas mañanas que Antón, ése era su nombre, salió a pescar tiró la red al mar y para sorpresa suya se llenó enseguida de peces plateados de gran tamaño. Tiraba y tiraba… y ésta se volvió muy pesada.

“Solo no lo conseguiré y volcaré mi pequeña barca”, en eso estaba cuando oyó una voz… “¡Ayudadme, ayudadme, buen hombre!, soy la hija del rey del mar, si me liberas y me devuelves a mis azules aguas, mi padre te premiará”.

Antón se sumergió con un cuchillo y de un tajo partió la red en dos, sin importarle perder tan preciada carga, pues éste era su único sustento.

Allí enredada estaba la criatura más extraordinaria que había visto jamás; sus largos cabellos eran del color del mar cuando el sol se oculta entre sus aguas.

¡Una sirena! Había oído siempre hablar de ellas en alguna que otra taberna, pero nunca creyó que existieran.

jueves, 14 de enero de 2016

ABANDONA TUS PESARES


Sutra 50: Abandona tus pesares

Oh esclavo del deseo, flota con la corriente. Pequeña araña, pégate a tu tela. O si no, abandona tus pesares en el camino.
(Budha).

Puedes abandonarlo todo, riquezas, familia, amores, pero no puedes abandonar tus pesares, tus penas. Ya las llevas dentro de tí, forman parte de tí.

AMAR LA FORMA DE VIVIR


miércoles, 13 de enero de 2016

SOBRE EL EGOÍSMO LEGÍTIMO


Lo primero que quiero que ustedes comprendan, si realmente quieren despertar, es que ustedes no quieren despertar. El primer paso para despertar es que tengan suficiente honestidad como para admitir que no les gusta. No quieren ser felices. ¿Quieren una prueba? Ensayemos. Tardará exactamente un minuto: 

Podrían cerrar los ojos o mantenerlos abiertos, realmente no importa. Piensen en alguien a quienes ustedes quieren mucho, alguien cercano a ustedes, alguien que para ustedes es muy valioso y díganle mentalmente a esa persona: "Preferiría ser feliz a tenerte", vea lo que sucede, "Preferiría ser feliz a tenerte. Si yo pudiera elegir, sin duda elegiría la felicidad". ¿Cuantos de ustedes se sintieron egoístas cuando dijeron eso? Parece que muchos. ¿Ven cómo nos han lavado el cerebro? ¿Ven como nos han lavado el cerebro para que pensemos: "¿Cómo puedo ser tan egoísta?". Pero miren quién es egoísta. Imaginen que alguien les dice a ustedes: "¿Cómo puedes ser tan egoísta como para elegir la felicidad en lugar de elegirme a mí?" ¿No les gustaría responder esto?: "Excúsame, pero cómo puedes ser tan egoísta como para exigir que yo te elija a ti por encima de mi felicidad?"
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