martes, 11 de agosto de 2015

¿ME BAJO O TE SUBES?


Cada cosa en su tiempo. Argumentos para poner la edad en su sitio.

2. ¿ME BAJO O TE SUBES?

Cuando existe una diferencia de edad importante entre los enamorados, la aproximación debe llevarse a cabo por ambas partes: acercarnos psicológica y afectivamente al otro, sin que afecte nuestra esencia. El acople no sólo debe ser horizontal, sino también vertical para encontrarse a mitad de camino: tus gustos, mis gustos, y nuestros gustos; explorar y adentrarse en la visión del mundo de la pareja, sin dejar de ser uno. Si alguien se queda quieto y el otro empieza a girar a su alrededor, algo anda mal. La adaptación debe ser mutua.

Recuerdo una paciente que se había casado con un hombre muy mayor porque lo amaba sinceramente. Cuando la vi después de casi dos años de casada, quedé impresionado.

Su mirada era triste y su figura había cambiado, estaba más encorvada y literalmente había envejecido unos diez años. Se vestía como una señora mayor, no utilizaba casi maquillaje y su pelo dejaba traslucir algunas canas prematuras. La mujer vital y alegre que había conocido antes había sufrido una transformación dramática. Le pregunté si era consciente de su cambio y me respondió lo siguiente: «Por eso he venido a la consulta. No llevo bien mi relación. A los pocos meses de casada comencé a pensar que si yo no maduraba, él se sentiría viejo a mi lado... No sé qué pasó, pero se ha vuelto una obsesión».

ENAMORADO DE TU VIDA


lunes, 10 de agosto de 2015

COMPASIÓN Y RESPETO


La disciplina es importante. Cuando nos sentamos a meditar, se nos anima a practicar la técnica y a seguir fielmente las instrucciones. Pero una vez dentro del marco de la disciplina, ¿por qué tenemos que mostrarnos hoscos? ¿Meditamos porque «debemos» hacerlo? ¿Meditamos para ser «buenos» budistas, para agradar a nuestro profesor o para evitar ir al infierno? Nuestra forma de ver lo que surge durante la meditación es un entrenamiento para ayudarnos a ver todo lo que surge en nuestras vidas. Por eso, el reto es despertar la compasión junto con la visión lúcida; aligerarnos y animarnos, en lugar de sentirnos más culpables y desgraciados. De otro modo, lo que acaba ocurriendo es que reducimos a los demás y también a nosotros mismos: nada da nunca la talla, nada es lo suficientemente bueno. Sin bondad, humor y buen corazón, la honestidad puede ser más bien sombría. Desde el principio mismo hasta el final, dirigirnos a nuestro propio corazón para descubrir la verdad no es sólo cuestión de honestidad, sino también de compasión y respeto por lo que vemos.
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