A menudo se nos enseña que la paz es la cuarta marca de nuestra existencia.
Las otras tres son: impermanencia, sufrimiento y ausencia de ego.
Pero en este caso no nos referimos a la paz que es el opuesto de la guerra; es el bienestar que se produce cuando vemos los infinitos pares de opuestos como complementarios. Si hay belleza, debe haber fealdad. Si hay acierto, debe haber equivocación. La sabiduría y la ignorancia no pueden ser separadas. Esta es una antigua verdad, una verdad que los hombres y mujeres como nosotros hemos estado descubriendo durante largo tiempo. Cultivando la curiosidad momento a momento podríamos descubrir que día a día esta paz va descendiendo sobre nosotros y empezamos a entender lo que todos los libros describen.