Hasta que no os veáis el viernes, haz la práctica de observar profundamente para identificar cuánto has colaborado en el conflicto. No eches toda la culpa a la otra persona, reconoce en primer lugar que la principal causa de tu sufrimiento es la semilla de la ira que hay en ti, y que la otra persona es sólo una causa secundaria.
Cuando empieces a comprender el papel que has desempeñado en el conflicto, te sentirás más aliviado. Como sabes respirar conscientemente, abrazar la ira que sientes y liberar tu energía negativa, después de haberlo practicado durante quince minutos te sentirás ya mucho mejor.
Pero la otra persona puede que siga viviendo en un infierno, puede estar sufriendo mucho.