Cuando la ira se manifiesta en nosotros, hemos de reconocer y aceptar que está ahí y que necesitamos cuidar de ella. En ese momento es aconsejable no decir ni hacer nada llevados por la ira.
Volvemos en el acto a nosotros mismos y, al mismo tiempo, invitamos a la energía de ser consciente a manifestarse, para abrazar y reconocer nuestra ira y cuidar de ella.
Pero también es aconsejable contar a la otra persona que estamos enojados, que estamos sufriendo. «Cariño, sufro, estoy enojado y quiero que lo sepas». Y si eres un buen practicante, añades también: «Voy a hacer todo lo que pueda para ocuparme de mi ira». Y puedes concluir con esta tercera frase: «Por favor, ayúdame», porque para ti esa persona sigue siendo una persona muy íntima, muy cercana. Todavía la necesitas.