Dos mendigos vivían a las afueras de un pueblo. Uno era ciego y el otro no tenía piernas. Un día ardió el bosque que estaba cerca del pueblo donde vivían los dos mendigos. Por supuesto, competían entre ellos —tenían la misma profesión, mendigaban de la misma gente— y estaban constantemente enfadados el uno con el otro. No eran amigos, eran enemigos.
Dos personas que tienen la misma profesión no pueden ser amigas. Es muy complicado porque es una cuestión de competencia, de clientes, puedes quitarle el cliente al otro. De modo que cuando ardió el bosque, los dos mendigos se pararon a pensar un momento. Eran enemigos, ni siquiera se hablaban, pero se trataba de una emergencia.