martes, 21 de mayo de 2013

4 CONSEJOS PARA MI


1.- Encierra diplomas y medallas en un féretro. Del gusano que devora elogios no surge una mariposa.

2.-El fruto de la obra no es la obra. Todo lo que ambicionas te paraliza. Haz sin pensar en obtener.

3.- Rechaza los premios. El peso de los premios te hunde en la memoria. La imagen de ti mism@ se convierte en calabozo.

4.- Cesa de ser el que fuiste y el que crees que serás. Incinera tu pasado y tu futuro. Marcha descalz@ por el lomo del presente.
*
Alejandro Jodorowsky

PORQUE AUN SIGUES EN MI


QUIEN AÑADE CONCIENCIA, AÑADE FELICIDAD A SU VIDA


Alejandro Jodorowsky respondió a sí a Vlamyr cuando le preguntó, “¿qué rituales o ejercicios podrías ofrecernos para abrirnos a nuevos niveles de conciencia?”:

“Para llegar a uno mismo, al Ser esencial, primero que nada debemos domar a esa ilusión tatuada en nuestra mente por la familia, la sociedad y la cultura, que llamamos Ego. Ilusión con la que nos identificamos y que nos retiene en una especie de cárcel mental. Se logra esto, observando objetivamente hasta donde nos es posible, la cotidiana conducta de ese personaje que nos posee. He aquí una lista, no exhaustiva, de los defectos de carácter que debemos vencer para llegar a actuar como un ser de un alto nivel de conciencia. Quien añade conciencia, añade felicidad a su vida.

El Ego se alaba sin cesar… El Ego se maltrata, pero en el fondo quiere que le digan que sus defectos no son tan graves o que lo admiren por su franqueza y “humildad”… El Ego habla sin entender lo que está diciendo porque, en verdad, no puede conocer nada pues gira alrededor de sí mismo… El Ego proyecta su imagen en todo el mundo. Si tiene miedo, el mundo es feo. Si está eufórico, el mundo es bello. Si tiene deseos perversos, ve pervertidos en todas partes… El Ego cree que él es lo que piensa, siente, hace. Si critican algo de él, se ofende… El Ego no ve diferencia entre lo que tiene y lo que es él. Los objetos son su continuación. Es capaz de matar si le dañan, por ejemplo, su automóvil… El Ego goza de su propia violencia, como también goza de su insatisfacción e incultura… Como el tiempo es su enemigo porque lo acerca a la muerte, el Ego se preocupa de la edad, es decir, de sus cambios físicos. Cambios que oculta con tatuajes, piercings, adornos… El Ego siempre enjuicia a los demás poniéndose él como medida: son mejores, peores o iguales a él… El Ego tiene buenas razones para justificar sus errores: son culpa de las circunstancias o de los otros… El Ego discute para demostrarse a sí mismo que es más inteligente que los otros. Su táctica es decir “¡No!”… El Ego es codicioso: no ama sino que desea poseer… El Ego dice que le suceden cosas “extraordinarias”: ha visto un platillo volador, ha tenido una visión, conoce a un personaje famoso, etc. Lo que le “sucede” lo cuenta para ponerse en valor y sentirse superior a los que lo escuchan… Cuando alguien muere, el Ego se alegra porque no es él quien expiró… El Ego oculta un mordisco detrás de cada alabanza que concede… Al Ego le gusta agradar y se coloca máscaras de diferentes personalidades para caer bien. Se hace el honesto o el fuerte o el delicado o el niño, según con quien está…El Ego se preocupa por dejar sus huellas en algún lado: firma paredes, pone sus fotografía en marcos, funda escuelas, lucha por obtener medallas y premios, etc… Al Ego le gusta mandar a otros y goza apoderándose de voluntades ajenas. Sufre cuando otro lo manda. Detesta a cualquier clase de maestro… Al Ego le gusta vivir junto a los que tienen poder o fama y es servil con ellos por envidia… El Ego no sabe escuchar: supone lo que le van a decir y reacciona según sus suposiciones sin dejar hablar al otro… El Ego es un vampiro de energía: cuando visita a alguien es capaz de hablarle de sí mismo durante horas sin preguntarle ni siquiera si está bien de salud…

La auto-observación de nuestro Ego debe ser constante: es la básica y esencial primera lucha para acceder a planos de conciencia más elevados.”

PERMISO PARA SER AUTÉNTICO


Una de las condiciones de la autodependencia es que por vía del permiso de ser auténtico, ahora automáticamente me doy cuenta que me merezco cualquier recompensa que aparezca por las decisiones acertadas que tome. No fue mi obligación, fue mi decisión. Pude decidir esto, aquello o lo otro, y por lo tanto, me corresponde el crédito del acierto.

Me corresponde tu agradecimiento por la ayuda que te doy, sobre todo si te das cuenta que dije sí pero podría haber dicho no.

Por supuesto que si el ayudado soy yo, me resultará más fácil y más barato pensar que yo te saqué la respuesta, que no podías elegir, que no podías negarte o que ayudar era tu obligación.

Claro, me resulta mucho más cómodo pensar que el otro tiene que hacerse cargo de mí.

Es el tema de los hijos eternos.

Esos hijos que en ningún momento se deciden a dejar de depender de sus padres.

Si bien es cierto que son muchos los padres que esclavizan a los hijos para que no crezcan y poder así seguir controlando sus vidas, no son pocos los hijos que esclavizan a los padres forzándolos a seguir siendo los que decidan por ellos, para no hacerse cargo, para no ser responsables, porque es más fácil y menos peligroso que otros corran los riesgos, que otros paguen los costos.

El camino de la autodependencia es el camino de hacerme cargo de mí mismo. Para recorrerlo hace falta:

Estar en condiciones
Saberse equipado y
Tomar la decisión.

No hay donde prepararse para el camino.
Vamos descubriendo nuestras condiciones a medida que lo 
recorremos.
Vamos mejorando el equipo a medida que avanzamos.
Vamos solidificando la decisión mientras más camino dejamos atrás.

Del libro:
El Camino de la Auto-Dependencia
Jorge Bucay

LA AUTONOMÍA GENERA INMUNIDAD AL APEGO AFECTIVO


¿Por qué el principio de autonomía genera inmunidad al apego afectivo?

Porque la autonomía produce esquemas anti-apego y promueve maneras más sanas de relacionarse afectivamente, al menos en tres áreas básicas:

a. Las personas que se vuelven más autónomas mejoran ostensiblemente su autoeficacia, adquieren más confianza en sí mismas y se vuelven más autosuficientes. Se previene y/o se vence el miedo a no ser capaz.

b. La libertad educa y levanta los umbrales al dolor y al sufrimiento. Al tener que vérselas con el mundo y luchar por la propia supervivencia, elimina de cuajo la mala costumbre de evitar la incomodidad. En otras palabras, ayuda a la maduración emocional. Se previene y/o se vence el miedo a sufrir.

c. La autonomía conlleva a un mejor manejo de la soledad. Los sujetos que adoptan la autonomía como una forma de vida adquieren mejores niveles de autoobservación y una mayor autoconciencia. Considerando que la soledad está en la base de todo apego, se previene y/o se vence el miedo a la soledad.

Del libro:
AMAR O DEPENDER

Walter Riso

lunes, 20 de mayo de 2013

DIOS NO TIENE RELIGIÓN


AUTOSUFICIENCIA Y AUTOEFICACIA

La autosuficiencia y la autoeficacia

Muchas de las personas dependientes con el tiempo van configurando un cuadro de inutilidad crónica. Una mezcolanza entre desidia y miedo a equivocarse. De tanto pedir ayuda, pierden autoeficiencia.

El devastador “No soy capaz” se va apoderando del adicto, hasta volverlo cada vez más incapaz de sobrellevar la vida sin supervisión. Actividades tan sencillas como llevar el automóvil al taller, llamar a un electricista, reservar pasajes, buscar un taxi, se convierten en el peor de los problemas. Estrés, dolor de cabeza y malestar. La tolerancia a las dificultades se hace cada vez más baja. Como dice el refrán: “La pereza es la madre de todos los vicios”.

Así, lenta e incisivamente, la inseguridad frente al propio desempeño va calando y echando raíces. Como una bola de nieve, la incapacidad arrasa con todo. La tautología es destructora; la dependencia me vuelve inútil, la inutilidad me hace perder confianza en mí mismo. Entonces busco depender más, lo que incrementa aún más mi sentimiento de inutilidad, y así sucesivamente.

Conozco una señora que literalmente deja de funcionar cuando su marido está de viaje. Se desconecta. Su metabolismo entra en receso y sus funciones vitales se lentifican hasta llegar a la apatía total. Hay días en que ni siquiera se levanta de la cama. Su arreglo personal desaparece; no sale, no va a un cine, no visita a su madre, no recibe visitas, no ve televisión, no se preocupa por su alimentación; es decir, no existe. Y no es depresión o nostalgia por la distancia, sino ausencia de energía. Como un auto sin gasolina. Sin la presencia de su marido, las cosas dejan de tener un sentido motivacional o siquiera de conveniencia. Cuando surge algún problema, ella no lo resuelve, espera a que él llame o lo posterga para cuando llegue. En sus palabras: “Si no está él, las cosas no son lo mismo…Las hago, pero no las disfruto ¿Salir? Para qué, mejor lo espero y salgo con él…Aunque pueda sonar a dependencia, vivo para él y no me disgusta”. Como un simple anexo o un pálido reflejo de lo que podría haber sido y no fue. Una discapacitada afectiva.

Si eres de aquellas personas que necesitan el visto bueno de la pareja hasta para respirar, deja a un lado el pulmón artificial y libérate. Despréndete de esa fastidiosa incompetencia. Permite que el principio de la autonomía limpie la basura que tienes acumulada por culpa del apego. La independencia es el único camino para recuperar tu autoeficacia. Sentirse incapaz es una de las sensaciones más destructivas, pero no hacer nada y resignarse a vivir como un inválido es peor. Aunque no te agrade el esfuerzo, hacerte cargo de ti mismo hará que tu dignidad no se venga a pique.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

APODERÁNDOSE DE DIOS


AUSTERIDAD


Hay una palabra en latín para escuchar: obedience. La palabra inglesa obedience viene de ella. Si se escucha correctamente, se crea obediencia.

Si ves correctamente, esto provoca su propia disciplina. La cuestión básica es que en el interior uno debería estar perfectamente vacío mientras escucha, perfectamente vacío mientras ve, perfectamente vacío mientras toca. Sin prejuicio a favor o en contra, sin estar involucrado, sin tener ninguna tendencia sutil, porque esa tendencia destruye la verdad. No tener ninguna tendencia, permitir que la verdad sea... no obligarla a ser otra cosa, sino dejar que sea, sin importar su naturaleza. 

Esta es la vida austera del hombre religioso. Esta es la verdadera austeridad: dejar que la verdad se manifieste... sin perturbarla, manipularla ni dirigirla de ninguna manera acorde con las creencias personales. Cuando se permite que la verdad sea ella misma, desnuda y nueva, una gran disciplina surge en ti: la obediencia. En ti surge un gran orden. 

Entonces dejas de ser un caos; por primera vez empiezas a reunir un centro, un núcleo, porque la verdad conocida inmediatamente se convierte en tu verdad. La verdad conocida como es, inmediatamente os transforma. Ya no eres la misma persona. La misma visión, la misma claridad y la misma experiencia de lo que es la verdad representa una súbita mutación. Es la revolución de la que trata la verdadera religión.

Del libro:
Día a Día
Osho
Día 135
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