martes, 21 de mayo de 2013

LA AUTONOMÍA GENERA INMUNIDAD AL APEGO AFECTIVO


¿Por qué el principio de autonomía genera inmunidad al apego afectivo?

Porque la autonomía produce esquemas anti-apego y promueve maneras más sanas de relacionarse afectivamente, al menos en tres áreas básicas:

a. Las personas que se vuelven más autónomas mejoran ostensiblemente su autoeficacia, adquieren más confianza en sí mismas y se vuelven más autosuficientes. Se previene y/o se vence el miedo a no ser capaz.

b. La libertad educa y levanta los umbrales al dolor y al sufrimiento. Al tener que vérselas con el mundo y luchar por la propia supervivencia, elimina de cuajo la mala costumbre de evitar la incomodidad. En otras palabras, ayuda a la maduración emocional. Se previene y/o se vence el miedo a sufrir.

c. La autonomía conlleva a un mejor manejo de la soledad. Los sujetos que adoptan la autonomía como una forma de vida adquieren mejores niveles de autoobservación y una mayor autoconciencia. Considerando que la soledad está en la base de todo apego, se previene y/o se vence el miedo a la soledad.

Del libro:
AMAR O DEPENDER

Walter Riso

lunes, 20 de mayo de 2013

DIOS NO TIENE RELIGIÓN


AUTOSUFICIENCIA Y AUTOEFICACIA

La autosuficiencia y la autoeficacia

Muchas de las personas dependientes con el tiempo van configurando un cuadro de inutilidad crónica. Una mezcolanza entre desidia y miedo a equivocarse. De tanto pedir ayuda, pierden autoeficiencia.

El devastador “No soy capaz” se va apoderando del adicto, hasta volverlo cada vez más incapaz de sobrellevar la vida sin supervisión. Actividades tan sencillas como llevar el automóvil al taller, llamar a un electricista, reservar pasajes, buscar un taxi, se convierten en el peor de los problemas. Estrés, dolor de cabeza y malestar. La tolerancia a las dificultades se hace cada vez más baja. Como dice el refrán: “La pereza es la madre de todos los vicios”.

Así, lenta e incisivamente, la inseguridad frente al propio desempeño va calando y echando raíces. Como una bola de nieve, la incapacidad arrasa con todo. La tautología es destructora; la dependencia me vuelve inútil, la inutilidad me hace perder confianza en mí mismo. Entonces busco depender más, lo que incrementa aún más mi sentimiento de inutilidad, y así sucesivamente.

Conozco una señora que literalmente deja de funcionar cuando su marido está de viaje. Se desconecta. Su metabolismo entra en receso y sus funciones vitales se lentifican hasta llegar a la apatía total. Hay días en que ni siquiera se levanta de la cama. Su arreglo personal desaparece; no sale, no va a un cine, no visita a su madre, no recibe visitas, no ve televisión, no se preocupa por su alimentación; es decir, no existe. Y no es depresión o nostalgia por la distancia, sino ausencia de energía. Como un auto sin gasolina. Sin la presencia de su marido, las cosas dejan de tener un sentido motivacional o siquiera de conveniencia. Cuando surge algún problema, ella no lo resuelve, espera a que él llame o lo posterga para cuando llegue. En sus palabras: “Si no está él, las cosas no son lo mismo…Las hago, pero no las disfruto ¿Salir? Para qué, mejor lo espero y salgo con él…Aunque pueda sonar a dependencia, vivo para él y no me disgusta”. Como un simple anexo o un pálido reflejo de lo que podría haber sido y no fue. Una discapacitada afectiva.

Si eres de aquellas personas que necesitan el visto bueno de la pareja hasta para respirar, deja a un lado el pulmón artificial y libérate. Despréndete de esa fastidiosa incompetencia. Permite que el principio de la autonomía limpie la basura que tienes acumulada por culpa del apego. La independencia es el único camino para recuperar tu autoeficacia. Sentirse incapaz es una de las sensaciones más destructivas, pero no hacer nada y resignarse a vivir como un inválido es peor. Aunque no te agrade el esfuerzo, hacerte cargo de ti mismo hará que tu dignidad no se venga a pique.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

APODERÁNDOSE DE DIOS


AUSTERIDAD


Hay una palabra en latín para escuchar: obedience. La palabra inglesa obedience viene de ella. Si se escucha correctamente, se crea obediencia.

Si ves correctamente, esto provoca su propia disciplina. La cuestión básica es que en el interior uno debería estar perfectamente vacío mientras escucha, perfectamente vacío mientras ve, perfectamente vacío mientras toca. Sin prejuicio a favor o en contra, sin estar involucrado, sin tener ninguna tendencia sutil, porque esa tendencia destruye la verdad. No tener ninguna tendencia, permitir que la verdad sea... no obligarla a ser otra cosa, sino dejar que sea, sin importar su naturaleza. 

Esta es la vida austera del hombre religioso. Esta es la verdadera austeridad: dejar que la verdad se manifieste... sin perturbarla, manipularla ni dirigirla de ninguna manera acorde con las creencias personales. Cuando se permite que la verdad sea ella misma, desnuda y nueva, una gran disciplina surge en ti: la obediencia. En ti surge un gran orden. 

Entonces dejas de ser un caos; por primera vez empiezas a reunir un centro, un núcleo, porque la verdad conocida inmediatamente se convierte en tu verdad. La verdad conocida como es, inmediatamente os transforma. Ya no eres la misma persona. La misma visión, la misma claridad y la misma experiencia de lo que es la verdad representa una súbita mutación. Es la revolución de la que trata la verdadera religión.

Del libro:
Día a Día
Osho
Día 135
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