lunes, 8 de abril de 2013

ALCANZAR LA FELICIDAD


MEDITACIÓN 5 

"Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que no entre un rico en el Reino de Dios" 
(Mc. 10,25) 

¿Qué puede hacerse para alcanzar la felicidad? No hay nada que ni tú ni cualquier otro podáis hacer. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que ahora mismo ya eres feliz, ¿y cómo vas a adquirir lo que ya tienes? Pero, si es así ¿Por qué no experimentas esa felicidad que ya posees? Pues, simplemente, porque tu mente no deja de producir infelicidad. Arroja esa infelicidad de tu mente, y al instante aflorará al exterior la felicidad que siempre te ha pertenecido. ¿Y cómo se arroja fuera la infelicidad? descubre qué es lo que la origina y examina la causa abiertamente y sin temor: la infelicidad desaparecerá automáticamente. 

Ahora bien, si te fijas como es debido, verás que hay una sola cosa que origina la infelicidad: el apego. ¿Y qué es el apego? Es un estado emocional de vinculación compulsiva a una cosa o persona determinada, originado por la creencia de que sin esa cosa o persona no es posible ser feliz. Tal estado emocional se compone de dos elementos; uno positivo y otro negativo. El el momento positivo es el fogonazo de placer y la emoción el estremecimiento que experimentas cuando logras aquello a lo que estás apegado. El elemento negativo es la sensación de amenaza y de tensión que siempre acompaña al apego. Imagínate a alguien encerrado en un campo de concentración y que no deja de engullir comida: con una mano se lleva la comida a la boca, mientras que con la otra protege la comida restante de la codicia de sus compañeros de encierro, que tratarán de arrebatársela en cuanto baje la guardia. He aquí la imagen perfecta de la persona apegada. Por su propia naturaleza, el apego te hace vulnerable al desorden emocional y amenaza constantemente con hacer añicos tu paz. ¿Cómo puedes esperar, entonces, que una persona apegada acceda a ese océano de felicidad que llamamos el "Reino de Dios"? ¡es como esperar que un camello pase por el ojo de una aguja!. 

Ahora bien, lo verdaderamente trágico del apego es que, si no se consigue su objeto, origina infelicidad; y si se consigue, no origina propiamente la felicidad, sino que simplemente produce un instante de placer, seguido de las preocupación y el temor de perder dicho objeto. Dirás: "Entonces, ¿no puedo tener ni un solo apego?" Por supuesto que sí. Puedes tener todos los apegos que quieras. Pero por casa uno de ellos tendrás que pagar un precio en forma de pérdida de felicidad. Fíjate bien: los apegos son de tal naturaleza que, aun cuando lograras satisfacer muchos de ellos a lo largo de un día, con que sólo hubiera uno que no pudieras satisfacer, bastaría para obsesionarte y hacerte infeliz. No hay manera de ganar la batalla de los apegos. Pretender un apego sin infelicidad es algo así como buscar agua que no sea húmeda. Jamás ha habido nadie que haya dado con la fórmula para conservar los objetos de los propios apegos sin lucha, sin preocupación, sin temor y sin caer, tarde o temprano derrotado. 

En realidad, sin embargo, si hay una fórmula de ganar la batalla de los apegos: renunciar a ellos. contrariamente a lo que suele creerse, renunciar a los apegos es fácil. Todo lo que hay que hacer es ver, pero ver realmente, las siguientes verdades. PRIMERA VERDAD; estás aferrado a una falsa creencia, a saber, la que sin una cosa o persona determinada no puedes ser feliz. examina tus apegos uno a uno y comprobarás la falsedad de semejante creencia. Tal vez tu corazón se resista a ello; pero, en el momento en que consigas verlo, el resultado emocional se producirá de inmediato y en ese mismo instante el apego perderá su fuerza.

domingo, 7 de abril de 2013

PREVINIENDO EL APEGO EFECTIVO


El apego puede prevenirse. Bajo determinadas circunstancias, podemos crear inmunidad a las adicciones afectivas y relacionarnos de una manera más tranquila y descomplicada. Siempre podemos estar afectivamente mejor. Si tu pareja está bien constituida, aún puedes fortalecerla más; y si tiene deficiencias no muy graves, puedes mejorarla. El mejoramiento afectivo es un proceso continuo que no puede descuidarse.

Los tres principios que se presentan a continuación permiten desarrollar una actitud anti-apego, es decir un estilo de vida orientado a fomentar la independencia psicológica sin dejar de amar. Por desgracia, nuestra cultura no los enseña de una manera programada y coherente porque, paradójicamente, la libertad es uno de los valores más restringidos.

El primer principio es el de la exploración, o el arte de no poner todos los huevos en la misma canasta; el segundo es el de la autonomía, o el arte de ser autosuficiente sin ser narcisista, y el tercero, es el principio del sentido de vida, o el arte de alejarse de lo mundano. La aplicación de cada uno de ellos hará tambalear los esquemas responsables de la adicción afectiva, pero si la aplicación es conjunta, el impacto psicológico será óptimo. Una persona audaz, libre y realizada es un ser que le ha ganado la batalla a los apegos.

La inmunidad a la adicción afectiva sólo puede alcanzarse cuando todos nuestros papeles estén debidamente equilibrados. Somos mucho más que esposo/ esposa o novio/ novia. Si vivo exclusivamente para mi pareja, si reduzco todas mis opciones de alegría y felicidad a la relación, destruyo mis posibilidades en otras áreas, las cuales también son importantes para mi crecimiento interior. Cuando se logra la madurez afectiva, el acto de amar no. es tan cautivante como para anularnos, ni tan distante como para enfriarnos. Se obtiene un punto medio, el lugar equidistante, donde el amor existe y deja vivir. 

Nota: en próximos posts veremos los tres principios.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

PERDIDAS Y GANANCIAS



AMISTAD


La primera amistad ha de ser con uno mismo, y en muy contadas ocasiones encontrarás a una persona que sea amigable hacia sí misma. Somos enemigos para nosotros mismos, y en vano esperamos poder ser amigos de otros.


Se nos ha enseñado a condenarnos. El amor a uno mismo se ha considerado como un pecado. No lo es. Es el cimiento de los demás amores, su misma fundación. Solo a través del amor a uno mismo resulta posible el amor altruista. Porque el amor a uno mismo ha sido condenado, todas las demás posibilidades de amor han desaparecido de la Tierra. Ha sido una estrategia muy astuta para destruir el amor. 

Es como si le dijerais a un árbol: «No te nutras a través de la Tierra; eso es un pecado. No te nutras de la Luna y del Sol y de las estrellas; eso es egoísmo. Sé altruista... sirve a otros árboles». Parece lógico, y ahí radica el peligro. Parece lógico: si quieres servir a otros, entonces sacrificate; el servicio significa sacrificio. Pero si un árbol se sacrifica, morirá, no será capaz de servir a ningún otro árbol; no será capaz de existir. 

Al hombre se le ha enseñado: «No te ames a ti mismo». Ese casi ha sido el mensaje universal de las así llamadas religiones organizadas. No de Jesús, pero desde luego del cristianismo; no de Buda, pero sí del budismo... todas las religiones organizadas han tenido una enseñanza: condenate, eres pecador, no vales nada.

Y debido a esa condena, el árbol del hombre se ha encogido, ha perdido lustre, ya no puede regocijarse. La gente se arrastra de algún modo. La gente no tiene raíces en la existencia... está desarraigada. Intenta ser de ayuda a otros sin conseguirlo, porque ni siquiera ha sido amigable consigo misma.

Del libro:
DÍA A DÍA
OSHO
Día 117

sábado, 6 de abril de 2013

EL APEGO NORMAL AL BIENESTAR/PLACER


Tipos de apego afectivo más comunes observados en su práctica clínica. 

a) apego a la seguridad/protección, (ya publicado en post anterior)
b) a la estabilidad/confiabilidad,  (ya publicado en post anterior)
c) alas manifestaciones de afecto, 
d) a las manifestaciones de admiración y 
e) al bienestar/placer de toda buena relación (por ejemplo, sexo, mimos, tranquilidad y compañerismo).

5.- El apego "normal" al bienestar/placer de toda buena relación

Aunque por definición todo apego es contraproducente (a excepción del famoso attachment), ciertas formas de dependencia son vistas como "normales" por la cultura, e incluso por la psicología. Esta evaluación benévola y complaciente tiene dos vertientes. La primera argumenta que la existencia de estas "inocentes" adicciones ayuda a la convivencia, lo cual es bien visto por la estructura social-religiosa tradicional. La segunda posición sostiene que muchos de estos estimulantes afectivos no parecen relacionarse con esquemas inapropiados, sino con el simple placer de consumirlos. De todas formas, su frecuente utilización y la incapacidad de renunciar a ellos, los convierte en potencialmente tóxicos.

Los reforzadores que se obtienen de una buena relación varían de acuerdo con las predilecciones del consumidor; sin embargo, la experiencia ha demostrado que algunas formas de bienestar interpersonal son especialmente susceptibles a generar apego. Señalaré cuatro de ellas: Sexo, mimos/contemplación, compañerismo/afinidad y tranquilidad.

Como es sabido, el apego sexual mueve montañas, derriba tronos, cuestiona vocaciones, quiebra empresas, destruye matrimonios, sataniza santos, enaltece beatos, humaniza frígidas y compite con el más valiente de los faquires. Encantador, fascinante y enfermador para algunos; angustiante, preocupante y desgarrador para otros.

Cuando la adicción sexual es de parte y parte, todo anda a pedir de boca. La relación se vuelve casi que indisoluble. Pero si el apego es unilateral y no correspondido, el que más necesita del otro termina mal, o abre sucursal. Las parejas que coinciden en su afán sexual, no necesitan terapeutas ni consejeros, sino una buena cama (finalmente todo lo arreglan bajo las sábanas). Dos adictos al erotismo, viviendo juntos, alimentando a cada instante el apetito, jamás se sacian. Por el contrario, cada vez se necesitan más y la droga debe ser mayor para producir el mismo efecto. Ningún drogadicto se cura por saciedad.

Si alguna víctima de este apego decide acabar valiente e inquebrantablemente con la pasión que lo embarga, las recomendaciones exceden la ortodoxia terapéutica: rezar mucho, entregarse al ángel de la guarda o irse a vivir a Alaska, lo más lejos posible del oscuro objeto del deseo.

El apego a los mimos/contemplación puede estar libre de todo apego sexual y de cualquier esquema deficitario. En estos casos, el simple gusto por el contacto físico o el "contemplis" en general, es el que manda. Ya sea por causas heredadas o aprendidas, la hipersensibilidad a los arrumacos pone en marcha un alud placentero y arrollador, imposible de detener, que se irradia hasta los lugares más recónditos de nuestro organismo. No es de extrañar que las personas mimosas queden fácilmente atrapadas por los besos, abrazos, la sonrisa u otras manifestaciones de afecto. Una señora no muy bien emparejada defendía su apego así: "Yo sé que tiene mil defectos... ¡Pero es que acaricia tan rico!" Conocí a un joven ejecutivo, víctima del estrés, que lograba apaciguarse totalmente si su esposa le "rascaba" la cabeza.

Contrariamente a lo expresado, para las personas inhibidas, tímidas, inseguras, introvertidas y emocionalmente constipadas, la expresión de afecto puede ser el peor de los aversivos. Hay infinitas maneras de complacer a la persona que se quiere, pero debe haber un receptor disponible. Cuando el dador de amor encuentra un terreno propicio para que la contemplación prospere, no hay nada más estimulante que malcriar a la persona amada.

El apego al compañerismo/afinidad es mucho más fuerte de lo que uno podría creer. He visto personas supremamente apegadas, cuyo único y principal enganche es la congruencia de sus gustos e inclinaciones. Y aunque sexual y afectivamente no estén tan bien, el amiguismo y la buena compañía los mantiene íntimamente entrelazados. No es fácil ser compañero, confidente y cómplice de la pareja, pero si este nexo ocurre, la unión adquiere una solidez sustancial.

Cuando una pareja apegada por la camaradería intenta separarse, el intento no suele prosperar, porque hallar un sustituto afín es supremamente difícil. Como si se tratara de un karma, cada nuevo intento les recuerda lo cerca que todavía están de su "ex". La urgencia por regresar a casa desespera y no da espera. En cuestión de días o semanas se restablece nuevamente el idilio y las coincidencias que los mantenían unidos vuelven a activarse con más fuerza que nunca.

La complicidad de las causas comunes, como los buenos vinos, requiere de tiempo de añejamiento; pero si nos excedemos en el procesamiento, se  avinagra. Si el compañerismo se exagera, el amor adquiere un aroma a fraternidad casi incestuoso. Los individuos apegados al compañerismo de la pareja están dispuestos a sacrificar el placer de sentir amor, con tal de no perder las ventajas de vivir con el mejor amigo.


El apego a la convivencia tranquila y en paz es de los más apetecidos, sobre todo después de los cuarenta años. Hay una época en la vida en que estamos dispuestos a cambiar pasión por tranquilidad. Muchos de mis pacientes prefieren la calma hogareña a las simpáticas y divertidas emociones fuertes. Mientras algunas personas no toleran las discusiones y peleas, a otras les fascina vivir en estado de beligerancia. Así como el buen clima afectivo es un requisito imprescindible para que el amor prospere, la convivencia estresante destruye cualquier relación. Pero si obtener la tan apreciada tranquilidad implica renunciar a los demás placeres y alegrías que el amor sano me puede ofrecer, pensaría seriamente en revisar mi concepto de paz.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

SOBRE LA AMISTAD


¿SE NECESITA ALGO PARA SER FELIZ?

MEDITACIÓN 4 

"... Y el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes" 
(Mc. 10,22) 

¿Has pensado alguna vez que has sido "programado" para ser infeliz y que, por lo tanto, hagas lo que hagas para obtener la felicidad, estás abocado al fracaso? 

Es como si introdujeras una serie de ecuaciones matemáticas en un ordenador, y éste fallara casa vez que pulsas el teclado para obtener un pasaje de Shakespeare. 

Si quieres ser feliz, no necesitas hacer ningún tipo de esfuerzo; ni siquiera necesitas buena voluntad o buenos deseos, sino comprender con claridad de qué manera has sido "programado" exactamente. Lo que ha ocurrido es lo siguiente: primero, tu sociedad y tu cultura te han enseñado a creer que no puedes ser feliz sin determinadas personas y determinadas cosas. Echa un vistazo a tu alrededor, y por todas partes verás personas que en realidad han construido sus vidas sobre la creencia que sin determinadas cosas - dinero, poder, éxito, aceptación, fama, amor, amistad, espiritualidad, Dios... - no pueden ser felices. ¿Cuál es la combinación exacta en tu caso? 

Una vez que te has "tragado" tu creencia, has desarrollado instintivamente un especial apego a esa persona o cosa, sin la que estabas convencido de no poder ser feliz. Luego vinieron los consabidos esfuerzos por adquirirla, aferrarte a ella una vez conseguida y eliminar toda posibilidad de perderla. Todo ello te llevó finalmente a una servil dependencia emocional de ella, hasta el punto de concederle el poder de hacerte estremecer al conseguirla, de angustiarte ante la posibilidad de verte privado de ella y entristecerte en el caso de perderla efectivamente. Detente ahora por unos momentos y contempla horrorizado la lista interminable de ataduras que te tienen preso. Piensa en cosas y personas concretas, no en abstracciones... Una vez que tu apego a ellas se hubo apoderado de ti, comenzaste a esforzarte al máximo, en cada instante de tu vida consciente, por reordenar el mundo que te rodeaba, en orden a conseguir y conservar los objetos de tu adhesión. Es ésta una agotadora tarea que apenas te deja energías para dedicarte a vivir y disfrutar plenamente la vida. Pero, además, es una tarea imposible en un mundo que no deja de cambiar y que tú, sencillamente, no eres capaz de controlar. Por eso, en lugar de una vida de plenitud y serenidad, estás condenado a vivir una vida de frustración, ansiedad, preocupación, inseguridad, incertidumbre y tensión. Durante unos pocos y efímeros momentos, el mundo, efectivamente, cede a tus esfuerzos y se acomoda a tus deseos, y gozas entonces de una pasajera felicidad. Mejor dicho: experimentas un instante de placer, que en modo alguno sustituye la felicidad, porque viene acompañado de un difuso temor a que, en cualquier momento, ese mundo de cosas y personas que con tanto esfuerzo has conseguido construir escape a tu control y te llene de frustración, que es algo que, tarde o temprano, acaba siempre por suceder. 

Hay algo aquí que conviene meditar: siempre que te encuentras inquieto o temeroso, es porque puedes perder o no conseguir el objeto de tu deseo, ¿no es verdad? Y siempre que sientes celos, ¿no es porque alguien puede llevarse aquello a lo que tú estás apegado? ¿Acaso tu irritación no se debe a que alguien se interpone entre ti y lo que deseas? Observa la paranoia que te entra cuando ves amenazado el objeto de tu adhesión o de tu afecto: no eres capaz de pensar con objetividad, y toda tu visión se deforma, ¿no es así? Y cuando te encuentres fastidiado, ¿no es porque no has conseguido en suficiente medida lo que tú crees que puede hacerte feliz o por lo que sientes apego? Y cuando estás deprimido y triste, ¿acaso no ve todo el mundo que es porque la vida no te da aquello sin lo que estás convencido de que no puedes ser feliz? Casi todas las emociones negativas que experimentas son fruto directo de un apego de este tipo. 

viernes, 5 de abril de 2013

UN MATRIMONIO VERDADERO



Todo el proceso del Tantra radica en cómo unir a los opuestos, cómo ayudar a que las polaridades se disuelvan en un único ser, y cuando uno está completo, uno es sagrado.

Ahora bien, el hombre y la mujer no pueden reunirse eternamente; solo puede tratarse de algo momentáneo. Esa es la desdicha del amor, y también su júbilo. El gozo, el éxtasis, es debido a la reunión momentánea. Al menos durante un momento uno se siente completo... no falta nada; todo encaja en una armonía. Hay un gran júbilo, pero no tarda en perderse. 

El Tantra dice: emplea esto como una llave... la reunión con lo exterior solo puede ser momentánea. Pero hay una mujer y un hombre interiores; la reunión con lo interior puede ser permanente, eterna. Así que aprende el secreto desde el exterior y aplicalo al interior. Ningún hombre es solo un hombre v ninguna mujer solo una mujer. Esta es una de las más grandes percepciones del Tantra... porque un hombre nace de hombre y mujer, de la reunión de esas dos polaridades. Lleva algo del padre y algo de la madre. Igual sucede con la mujer. De manera que en lo más hondo de nosotros también está el opuesto; si la mente consciente es hombre, entonces la inconsciente es mujer, y viceversa. 

A menos que aprendas el arte de reunirse con el otro interior, el amor permanecerá como una desdicha v el júbilo como un círculo vicioso, y te sentirás desgarrado. Esa reunión interior es posible del mismo modo que es posible la reunión exterior. Pero la interior tiene algo especial: no necesita terminar... puede ser un matrimonio verdadero.

Del libro:
DÍA A DÍA
OSHO
Día 116

¿ QUIÉN ES EL RESPONSABLE DE TU PROGRAMA?


MEDITACION 3 

"Al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto; y a quien te fuerce a caminar una milla, acompáñalo dos" 
(Mt 5,40-41) 

Si observas de qué modo estás hecho y cómo funcionas, descubrirás que hay en tu mente todo un "programa" toda una serie de presupuestos acerca de cómo debe ser el mundo, cómo debes ser tú mismo y qué es lo que debes desear. 

¿Quién es el responsable de ese "programa"? Tú no, desde luego. No eres realmente tú quien ha decidido cosas tan fundamentales como son tus deseos y exigencias, tus necesidades, tus valores, tus gustos, tus actitudes... Han sido tus padres, tu sociedad, tu cultura, tu religión y tus experiencias pasadas las que han introducido en tu "ordenador" las normas de funcionamiento. Ahora bien, sea cual sea tu edad y vayas a donde vayas, tu "ordenador" va contigo y actúa y funciona en cada momento consciente del día, insistiendo imperiosamente en que sus exigencias deben ser satisfechas por la vida, por la gente, por ti mismo. De hacerlo así, el "ordenador" te permitirá vivir pacífica y felizmente; de lo contrario, y aunque tú no tengas la culpa, generará unas emociones negativas que te harán sufrir. 

Cuando, por ejemplo, otras personas no viven con arreglo a las expectativas de tu "ordenador", éste te atormenta a base de frustración, de ira, de amargura... O cuando, por ejemplo, las cosas escapan a tu control, o el futuro es incierto, tu "ordenador" insiste en que experimentes ansiedad, tensión, preocupación... Entonces empleas un montón de energías en hacer frente a esas emociones negativas. Y generalmente te las apañas para gastar más aún energías en intentar cambiar el mundo que te rodea, al objeto de satisfacer las exigencias de tu "ordenador". con lo cual obtienes cierta dosis de una paz bastante precaria, porque en cualquier momento la menor nimiedad (un tren que se retrasa, una grabadora que no funciona, una carta que no llega...) no es conforme con el programa de tu "ordenador", y éste se empeñará en que vuelvas a preocuparte de nuevo. 

jueves, 4 de abril de 2013

MÁS ALLÁ DEL LENGUAJE


Todo lo que es grande está más allá del lenguaje.

Cuando hay, tanto que decir, siempre resulta difícil decirlo. Solo se pueden decir las cosas pequeñas, únicamente las trivialidades, lo mundano. Siempre que sIentEs algo abrumador, es imposible decirlo, porque las palabras son demasiado estrechas para contener algo esencial. Las palabras son utilitarias. Son buenas para las actividades del día a día, mundanas. Empiezan a quedarse cortas a medida que vais más allá de la vida corriente. En el amor no son útiles, en la oración se vuelven completamente inapropiadas. Todo lo que es grande está más allá del lenguaje, y cuando una persona averigua que nada se puede expresar, entonces ha llegado. Entonces la vida está llena de gran belleza, de gran amor, de gran júbilo v celebración.

Del libro:
DÍA A DÍA
OSHO
Día 115
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