jueves, 7 de marzo de 2013

¿ETERNO?


COHERENCIA


No importa cuantas santas palabras leas,
ni de cuantas sagradas enseñanzas hables,
¿de qué van a servir si no actúas de acuerdo a ellas?
Buddha


Ocúpate de la gota que eres,
el óceano se formará naturalmente,
en esa gota está todo.
Tubi Tubau

Leído en:
Blog: Sincronia

CASI LOCO


Convertirse en un buscador es volverse casi loco en lo que concierne al mundo. Así que estas entrando en la locura. ¡Pero esa locura es la única cordura que hay!

La desdicha del hombre es que ha olvidado el lenguaje del amor. El motivo de que lo haya olvidado es que se ha identificado demasiado con la razón. No hay nada de malo en ello, pero la razón tiene la tendencia de monopolizar. Se aferra a la totalidad de tu ser. Entonces sufren los sentimientos, pasan hambre y poco a poco los olvidas por completo. De modo que no paran de encogerse, y ese sentimiento muerto se convierte en un peso muerto; ese sentimiento se convierte en un corazón muerto. Entonces uno puedo seguir recobrándose de algún modo... siempre será de «algún modo». No habrá encanto ni magia, porque sin amor no hay magia en la vida. Y tampoco habrá poesía; será una prosa plana. Sí, tendrá gramática, pero carecerá de canción. Poseerá estructura, pero sin sustancia. El riesgo de pasar de la razón al sentimiento, y tratar de incorporar un equilibrio, es algo que solo pueden acometer las personas realmente valerosas, o locas, porque el precio de la admisión no es otro que la mente dominada por la razón, la lógica, las matemáticas. Cuando se prescinde de eso, la prosa deja de estar en el centro y su lugar lo ocupa la poesía; el propósito deja de estar en el centro v su lugar lo ocupa el juego; el dinero deja de estar en el centro v lo reemplaza la meditación; el poder deja paso a la sencillez, a la no posesión, al gozo absoluto de la vida... casi a la locura.

Del libro:
DÍA A DÍA
OSHO
Día 103

A QUE COSAS DE LA RELACIÓN ME APEGO


Una paciente de treinta y dos años no era capaz de separarse de su marido, pese al evidente desamor que sentía, a no tener hijos, a disfrutar de una buena posición económica y a no tener impedimentos morales de tipo religioso. No había razón aparente para que ella continuara en esa relación, máxime si consideramos que el esposo era adicto a la cocaína y bisexual declarado. Durante varias semanas tratamos de analizar sus condiciones de vida y su historia personal, para que pudiera tomar una decisión entre dos opciones posibles: darle una nueva oportunidad a la pareja (creo que era la novena o décima), o alejarse definitivamente. Cuando yo intentaba llegar al meollo de sus dudas y detectar los factores que le impedían retirarse, nada parecía explicar su comportamiento. ¿Qué placer o seguridad podía obtener de semejante relación? Un día cualquiera, como al pasar, ella comentó que estaba muy cansada porque no había podido conciliar el sueño esperando a su marido, y luego agregó: "Me cuesta mucho trabajo dormir sola... No es miedo a los ladrones o las fantasmas, sino que necesito que alguien me abrace por detrás y me cuide la espalda...Como acomodarme al espacio que el otro me deja... Por eso me rodeo de almohadas... Es como construir un refugio y meterme en él... Cuando llega con tragos, prácticamente yo me cobijo con su cuerpo... Lo acomodo al mío como un muñeco de trapo, y aunque él ni se da cuenta, me siento arropada, protegida... Pensándolo bien, creo que para mí es muy importante dormir con alguien... ¿Será por eso que no soy capaz de separarme?"


El camino había comenzado a despejarse. Más allá de la evidente irracionalidad y del enorme costo que mi paciente debía pagar por tener un compañero nocturno, la compañía le permitía sobrevivir a un esquema de pérdida/abandono. Como chuparse el dedo, el osito de peluche o el pedazo de tela rota y vieja que sirven de señales de seguridad para ciertos niños, el contacto humano con su pareja le producía la tranquilidad momentánea para poder dormir (confort igual a placer más seguridad). De manera sorprendente, el abrazo noctámbulo tenía para ella la suficiente intensidad positiva como para balancear y justificar todo lo malo que había en la relación. Una pizca de bienestar/protección a cambio de una vida insufrible.

Esta marcada desproporción sólo puede ser explicable desde la desesperación que induce el miedo o la desesperanza que genera la depresión. La famosa frase shakesperiana: "Mi reino por un caballo", podría parecer un mal trueque a los ojos de cualquier avezado comerciante, pero si la contextualizamos en el fragor del campo de batalla, habiendo quedado a pie y sin poder escapar, el negocio es más que bueno. Desde su realidad distorsionada y su incapacidad percibida, mi paciente no veía ninguna otra alternativa, estaba desolada y no era capaz de hacerse cargo de sí misma. Como vimos, la mayoría de las personas apegadas son emocionalmente inmaduras y muy necesitadas de cuidado; por tal razón el regazo de su marido era el opiáceo donde la soledad dejaba de doler. La mente es así. Mientras el principio del placer y el principio de seguridad estén en juego, así sea en pequeñas dosis, uno puede apegarse a cualquier cosa, en cualquier lugar y de cualquier manera.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

miércoles, 6 de marzo de 2013

PLACER O ALEGRÍA


Sí, ya sé lo que va a preguntar. 




Iba a preguntar: ¿Y las emociones positivas como el amor y la alegría?

(le preguntan a Eckhart Tolle), el responde los siguiente: 



Son inseparables de su estado natural de conexión interior con el Ser. Los destellos de amor y alegría o los momentos breves de profunda paz son posibles siempre que hay una brecha en la corriente del pensamiento. Para la mayor parte de las personas, tales brechas ocurren raramente y sólo por accidente, en momentos en que la mente se queda "sin palabras", a veces disparada por la belleza extraordinaria, por un esfuerzo físico extremado o incluso por un gran peligro. Súbitamente hay quietud interior. Y en esta quietud hay una sutil pero intensa alegría, hay amor, hay paz.

JUSTIFICANDO EL APEGO


Para que haya apego debe haber algo que lo justifique: o evitamos el dolor o mantenemos la satisfacción. Nadie se aferra al sufrimiento por el sufrimiento mismo. Ni siquiera los masoquistas se apegan al dolor, sino al deleite de sentirlo. El asceta busca iluminación; el monje flagelante, redención; el suicida, remedio. En cada caso, el placer y/o el sentido de seguridad psicológica se entremezcla hasta crear una especie de "superdroga", altamente sensible a la adicción. Esta explosiva mezcla no siempre se hace evidente; puede aparecer inocentemente como bienestar, tranquilidad, diversión, engrandecimiento del ego, confianza, compañía, soporte o simple presencia física. Si pensamos un momento cómo funciona el apego afectivo en cada uno de nosotros, veremos que la "supersustancia" (placer/bienestar más seguridad/protección) siempre está presente, porque es el motivo del apego. Sin ella, no hay dependencia.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

ABRIR UN SENDERO


Cuando se ha producido un progreso, asegúrate de revivirlo una y otra vez. Siéntate en silencio, recuerdalo; no lo recuerdas, revivelo.

Una vez más empieza a sentir lo mismo. Deja que las vibraciones te rodeen. Penetra en ese mismo espacio y permite que suceda, de manera que, poco a poco, se convierta en algo muy natural para ti. Te vuelves tan capaz de traerlo que puedes hacerlo en cualquier momento. Acontecen muchas percepciones valiosas, pero requieren una continuidad. De lo contrario se convierten en recuerdos, pierdes contacto con ellas y ya no eres capaz de entrar en el mismo mundo. Poco a poco, un día empiezas a descreer de ellas. Puede que pienses que fueron un sueño o una hipnosis o algún truco de la mente. De ese modo la humanidad ha perdido muchas experiencias hermosas. Todo el mundo encuentra algunos espacios hermosos algún día de su vida. Pero jamás intentamos abrir un sendero para que se vuelvan algo natural... igual que cuando comes a diario, te bañas o te vas a dormir, para que al cerrar los ojos puedas estar allí.

Del libro:
DÍA A DÍA
OSHO
Día 102

martes, 5 de marzo de 2013

BUSCADOR




EL ÚNICO DEBER


Una cosa que uno debería retener siempre, y ese es el único deber, es ser feliz.

Convierte el ser feliz en una religión. Si no eres feliz, entonces, sin importar lo que hagas, algo debe estar mal y se requiere un cambio drástico. Deja que decida la felicidad. Soy un hedonista. Y la felicidad es el único criterio que tiene el hombre. No hay otro. La felicidad te da la pista de que las cosas van bien. La infelicidad te indica que las cosas van mal; en alguna parte se necesita un gran cambio.

Del libro:
DÍA A DÍA
OSHO
Día 101
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