viernes, 27 de mayo de 2022
39. ¿PARA QUIÉN ES EL ZEN?
Puesto que es un método que ensancha la percepción y reacondiciona la mente, es básicamente útil para toda persona que no esté conforme con su manera de ser, su personal manera de interpretarse a sí mismo y al mundo.
Como consecuencia, sufre y hace sufrir. No sabe pedir ayuda, ni siquiera sabe que la necesita o en qué pudiera consistir. Si le interesa ayudar a otros, ¿cómo hacerlo sin antes ayudarse a sí mismo?
Quizás con una corta casuística logre dar a entender el sentido de lo que trato de trasmitir.
Por ejemplo: para los desilusionados que creyeron que las cosas eran o podían ser de otra manera, así lo deseaban y resultaron de otra dolorosa.
Por ejemplo: para los que han observado que la vida no tiene sentido alguno ya para ellos y en consecuencia no aspiran a nada que hacer.
Por ejemplo: para los que repiten maneras que conducen al fracaso y al sufrimiento.
Por ejemplo: los que han llegado al límite de su resistencia ante pérdidas continuadas.
Por ejemplo: los agobiados por la falta de libertad en los medios en los que se desenvuelven tales como la familia, el trabajo, deudas, enfermedades, cárcel, política, religión…
Por ejemplo: para los que cargan con una conciencia moral culpable por hechos graves.
Por ejemplo: cobardes, traidores, engañados, de destruir los asuntos, que se desprecian a sí mismos o son despreciados o perseguidos.
Por ejemplo: los que no han sido pagados como se merecían; una y otra vez explotados.
Por ejemplo: los que han participado en acciones violentas obligados por circunstancias políticas, profesionales, delictivas…
Por ejemplo: los pasivos que no han participado, hecho, emprendido, creado,…nada y se sienten inútiles, como los que lo hicieron y han sido retirados.
Por ejemplo: los que por causas diversas desean desaparecer, morir o suicidarse.
Hay una pequeña proporción de personas que perciben intuitivamente y sin formación especial, que la vida no puede ser lo que se ve. Que tiene que ser otra cosa. También perciben una llamada natural o bien, que todo es impermanente, todo pasa y se deshace como si jamás hubiera existido. Así por millones de años, cambiando.
Algunos piensan o saben que sufren sin real motivo, sólo porque se han acostumbrado a interpretar las cosas en una sola dirección que es la acostumbrada.
Bibliografía:
La luciérnaga ciega: Soko Daido Ubalde
Fotografía tomada de internet
jueves, 26 de mayo de 2022
PERMÍTELE A LA VIDA MOVERSE
El Gran Camino no es difícil...Tú lo haces difícil, tú eres difícil. El Gran Camino es fácil... ...para aquellos que no tienen preferencias.
No prefieras; simplemente permítele a la vida moverse. No digas a la vida: "Muévete de esta forma, ve hacia el norte, o ve hacia el sur". No lo digas; simplemente fluye con la vida. No luches contra la corriente, hazte uno con ella.
... para aquellos que no tienen preferencias.
El Gran Camino es fácil para aquellos que no tienen preferencias. Y tú tienes preferencias ¡acerca de todas las cosas! En todo pones tu mente. Dices: "Me gusta, no me gusta. Prefiero esto y no aquello".
Cuando ambos, amor y odio, están ausentes...
Cuando no tienes preferencias..., cuando todas las actitudes "a favor" y "en contra" están ausentes, ambos, amor y odio, están ausentes, a ti ni te gusta ni te disgusta algo, simplemente permites que todo ocurra...
...todo se vuelve claro y diáfano.
Sin embargo, haz la mínima distinción,
y el cielo y la tierra se distancian infinitamente.
Pero tu mente dirá: "Si no tienes preferencias te convertirás en un animal. Si no eliges, ¿cuál es la diferencia entre tú y un árbol?". Hay una diferencia, una gran diferencia; pero no la diferencia que trae la mente sino una que viene a través de la consciencia. El árbol vive sin elección, inconscientemente. Tú vivirás sin elección, conscientemente. Esto es lo que significa consciencia sin elección, y la mayor diferencia es que serás consciente de que no estás eligiendo.
Y esta consciencia te da una paz tan profunda..., te conviertes en un buda, un "Sosan", un "Chuang Tzu". El árbol no puede convertirse en un Chuang Tzu. Chuang Tzu es como un árbol, y algo más. Es como el árbol en lo que respecta a la elección, pero es absolutamente distinto del árbol en lo concerniente a la consciencia; es absolutamente consciente de que no elige.
Del libro:
Hsin Hsin Ming: El libro de la nada
Osho
Fotografía tomada del internet
miércoles, 25 de mayo de 2022
NO PUEDES ALCANZAR LA FELICIDAD NEGÁNDOTE A TI MISMO
Reprimir no es cambiar, es ocultar, para que te acepten tal y como no eres. Es hacerte daño por miedo a que no te quieran. Piensas que tienes una carencia, pero tu única falta es la falta de amor propio. De ti depende, lo que sientes te puede abrasar o tú lo puedes abrazar, es cuestión de una letra. «No puedes alcanzar la felicidad negándote a ti mismo.»
Sagar Prakash Khatnani
Extracto del libro:
365 semillas de conciencia para una vida plena
Fotografías tomadas de Internet
martes, 24 de mayo de 2022
SE LLAMA CALMA Y ME COSTÓ MUCHAS TORMENTAS OBTENERLA
Se llama calma y cuando desaparece…. salgo otra vez a su búsqueda.
Se llama calma y me enseña a respirar, a pensar y repensar.
Se llama calma y cuando la locura la tienta se desatan vientos bravos que cuestan dominar.
Se llama calma y llega con los años cuando la ambición de joven, la lengua suelta y la panza fría dan lugar a más silencios y más sabiduría.
Se llama calma cuando se aprende bien a amar, cuando el egoísmo da lugar al dar y el inconformismo se desvanece para abrir corazón y alma entregándose enteros a quien quiera recibir y dar.
Se llama calma cuando la amistad es tan sincera que se caen todas las máscaras y todo se puede contar.
Se llama calma y el mundo la evade, la ignora, inventando guerras que nunca nadie va a ganar.
Se llama calma cuando el silencio se disfruta, cuando los ruidos no son solo música y locura sino el viento, los pájaros, la buena compañía o el ruido del mar.
Se llama calma y con nada se paga, no hay moneda de ningún color que pueda cubrir su valor cuando se hace realidad.
Se llama calma y me costó muchas tormentas y las transitaría mil veces más hasta volverla a encontrar.
Se llama calma, la disfruto, la respeto y no la quiero soltar…
Dalái Lama
lunes, 23 de mayo de 2022
LA SANGHA DEL BUDA
Todos somos conscientes del sufrimiento que nos embarga y que embarga también al mundo que nos rodea. Queremos hacer algo que contribuya a reducir un sufrimiento cuya magnitud nos hace sentir impotentes. No parece que de forma aislada podamos hacer mucho para aliviar un sufrimiento que nos desborda y sume, en consecuencia, en la depresión y la enfermedad. Ese fue el sentimiento que el Buda experimentó siendo muy joven. Vio todo el sufrimiento que le rodeaba y se dio cuenta de que esa era una situación que ni siquiera un rey podía cambiar. Por ello decidió no convertirse en rey y emprender otro camino. Lo que le motivó a convertirse en monje y entregarse a la práctica fue en suma, su profundo deseo de ayudar a reducir el sufrimiento de la gente.
Monjas, monjes y practicantes laicos se sienten motivados por el mismo deseo que albergó el Buda de hacer algo que pueda aliviar el sufrimiento en el mundo y en nosotros mismos. El sufrimiento que hay en nuestro interior es un reflejo del sufrimiento del mundo. Por ello, cuando entendamos nuestro propio sufrimiento, entenderemos también el sufrimiento del mundo. Y cuando podamos transformar nuestro sufrimiento, podremos transformar también el sufrimiento del mundo. Eso fue precisamente lo que hizo el Buda.
Cuando yo era un joven monje en Vietnam, durante los años de la guerra, el sufrimiento era extraordinario. Murieron millones de personas, no solo soldados sino también civiles y no solo adultos sino también niños. El sufrimiento nos desbordaba y queríamos hacer algo que pusiera fin a la guerra. Entonces vimos con toda claridad que actuando aisladamente no podríamos hacer gran cosa y que si nos reuníamos como una sangha conseguiríamos mucho más.
Todo el mundo siente lo mismo. Nuestro planeta se ve desbordado por el odio. El mundo está saturado de violencia y sufrimiento. Si te dejas desbordar por la plaga de la impotencia, acabarás alienándote. Queremos hacer algo: primero sobrevivir y luego contribuir a reducir el sufrimiento. Y, como el Buda, vemos que, en ausencia de sangha, poco podremos hacer. Así es como nos unimos a la sangha y nos aferramos a ella, conscientes de que sin ella no hay forma de salir de la situación.
Comparado con el sufrimiento del mundo, es evidente que nuestro sufrimiento interior es insignificante. Esa comprensión relativiza y reduce de inmediato nuestro sufrimiento. Permanecer en contacto con el sufrimiento no solo nos hace sentir menos aislados, sino que atenúa también nuestro propio dolor. Al reunirnos como sangha, tenemos una aspiración común y también una energía, un deseo y una voluntad conjunta. Ese es el tipo de energía que nos ayuda a entender lo mucho que podemos hacer colectivamente. En mi opinión, el próximo buda no será un individuo, sino una sangha, porque ya no basta con un buda aislado. Tenemos que convertirnos en sangha.
Podemos reunirnos de un modo que alimente nuestra alegría, así como nuestra sensación de humanidad común. Sentimos alegría cuando hacemos cosas como sangha, sonriendo, cantando y trabajando juntos. Durante los periodos que pasamos juntos, desarrollamos nuestra felicidad, nuestra purificación y nuestra aspiración. En la medida en que nuestra aspiración crece, podemos afrontar mayores dificultades y emprender juntos algún tipo de acción que contribuya a reducir el sufrimiento del mundo.
Cuando trabajamos unidos como sangha, podemos generar mucha alegría, un tipo de alegría que no solo resulta individualmente curativa, sino que también contribuye a curar el mundo. En ausencia de la alegría proporcionada por la fraternidad, no llegaremos muy lejos. El amor-bondad no es amor romántico, sino solidaridad, comprensión, cuidado y protección. El llamado amor romántico es insuficiente porque tiene una vida muy breve, pero el amor derivado de la fraternidad es más permanente y capaz de sostenernos y ayudarnos a realizar nuestro propósito.
No podemos olvidar que, en ausencia de sangha y de auténtica unión, no podremos contribuir a transformar el sufrimiento y el miedo del mundo. Para liberar nuestra tensión y abrazar nuestros sentimientos dolorosos, tenemos que aprender a inspirar y espirar.
Cuando experimentamos sentimientos de miedo, enfado o desesperación, tenemos que saber cómo afrontarlos. Y cuando aparezca un conflicto, debemos saber cómo aplicar la escucha profunda y compasiva y el habla amable para restablecer la comunicación. Eso es algo que solo podremos hacer si sabemos cómo practicar. Nuestra práctica nos ayuda a transformar el sufrimiento del mundo, de nuestra comunidad, de nuestra familia y de nosotros mismos. En ausencia de sangha, sin embargo, la práctica no será sencilla.
Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet
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