domingo, 1 de mayo de 2022

ESO SÍ, NUNCA ME HA PUESTO LA MANO ENCIMA


 

LA TIENDA DE LA VERDAD


No podía dar crédito a mis ojos cuando vi el nombre de la tienda: LA TIENDA DE LA VERDAD. Así que allí vendían verdad.

La correctísima dependienta me preguntó qué clase de verdad deseaba yo comprar: verdad parcial o verdad plena. Respondí que, por supuesto, verdad plena. No quería fraudes, ni apologías, ni racionalizaciones. Lo que deseaba era mi verdad desnuda, clara y absoluta.

La dependienta me condujo a otra sección del establecimiento en la que se vendía la verdad plena.

El vendedor que trabajaba en aquella sección me miró compasivamente y me señaló la etiqueta en la que figuraba el precio. «El precio es muy elevado, señor», me dijo. «¿Cuál es?», le pregunté yo, decidido a adquirir la verdad plena a cualquier precio. «Si usted se la lleva», me dijo, «el precio consiste en no tener ya descanso durante el resto de su vida».

Salí de la tienda entristecido. Había pensado que podría adquirir la verdad plena a bajo precio. Aún no estoy listo para la Verdad. De vez en cuando ansío la paz y el descanso. Todavía necesito engañarme un poco a mí mismo con mis justificaciones y mis racionalizaciones. Sigo buscando aún el refugio de mis creencias incontestables.



Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

viernes, 29 de abril de 2022

EL LIBRO QUE ESTAMOS LEYENDO


 

EL CAMINO ES FÁCIL, LA MNETE LO VUELVE DIFÍCIL


EXACTAMENTE IGUAL QUE CHUANG TZU: "Lo fácil es lo correcto". El Gran Camino no es difícil. Si parece difícil, eres tú el que lo hace difícil. El Gran Camino es fácil. ¿Cómo va a ser difícil? Hasta los pájaros vuelan en él y los peces nadan en él. ¿Cómo va a ser difícil? El hombre lo hace difícil, la mente lo vuelve difícil; y el truco para hacer de cualquier cosa fácil algo difícil es elegir, hacer una distinción. 

El amor es algo fácil, el odio es algo fácil, pero tú eliges. Dices: "Sólo voy a amar, no voy a odiar". Así todo se vuelve difícil. ¡Así ni siquiera puedes amar! Inspirar es fácil, espirar es fácil. Pero tú eliges. Dices: "Sólo voy a inspirar, no voy a espirar". De esta forma todo se vuelve difícil. La mente puede decir: "¿Para qué espirar? La respiración es vida. Simple aritmética: inspira, no expulses el aire; estarás cada vez más vivo. Acumularás más vida. Tendrás grandes reservas de vida. Inspira solamente, no espires porque espirar es morir". Lo primero que hace un niño al nacer es inspirar. Y lo último que un hombre hace al morir es espirar. La vida comienza con la inspiración y la muerte comienza con la espiración. 

Cada vez que inspiras renaces; cada vez que espiras mueres, porque el aliento es vida. Es por eso que los hindúes lo han llamado prana: prana significa "vida". El aliento es vida. Simple lógica, simple aritmética, ningún problema, lo puedes hacer sencillo: inspira cada vez más y no espires, así no morirás. Si espiras morirás. ¡Y si espiras mucho te morirás antes! Entonces, ¿qué se supone que una persona lógica debería hacer? Una persona lógica solamente inspiraría, nunca espiraría.

El amor es inspirar, el odio espirar. ¿Qué hacer entonces? La vida es fácil si no decides, porque entonces sabes que inspirar y espirar no son dos cosas opuestas; son dos partes de un mismo proceso. Y estas dos partes son orgánicas, no puedes dividirlas. ¿Y si no espiras...? La lógica se equivoca. No vivirás; sencillamente, te morirás inmediatamente.

Pruébalo: solamente inspira, no espires. Lo entenderás, te pondrás tenso, muy tenso. Todo tu ser querrá espirar porque si no morirás. Si eliges, te meterás en un problema. Si no eliges, todo será fácil. Lo fácil es lo correcto.

Si el hombre se encuentra en un problema es debido a los muchos maestros que han envenenado su mente, que le han estado enseñando: "¡Elige esto! ¡No hagas esto, haz esto". Todas estas elecciones le han destruido. Y parecen lógicos. Si discutieras con ellos, ellos siempre tendrían razón. La lógica les apoya: "¡Mira, es tan simple! ¿Para qué espirar si espirar es morir?".

Y esto ha ocurrido, no sólo con la respiración..., o incluso con la respiración. Hay escuelas de yoga que dicen que tu vida se cuenta a través de la respiración; que tu vida no se cuenta por los años que vives sino por las veces que respiras; así que respira lentamente. Si respiras doce veces por minuto morirás pronto; así que respira seis veces, o mejor aún tres, vivirás más tiempo.

Nadie lo ha conseguido, pero la gente lo sigue intentando. Respira lentamente. ¿Por qué?; porque si respiras lentamente espirarás menos veces, así que cada vez estarás muriendo menos, o podrás vivir más tiempo. Pero lo único que ocurrirá será que perderás tus ganas de vivir. Y la vida no se prolongará, aunque lo parezca.




Del libro:
Hsin Hsin Ming: El libro de la nada
Osho
Fotografía tomada del internet

jueves, 28 de abril de 2022

BAJO LOS EFECTOS DE UN FUERTE AMOR PASIONAL PODEMOS HACER CUALQUIER ESTUPIDEZ


 

ALGUIEN


Alguien con quien conectar y que te comprenda. Alguien que te acoja bajo sus alas y te 
calme. Alguien que te dé confianza y seguridad. Alguien que te recuerde constantemente lo que vales. Alguien que te motive para salir de tu zona de confort. Alguien que cuando te equivoques lo acepte sin juzgarte. Alguien que te apoye en el éxito y en el revés.

Alguien que no pretenda la perfección en ti. Alguien que te muestre su fidelidad siempre.

Alguien a quien admirar y mimar también. Ese alguien que tanto buscas fuera, eres tú.

Sergi Rufi



Extracto del libro:
365 semillas de conciencia para una vida plena
Fotografías tomadas de Internet

miércoles, 27 de abril de 2022

CONOCERSE A FONDO

Para despertarse, el único camino es la observación. El irse observando a sí mismo, sus 
reacciones, sus hábitos y la razón de por qué responde así. Observarse sin críticas, sin justificaciones ni sentido de culpabilidad ni miedo a descubrir la verdad: es conocerse a fondo.

Anthony de Mello


Extracto del libro:
365 semillas de conciencia para una vida plena
Fotografías tomadas de Internet

LOS DERECHOS HUMANOS Y EL AMOR DE PAREJA


La mayoría de la gente piensa que el tema de los derechos humanos es algo que concierne a los políticos, la ONU o a los países del tercer mundo, y no se percatan de que su importancia se revela en todos los aspectos de la vida interpersonal. Creemos que el amor, por su magnificencia y glorificación, está por encima de la humanidad, que es algo tan limpio y puro que no puede contaminarse con lo mundano. Nada más falso. En las relaciones afectivas, llámese amistad, pareja o familia en general, los derechos humanos son violados sistemáticamente.

¿Quién no se ha visto enredado alguna vez con alguien que intenta engañarlo o manipularlo para imponer sus intereses personales? Los monstruos afectivos existen, así como existen los grandes amores. Además, debemos reconocer que, bajo los efectos de un fuerte amor pasional podemos hacer cualquier estupidez y aceptar cualquier cosa. La capacidad de enamoramiento o la hipersensibilidad al amor nos hace vulnerables a los depredadores afectivos, debilita nuestra autonomía y la autoafirmación del "yo". Debilidad placentera, pero peligrosa.

Las interacciones humanas pueden ser simétricas (entre personas que manejan un mismo nivel de poder) o asimétricas (entre personas que no manejan el mismo nivel de poder). Sin embargo, no conozco ningún vínculo interpersonal totalmente equilibrado, igualado por lo bajo y por lo alto, llámese matrimonio, noviazgo, amantes o amigovios. E, incluso, si pudiéramos concebir semejante igualdad, no tendríamos la certeza absoluta de que alguna de las partes, por diversas razones, pudiera intentar aprovecharse de la otra. El amor no impide necesariamente la lucha por el poder, ni garantiza que este forcejeo se realice acorde con los derechos humanos. La película La guerra de los Roses no es ficción. He visto parejas que se mantienen por años en pie de guerra y de batalla en batalla.

Como decía antes, un número considerable de personas se ve enredado en relaciones afectivas en las que uno de los miembros de la pareja de turno se aprovecha del otro y lo lastima profundamente. Muchos de estos abusos no solamente se enmarcan en las agresiones físicas sino en las psicológicas (v.g. descalificación, chantaje emocional, amenazas, culpabilización, sarcasmo), evidentemente más sutiles y encubiertas, frente a las cuales la opinión pública y la ley aún no están lo suficientemente sensibilizadas (intenta ir a una comisaría y denunciar a tu pareja porque te denigra psicológicamente, a ver qué cara pone el comisario en cuestión). La intromisión indebida en la mente de un individuo es quizás la peor forma de violencia, porque la víctima no siempre se da cuenta de lo que está ocurriendo y puede acostumbrarse a los ataques. No sólo hay una permisividad cultural del maltrato psicológico y del acoso moral, también existe en las personalidades débiles una resignación a la tortura psicológica que a veces Sorprende.

Una mujer me contaba: "Mi esposo me insulta todo el día y se burla de todo lo que hago... Eso sí, nunca me ha puesto la mano encima". Extraña manera de evaluar el maltrato'. "Puedes insultarme, pero no pegarme". Difícil de entender. La opción saludable resulta evidente: "No puedes ni insultarme ni pegarme".

Recuerdo un caso que podría ser considerado como un récord Guiness en cantidad de maltrato psicológico por unidad de tiempo. Desde que entraron a mi consultorio, el hombre empezó como una escopeta de perdigones a lanzar agravios, pullas, ironías e injurias de todo tipo a su mujer. El embate era a mansalva y sin clemencia: "inútil", poca cosa, "mala mujer", "para qué me habré casado contigo", "loca", "poco inteligente", "fea", "frígida", "gorda desagradable", "maldita sea la hora en que te conocí" y cosas por el estilo. La señora, al parecer ya curtida en estas lides, permanecía de brazos cruzados mirándome, como diciendo:"¡Mire y aprenda de qué se trata esto!" Pese a mis intentos por apaciguar al señor, él seguía expulsando sus demonios. Al principio, supuse que debía de haber existido alguna pelea reciente que explicara semejante conducta, pero una afirmación de la mujer me dejó de una pieza: "Siempre es así. Y eso no es nada, aquí se controla porque está usted presente...". Cuando le pregunté al señor por qué se comportaba de ese modo, me dijo: "Ya no me la aguanto". Mi respuesta fue apenas obvia: "¿Han pensado en la separación, así sea por un tiempo?" Él guardó silencio por primera vez y ella encogió los hombros.

Conclusión: el ser humano puede acostumbrarse a cualquier cosa. Nunca volvieron a terapia, quizás porque presentían que el resultado sería inevitablemente la separación. De todas maneras, lo que me interesa señalar es |que podemos volvernos indiferentes al maltrato como si éste fuera parte inevitable de nuestro destino.

Una forma especialmente inquisitiva y dolorosa de sancionar al otro es, sin lugar a dudas, la indiferencia. He conocido a personas que "castigan" a su pareja con un silencio sostenido cruel que puede llegar a durar meses.

¡Sí, meses ignorando al otro! Haciendo una analogía con el pensamiento que expresa Hannah Arendt, en su libro Los orígenes del totalitarismo, para estos castigadores, la pareja se convierte en un ser "superfluo". Una mujer me decía angustiada: "Se me olvidó darle a mi | marido un recado que le había mandado la secretaria y no me habla desde hace quince días". Hay que querer muy poco o estar psicológicamente muy enfermo para no dirigirle la palabra durante tanto tiempo a la pareja simplemente porque tuvo un olvido.

¿Cómo seguir en una relación si te ignoran olímpicamente, no te dirige la palabra, no te escuchan o te pasan por encima como si fueras un objeto simplemente para castigarte? Latigazos o silencio: ¿qué prefieres? ¿Qué se necesita para soportar la ausencia voluntaria del otro y luego seguir como si nada hubiera pasado? Creo que a nadie le gusta ser un cero a la izquierda, pero tal como dije antes, el miedo corrompe. ¡Cuando, por ejemplo, un hombre tiene que olerle la vagina a su pareja cada vez que llega de la calle para estar seguro de que no ha tenido relaciones con otro hombre, ¿por qué accede la mujer? Una paciente me respondió lo siguiente: "Con eso lo dejo tranquilo. Si él quiere husmear mi ropa interior o mis genitales, que lo haga, es un segundo y listo... Él es muy inseguro, pero me quiere mucho...". Sin palabras.




Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet
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