viernes, 17 de diciembre de 2021

PASAR DEL SER DE A ESTAR CON


 

¿POR QUÉ SUFRIMOS? RESISTENCIA AL SUFRIMIENTO


El sufrimiento humano puede parecer tan insondable, incontrolable, impenetrable..., un problema demasiado descomunal para poder remediarlo. A veces parece tan sin sentido, tan inexplicable o tan fortuito y repentino que lo único que uno puede decir es: «¿Qué me pasa? ¿Qué es lo que estoy haciendo mal?», «¡Debe de ser por mí, por mi forma de ser!», «Será que es mi sino sufrir así», «Seguro que es la genética, o algún desequilibrio químico del cerebro».

Yo no creo que haya nadie fundamentalmente incapacitado para la vida, que nadie tenga que sufrir, que haya ninguna desdicha predestinada o inherente a nosotros en modo alguno.

Lo que sí veo es que mucha gente busca, intentando escapar de lo que piensan y sienten en el momento. Oponen una resistencia férrea a la experiencia presente, pero no se dan cuenta de que es eso lo que hacen, y tienen así la sensación de que el sufrimiento les invade, casi como si les llegara del exterior y fueran víctimas de él. Si se dieran cuenta de la magnitud de su resistencia al momento, no tendrían que seguir recurriendo a todo tipo de extrañas teorías para explicar o justificar su sufrimiento. Dejarían de culpar de su sufrimiento a la vida, dejarían de culparse a sí mismos, a los demás o a las circunstancias; dejarían de culpar a la alineación de los planetas o de las estrellas, a las fuerzas electromagnéticas o las energías cósmicas, a su karma, a su gurú, a Dios o al diablo, y serían responsables en el auténtico sentido de la palabra: capaces de responder a la vida tal como es en este mismo instante, y no a la vida como imaginan que es o que debería ser.

Todo mi sufrimiento resultó ser un regalo, no una maldición. La depresión apareció para hacerme ver —de la manera más dramática que cabe— hasta qué punto me había desconectado de la vida. Visto así, el sufrimiento siempre es una señal que nos indica el camino de vuelta a la integridad.

Con frecuencia, solo cuando empezamos a sufrir comenzamos a escuchar a la vida. Así que, de algún modo, a todos se nos provee de la cantidad de sufrimiento exacta que necesitamos para reconocer quiénes somos realmente.

Cada ola es una expresión única del océano, y cada ola sufrirá de una manera distinta. Tu sufrimiento es tu imitación sin par a que retornes al océano.

Mi depresión apuntaba directamente al despertar espiritual. Mi depresión indicaba el camino de vuelta a quien soy realmente, que está siempre en profundo reposo; era una invitación a soltar la carga de mi pesado relato sobre el pasado y el futuro, y a descansar profundamente en la experiencia presente; era una invitación a despertar del sueño de la separación. Solo que tardé cierto tiempo en aceptarla.

Comprender que nada exterior a nosotros provoca en realidad nuestro sufrimiento es la clave de una increíble libertad. Las circunstancias nunca pueden ser realmente la causa de nuestro sufrimiento; es siempre la respuesta que damos a las circunstancias la que nos hace sufrir. Sufrimos solo cuando buscamos la forma de escapar de ciertos aspectos de nuestra experiencia presente y, al hacerlo, nos separamos de la vida y entramos en guerra con nosotros mismos y con los demás —a veces de manera obvia y a veces de manera muy sutil—. Nuestro sufrimiento tiene sus raíces en la negativa a sentir lo que sentimos, a experimentar lo que experimentamos ahora mismo. El sufrimiento es inherente a nuestra guerra con la vida tal como es, inherente a la ceguera que nos impide ver que todo lo que sucede en el momento está siempre aceptado, en el sentido más profundo.

Existe mucha confusión en torno a la palabra «aceptación», así que, antes de que sigamos adelante, quiero explicar algo sobre ella. Una de las primeras reacciones que me llegan de la gente que tiene su primer contacto con este mensaje es: «¿Qué quieres decir, Jeff, que tenemos que aceptarlo todo..., sentarnos cómodamente, sin hacer nada, asumiendo que no hay posibilidad de lograr ningún cambio? Si nos limitamos a aceptar todo lo que ocurre, ¿no conduce eso a la pasividad, la apatía, la inacción y la impotencia?».

Aceptación no significa que deberíamos renunciar a toda tentativa de impedir que suceda aquello que no deseamos —como si eso fuera posible—. No estoy diciendo que deberíamos sentarnos tranquilamente y dejar que todo ocurra si podemos hacer algo al respecto. Nadie quiere que enfermen sus seres queridos, nadie quiere perder todos sus bienes o tener un accidente de coche, nadie quiere que su pareja le deje de improviso, ni que le agredan físicamente, pero son cosas que pasan. La vida no siempre se ajusta a nuestros planes. Incluso cuando tenemos la mejor de las intenciones; incluso cuando hacemos planes con la base mas solida posible, apelamos al pensamiento positivo, practicamos la oración e intentamos de buena fe manifestar nuestro destino; incluso cuando seguimos un camino espiritual y trabajamos en nuestra evolución, ocurren cosas que no habríamos elegido que ocurrieran, y se hace patente, una y otra vez, que, en última instancia, no tenemos control sobre esto a lo que llamamos vida. Incluso las personas a las que se ha considerado más iluminadas han terminado en una cama de hospital, con dolores terribles a causa de un tumor, pidiendo más morfina.

Lo que trato de decir es que, si queremos ser verdaderamente libres, debemos hacer frente a esta realidad con los ojos bien abiertos. Debemos dejar de engañarnos, debemos apartarnos de las ensoñaciones y la esperanza, y decir la verdad sobre la vida tal como es. La gran libertad reside en admitir la verdad de este momento, por mucho que choque con nuestras esperanzas, nuestros sueños y nuestros planes.

Lo que intento que entiendas es que, en definitiva, la propia realidad —no lo que nosotros pensamos sobre ella— es la que manda. Aceptación significa ver la realidad, ver las cosas como son realmente, y no como esperamos o deseamos que sean. Y, desde ese lugar de alineamiento total con lo que es, toda acción creativa, afable e inteligente fluye con naturalidad.

Juzgamos la vida constantemente. Suceden cosas, y a continuación las aprobamos o las desaprobamos. Las aceptamos o las rechazamos. Decimos: «No debería haber sucedido esto». Decimos: «La vida es mala», «La vida es buena», «La vida no tiene sentido» o «La vida es cruel». Decimos: «La vida siempre se porta bien conmigo» o: «La vida nunca me da lo que quiero». Pero la vida en sí llega antes que todas las etiquetas que le pongamos; llega antes que todos nuestros juicios sobre ella. La vida no puede ser buena ni mala. La vida es simplemente la vida, que toma la apariencia de todo cuanto hay, de lo que llamamos positivo y de lo que llamamos negativo. La vida «hace que el sol brille sobre los buenos y los malos por igual», como dice la Biblia. La vida hace que el sol brille, y la vida es el sol que brilla y todo aquello sobre lo que brilla el sol, incluido aquello sobre lo que preferiríamos que el sol no brillara.

Más adelante, hablaré mucho más sobre la verdadera naturaleza de la aceptación en este sentido auténticamente profundo. Pero, por ahora, digamos simplemente que, desde un lugar de profunda aceptación de la manera en que son las cosas —por haber visto la perfección inherente a la vida en sí—, seguimos siendo totalmente libres de hacer lo que sintamos el impulso de hacer: de ayudar a cambiar las cosas, a hacer del mundo un lugar más humano. La diferencia estriba en que nuestras acciones ya no provendrán de la suposición básica de que la realidad está estropeada y es necesario arreglarla, y, por debajo de eso, de la suposición de que cada uno de nosotros está separado de la vida. Cualquier movimiento que proceda del supuesto de que la vida es defectuosa no hará sino perpetuar la enfermedad que promete curar.

Este libro no habla de sentarse cómodamente alejados de la vida y no hacer nada; eso es desapego, que es otra forma de separación. Este libro habla sobre la relación íntima con la vida, con la vida toda, que podríamos decir que es la muerte del desapego. Es imposible tener una actitud pasiva hacia la vida cuando te das cuenta de que eres la vida misma.

El despertar no es el final del compromiso con la vida...; es solo el principio. Paradójicamente, cuando comprendemos lo perfecta que es la vida, cómo todo sucede exactamente cómo ha de suceder, nos sentimos más libres que nunca de salir al mundo y cambiar las cosas para mejor. Al ver lo perfecto que es alguien exactamente como es, eres más libre que nunca de ayudarle a ver con claridad lo que a sus ojos es imperfección. Tu acción ya no proviene del supuesto básico de que esa persona es una entidad defectuosa que es necesario reparar; ves que ya es un ser íntegro y, desde las profundidades de esa comprensión, le señalas el camino de vuelta a su integridad inherente. Enraizado en la integridad, eres libre de participar plenamente en la danza de la separación aparente.

Cuando ya no intentas arreglar la vida, quizá puedas serle de gran ayuda a la vida. Cuando ya no intentas arreglar a los demás, quizá puedas ser para ellos una gran bendición. Tal vez la verdadera sanación se produce cuando dejas de interferir.

Posiblemente lo que la vida necesite más que ninguna otra cosa sean personas que ya no ven problemas, sino que ven la inseparabilidad de sí mismos y el mundo, y que se implican plenamente en el mundo desde ese lugar de la más profunda aceptación. La más profunda aceptación de las cosas tal como son y el compromiso valiente con la vida son uno, por muy paradójico que le suene a la mente racional.



Extracto del libro:
La más profunda aceptación
Jeff Foster
Fotografías tomadas de Internet

jueves, 16 de diciembre de 2021

AMOR CÓSMICO


 

BUSCAR REAFIRMACIÓN


 

CUANDO ÉRAMOS NIÑOS NOS "DROGARON"


Si tomamos a un niño pequeño, de unos seis meses de edad y le inyectamos 
repetidamente heroína o cualquier otra droga, después de un lapso todo el cuerpo del niño clamará por la droga. En lugar de ser criado con una alimentación buena y saludable, habrá sido criado con droga. De modo que, cuando se lo priva de la droga, el pobre niño sufre las agonías de la muerte.

¿Listos para una sorpresa? Esto es lo que nos sucedió, a ti y a mí, a todos nosotros. Nos drogaron... cuando éramos niños. No nos criaron con el alimento sano y saludable del juego y el trabajo, de la belleza y los placeres de los sentidos, y, cuando crecimos, del placer del intelecto. ¡Oh no! desarrollaron en nosotros el gusto por drogas llamadas "aprobación", "éxito", "hacerlo a la perfección", "alcanzar el éxito, la afirmación, el triunfo, la victoria" . Nos dieron poder, reputación, fama, prestigio. Nos dieron esta droga. Y, ¿sabes algo? Comenzamos a sentirnos bien.

Fue una especie de sensación de embriaguez, una magnifica sensación cuando nos aplaudían. Y empezamos a pensar que era magnífico ser famoso, exitoso, tratado con deferencia, popular. Resultado: cuando empezamos a crecer, ya nos podían controlar de la manera que querían. Todo lo que tienen que hacer ahora es retener la droga.

¡Chico, si no has pasado por esto, te saludo! No te aprueban... ¡Qué preocupado te sientes, qué intranquilo! Te critican, no te afirman... ¡Síntomas de abandono! Vuelves a rastras para buscar reafirmación... Y hay psicólogos que escriben libros en los que te dicen que así es como se debe ser. Así es como "debe" ser: más droga, más control.



Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet

miércoles, 15 de diciembre de 2021

VUELA CON EL VIENTO


Vuela Con el Viento
Ayla Schafer

Llévame con tus alas de luz
Águila, tráenos medicina
Del viento, del aire, de las estrellas, del sol
Brillando, me guía el camino
Llévame con tus alas de luz
Águila, tráenos medicina
Del viento, del aire, de las estrellas, del sol
Brillando, me guía el camino

Cura, cura, cura, cúrame
Sana todo lo que yo llevo
Agradezco por mi vida
A Pachamama yo te amo
Cura, cura, cura, cúrame
Sana todo lo que yo llevo
Agradezco por mi vida
A Pachamama, yo te amo
Llévame con tus alas de amor
Condorcito tráenos medicina
Del cielo, ilumina mi interior
Volando me enseña el camino
Llévame con tus alas de amor
Condorcito tráenos medicina
Del cielo, ilumina mi interior
Volando me enseña el camino

Cura, cura, cura, cúrame
Sana todo lo que yo llevo
Agradezco por mi vida
A Pachamama, yo te amo
Cura, cura, cura, cúrame
Sana todo lo que yo llevo
Agradezco por mi vida
A Pachamama, yo te amo
Vuela con el viento
Vuela con el viento
Vuela con el viento
Vuela con el viento
Llévame con tus alas de luz
Águila, tráenos medicina
Del viento, del aire, de las estrellas, del sol
Brillando, me guía el camino
Llévame con tus alas de amor
Condorcito tráenos medicina
Del cielo, ilumina mi interior
Volando me enseña el camino
Cura, cura, cura, cúrame
Sana todo lo que yo llevo
Agradezco por mi vida
A Pachamama, yo te amo

Cura, cura, cura, cúrame
Sana todo lo que yo llevo
Agradezco por mi vida
A Pachamama, yo te amo
Vuela con el viento
Vuela con el viento
Vuela con el viento
Vuela con el viento
Vuela con el viento
Vuela con el viento
Vuela con el viento
Vuela con el viento

Cura, cura, cura, cúrame
Sana todo lo que yo llevo
Agradezco por mi vida
A Pachamama, yo te amo

Cura, cura, cura, cúrame
Sana todo lo que yo llevo
Agradezco por mi vida
A Pachamama, yo te amo

Cura, cura, cura, cúrame
Sana todo lo que yo llevo
Agradezco por mi vida
A Pachamama, yo te amo

Cura, cura, cura, cúrame
Sana todo lo que yo llevo
Agradezco por mi vida
A Pachamama, yo te amo
Vuela con el viento
Vuela con el viento
Vuela con el viento
Vuela con el viento

Compositores: Ayla Maria Charlotte Schafer


OBSTINACIÓN EN EL AMOR






 

VALOR: DE LA FUSIÓN/COMUNIÓN, AL AMOR SOLIDARIO




El amor democrático: Tres valores guía

Un amor sin valores que lo guíen es un amor a la deriva, desorientado no me refiero a las virtudes convencionales sino a una política del amor, en la cual podamos construir una relación pluralista, flexible y horizontal. Amor de igual a igual, duela a quien le duela. A veces, es conveniente poner el romanticismo en remojo, modular el arrebato que ocurre de la cintura para abajo y analizar con cabeza fría si la relación afectiva en la que estamos vale la pena. No estas pagando una penitencia, por tanto, el primer deber es para con tu persona.

Valentía y afrontamiento, así no seamos héroes y sólo estemos sentando precedentes.

Los siguientes valores guía (solidaridad, reciprocidad y autonomía) te servirán para ubicar el amor en un sitio mejor y más gratificante. La ausencia de cualquiera de ellos hace insostenible cualquier relación, por más buena voluntad, que tengan los implicados. Estos principios representan valores centrales, exigencias fundamentales, dentro de las cuales debe moverse el amor de pareja para construir una relación estable y satisfactoria. Por eso, ninguno de ellos es negociable, o al menos no debería serlo para alguien que se ama a sí mismo

Primer valor: De la fusión/comunión, al amor solidario

"Mi clon","mi media naranja","mi complemento","mi alma gemela": pura adicción, pura simbiosis. Querer ser uno, donde hay dos, ¿habrá mayor obstinación? Amor de comunión: cuerpo y alma fundidos. Y no me refiero necesariamente a lo sacramental, lo cual es respetable según las creencias religiosas de cada cual, sino a la connotación mística del término. La fusión radical implica tener la misma fe, la misma disciplina y la misma unidad de espíritus. Es apenas obvio que en semejante amalgama de personalidades no haya nada que dividir, ni partición de bienes ni de cuerpos. No habrá "yoes", no habrá individualidades.

Estar fusionado con la pareja es cambiar la autonomía por una conciencia que se pierde en el ser amado y ambos en el universo: amor cósmico. Cuando le pregunto a los asistentes a mis conferencias, cuántos de ellos se sienten totalmente identificados (fusionados, diluidos,"en comunión") con su pareja, sólo levantan la mano dos o tres personas. ¿No sería mejor, más fácil y pragmático, al menos para los que no vivimos en un "plano astral", aterrizar la cuestión y buscar una forma de unión más compatible con lo que en verdad somos?

Josefina era un ama de casa de 37 años de edad, con dos hijos pequeños, casada desde hacía seis años. Me la había remitido un dermatólogo debido a una alergia de corte psicosomática, probablemente relacionada con una personalidad encapsulada. Era una mujer tímida con dificultades para expresar emociones, especialmente las negativas. Pedro, su esposo, era un comerciante de temperamento fuerte, decidido y emprendedor. No sólo era el "rey de la casa", sino que actuaba de manera extremadamente paternalista con ella. Sin embargo, el amor que sentía por su mujer había disminuido considerablemente en el último año: "La veo tan débil e insegura. La gente la manipula, es demasiado ilusa y sumisa". Cada vez que Pedro expresaba sus quejas, la repuesta de Josefina era la misma:"No importa lo que digas, siempre estaremos juntos. Ninguno puede vivir sin el otro y tú lo sabes". Ella actuaba como si los años (estaban juntos desde la adolescencia) les hubieran otorgado una exención a los problemas naturales de la vida en pareja y Censaba que la situación con Pedro se subsanaría de forma milagrosa. Sin embargo, él se mostraba cada vez más indiferente y lejano. No había agresión física por parte de él, pero sí manifestaciones de desprecio y malestar. A pesar de todo, Josefina se mantenía firme en sus ideas: "Lo que el amor unió, nadie podrá separarlo". En una ocasión en que la confronté más directamente, me miró extrañada y me dijo:"¿Pero cómo se va terminar la relación, si él es mi esposo?" Cuando decidió ir a terapia, ya era tarde. Pedro ya no la amaba.

Lo que quiero destacar en este caso es de qué manera la idea de la comunión/fusión puede llevar, subrepticia o abiertamente, a que las personas asuman una curiosa forma de resignación patológica frente a una relación en decadencia.

Tres aclaraciones:

1. Ser una unidad afectiva significa estar inmerso en un conjunto indiferenciado de pasiones donde lo particular se anula en el todo. Es como si tuviéramos agua en la que no pudiéramos distinguir el hidrógeno del oxígeno. Va no eres tú, eres otra cosa producto de la mezcla. Por el contrario, estar unidos afectivamente implica tener un lazo, un vínculo, que por más estrecho que sea, mantiene la diferencia. Si eres "una unidad" con tu pareja, te perdiste. Debes buscarte a ti mismo en el revoltijo afectivo y pasar del "ser de" al "estar con". Es cuestión de dignidad y de respiro.

2. Hay, al menos, dos maneras de involucrarse en una relación: pertenecer o participar. Pertenecer es identificarse de lleno con la pareja y/o mimetizarse en ella, tal como lo hace el camaleón, cuando se confunde con el ambiente donde habita para sobrevivir a los depredadores. "Pertenecer" a la pareja es volverse totalmente semejante a ella y renunciar a la propia singularidad. Por eso, el sentido de pertenencia hay que tomarlo con pinzas. "Ser" de un equipo, un grupo o una institución puede convertirse fácilmente en fanatismo y extraviarse en la obediencia debida. Por el contrario, participar en una relación afectiva significa estar vinculado de manera activa y no pasiva. Se está allí porque se quiere, en pleno uso de la individualidad, ejerciendo el derecho a disentir. En esta lógica participativa, tal como la llama Savater, el autoritarismo y las distintas formas de dominación no tienen cabida. Si estás enamorado o enamorada, no perteneces a tu pareja, participas en una relación. No eres parte de la persona que amas. Aquí no hay costillas extirpadas ni nada por el estilo. Eres participante activo del enlace que ha producido la conjunción del amor, las metas, los valores, los deseos y muchas cosas más. En realidad, no formas parte del "club de los enamorados" ni de "la legión de súper casados", porque no existe tal cosa.

3. La palabra comunión no debe confundirse con "comunidad". En la comunión no hay división, sino un conjunto donde cada una de las partes desaparecen en el todo. Es la fusión psicológica, afectiva y espiritual del enamoramiento que genera un fenómeno emergente: una sola alma, al menos en teoría. En este tipo de exaltación, la percepción se distorsiona hasta crear la sensación y la convicción de que todo se incorpora a un nuevo compuesto que contiene a ambas personas. No es estar con, sino estar en. Por su parte, el sustantivo comunidad, según la Enciclopedia Oxford de filosofía, se define como: "Grupo de personas que llevan una vida en común asentada sobre relaciones recíprocas". Las relaciones de pareja pueden ser consideradas una comunidad amorosa de dos, una díada, donde los miembros se afectan mutuamente y establecen vínculos de correspondencia. La relación comunitaria se basa en lo que tenemos en común y no en una concordancia absoluta. El amor de dos es un intercambio de información, emociones, ternura y fluidos.

Ser "el uno para el otro" hace que la relación sea completamente predecible. En el canibalismo afectivo, ya no tendrás nada que compartir porque todo está dicho. Por eso, el amor/fusión, tarde que temprano, termina deslizándose peligrosamente hacia el más pesado aburrimiento.

Por todo lo anterior, te propongo adoptar el valor guía de la solidaridad en lugar de la tradicional fantasía de fusión y absorción emocional. Amor solidario: estar unidos, en comunidad y de manera participativa. Amarte en la diferencia es amarte dos veces.

La solidaridad implica actuar a favor de alguien cuyos intereses se comparten, es decir, al defender los suyos, defiendes también los tuyos (parafraseando a Comte-Sponville). Es una forma de administrar dos narcisismos: "Dado que nadie está exento de egoísmo, intentemos serlo juntos, inteligente y amorosamente", como dice la filósofa Adela Cortina. La solidaridad también tiene una dimensión universal. Cortina, en el libro El mundo de los valores, dice que esta solidaridad universal se da "cuando las personas actúan pensando no sólo en el interés particular de los miembros de un grupo, sino también de todos los afectados por las acciones que realiza el grupo. Si la benevolencia y la ternura se suman a la" solidaridad; no hay egoísmo que resista. No necesitas un viaje a la estrellas o .perderte en la fascinación de. los poetas (aunque no sobra) para encontrarle sentido a tu relación.

Tu relación es solidaria cuando:

En los momentos difíciles de la pareja, los dos están presentes.

Cada uno se preocupa por el bienestar del otro.

Cada quien defiende al otro y la relación, si se ven amenazados de cualquier forma.

Ninguno de los miembros cuenta intimidades a extraños que puedan afectarlos.

Ambos se hacen cargo de las responsabilidades asumidas y están al tanto de lo que le ocurre a la otra persona.

Ninguno desprestigia al otro, ni a la relación.

Luchan hombro a hombro por las metas comunes, sin recostarse en el otro.

Cada cual siente que puede contar con el otro.

Los dos se toman en serio.

Ninguno subestima los problemas que pueda tener la relación.

No es solidario contigo quien hace caso omiso de tus intereses, los subestima o no hace un esfuerzo para comprenderías, pese a tus pedidos y redamos racionales.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

martes, 14 de diciembre de 2021

HISTORIA


He oído una hermosa anécdota sobre Adolf Hitler. A través de sus amigos se enteró de que existía una mujer judía, una gran astróloga, y que todo aquello que predecía siempre se cumplía. Hitler se resistía un poco a ir porque la mujer era judía. Entonces le asaltó una idea; no pudo dormir durante días, “Si la mujer puede predecir verdaderamente el futuro, entonces vale la pena consultarla incluso aunque sea judía”.

La mujer fue llamada en secreto. Hitler le preguntó, “¿Puedes decirme cuándo voy a morir?” La mujer cerró sus ojos, entró en contemplación y dijo, “En una fiesta judía”. Hitler le dijo, “¿Qué quieres decir? ¿Qué fiesta?” Ella le contestó:

-Eso carece de importancia. Mueras cuando mueras, siempre será una fiesta judía.



FUENTE: OSHO: ‘Yoga, la Ciencia del Alma’, Volumen 4, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com

CORAZÓN ES LO ÚNICO QUE TENGO



CORAZÓN ES LO ÚNICO QUE TENGO
Autor y derechos del hermano: Bruno Mansur

🙏✨
Visiten su página, encontrarán este vídeo y otras obras que abrirán tu corazón, qué es lo único que tienes.

Gran espíritu, gran abuelo, gran abuela
Como soy me presento ante ti
Como soy te pido bendiciones
Y agradezco el corazón que has puesto en mí
Cuando vengo, no más vengo, no más vengo
Gran espíritu sabrás a lo que vengo
A entregar mi corazón, mi corazón
Corazón que es lo único que tengo
A entregar mi corazón, mi corazón
Corazón que es lo único que tengo
Gran espíritu, gran abuelo, gran abuela
Como soy me presento ante ti
Como soy te pido bendiciones
Y agradezco el corazón que has puesto en mí

Cuando vengo, no más vengo, no más vengo
Gran espíritu sabrás a lo que vengo
A entregar mi corazón, mi corazón
Corazón que es lo único que tengo
A entregar mi corazón, mi corazón
Corazón que es lo único que tengo

Compositores: Bruno Mansur
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