domingo, 28 de noviembre de 2021
JOROSKA
Siempre le habían gustado los enigmas...
Desde chico se había desafiado a sí mismo en cuanto crucigrama, laberinto, criptograma y problema de ingenio se le había presentado.
Con mayor o menor éxito, había usado gran parte de su vida y de su cerebro en resolver problemas que otros habían inventado.
Por supuesto que no era infalible, pasaron por sus manos muchos acertijos que eran demasiado complicados para él.
Frente a ellos, Joroska había repetido una secuencia casi ritual: los miraba un rato largo y definía de un vistazo, como experto que era, si este problema pertenecía o no, al grupo de los insolubles.
Si su mirada confirmaba que lo era, Joroska tomaba aire y de todas maneras se abocaba a la resolución.
Comenzaba entonces la etapa de la frustración (por psicologizar el análisis del ritual).
Aparecían las preguntas imposibles, los caminos cerrados, los símbolos intrincados, las palabras desconocidas, los planteos imprevisibles.
Joroska había descubierto, hacía tiempo, su actitud exitista frente a la vida.
¿Sería por eso que estos enigmas terminaban por enojarlo?
El caso es que poco tiempo después de la tentativa, se aburría cósmicamente y abandonaba el problema, criticando en el fondo de su subconsciente al estúpido hacedor de problemas que él no podía resolver...
Creo que fue debido a que también se aburría con los planteos demasiado fáciles, que llegó a la conclusión de que hay un enigma a la medida de cada "resolvedor", y sólo uno mismo puede saber cuál es su medida.
Lo ideal - se dijo - sería crear los propios acertijos a la propia medida.
Pero inmediatamente se dió cuenta de que eso haría perder interés al enigma mismo. El creador tendría la solución a medida que planteaba el problema.
Un poco jugando y un poco animado por la idea de servir a otros a que pudieran resolver en el futuro estos enigmas, empezó a crear dilemas, juegos de palabras, de números, problemas de lógica y planteos de pensamiento abstracto...
Pasaron años, todos sus acertijos eran compartidos con amigos, revistas especializadas y algunas últimas páginas de diarios locales.
Joroska se transformó en un famoso diseñador de enigmas y acertijos...
Pero su gran obra fue, sin lugar a dudas, la construcción del laberinto.
En el fondo de su casa enorme, empezó, los días de solcito y paz, a levantar paredes, ladrillo por ladrillo, para armar a escala natural un enorme laberinto.
Todos sus trabajos podían editarse, imprimirse y distribuirse, todos, menos ese.
El laberinto no se publicaba ni se trasladaba.
El laberinto sólo crecía y crecía en el fondo de la casa.
Joroska lo complicaba más y más. Casi sin darse cuenta, el intrincado acertijo tenía cada vez más caminos sin salida.
La construcción se transformó en parte de su vida. No había un día en el que Joroska no agregara algún ladrillo, tapara una salida o prolongará una curva para hacer más difícil su recorrido.
¿Cuándo fue? Diría yo que alrededor de 20 años después.
El fondo del terreno ya no alcanzaba para seguir construyendo y entonces el laberinto empezó, casi naturalmente a incluirse en su propia casa.
Para ir del dormitorio al baño había que dar 8 pasos al frente, girar a la izquierda, dar 6 pasos, luego a la derecha, bajar 3 escalones, caminar 5 pasos, doblar otra vez a la derecha, saltar un obstáculo y abrir una puerta...
Para ir a la terraza había que inclinar el cuerpo sobre la pared izquierda, rodar unos metros y subir por una escalera de soga hasta el piso alto...
Así, de a poco, su casa se fue transformando en un gran laberinto en tamaño natural...
Al principio esto lo llenó de satisfacción.
Era divertido transitar esos pasillos que lo conducían, también a él, a veces a rutas sin salida ya que era imposible recordar todos los caminos en la memoria.
Era un laberinto a medida.
A su medida.
Desde entonces, Joroska invitó mucha gente a su casa, a su laberinto; pero aún los más interesados terminaban, como él en otros acertijos, defraudados, desbordados y aburridos.
Joroska se ofrecía a guiarles por su casa, pero la gente después de un rato decidía irse.
Poco más o poco menos todos le decían lo mismo:
- No se puede vivir así!!
Finalmente, Joroska no aguantó su eterna soledad y se mudó a una casa sin laberintos donde pudo recibir a la gente sin problemas.
Sin embargo, cada vez que conocía a alguien que le parecía lúcido, lo llevaba a su verdadero lugar. (Como hacía aquel niño que fue el aviador de "El principito" con sus dibujos de las boas cerradas y las boas abiertas, así, Joroska abría su laberinto a los que le parecían merecedores de tal "distinción").
... Pero Joroska nunca encontró nadie que quisiera vivir con él en ese lugar.
Extracto del libro:
Cuentos para pensar
Jorge Bucay
Fotografía de Internet
sábado, 27 de noviembre de 2021
NO DEJES QUE LOS DEMÁS TE PERTURBEN
Me referiré ahora a las relaciones con los demás. ¿Tienes problemas? Echa una mirada sobre ti mismo; pregúntate por qué estás perturbado, de dónde proviene la perturbación. De nuestra programación, de allí. Algunas veces, en el pasado, me asombré de que las personas que me producían enojo por su comportamiento no parecían enojar a otros que son mucho, mucho mejores que yo. Me preguntaba:
-¿Cómo es que él no se enoja al exponerse a ese comportamiento? ¿Cómo es que yo sí?
Algo me sucede. Y así estaba yo ocupado en tratar de cambiarla, cambiarlo o cambiarlos. Pero cuando no estoy perturbado...¡oh!, entonces eso está bien, ¡está bien! Entonces estoy capacitado para "entrar en el cambio", en cualquier actividad que implique cambio. Pero no antes, porque mi telescopio está fuera de foco. ¡Hay un gran secreto que sirve para las relaciones humanas y me ha ayudado muchísimo. Cada vez que tengo problemas con alguien, si estoy perturbado, me digo:
- Eh, Tony, algo te pasa. ¿Qué tal si tú y yo nos sentamos y le damos un buen vistazo a eso? ¿De acuerdo?
- De acuerdo.
Pero aún muero por decirme a mí mismo:
- Oh, no, estás perturbado, ¿no es así?
La perturbación no viene de él, no viene de ti, viene de tu programación.
- Oh, sí; ¡comprendo!
De repente, entonces, aparecen la perspectiva, la distancia, la comprensión, el amor; ¡por fin! Así y todo, puede ser bastante duro; tú puedes ser bastante duro, el amor puede ser bastante duro. Pero el amor es imparcial, el amor es justo; el amor comprende; el amor no tiene prejuicios.
Bien. Esto es suficiente para el tema de las relaciones humanas.
Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet
viernes, 26 de noviembre de 2021
LO OPUESTO AL MIEDO
Cuando en el año 1966, en plena guerra de Vietnam, conocí al doctor Martin Luther King Jr., una de las cosas de las que hablamos fue de la importancia de construir una comunidad o, como la llamamos en el budismo, una sangha. El doctor King sabía que la creación de una comunidad es un asunto vital y era muy consciente de que, en su ausencia, son muy pocas las cosas que pueden lograrse. Una sensación sólida de hermandad nos infunde la fuerza suficiente, cuando sentimos miedo o desesperación y nos ayuda a consolidar el poder del amor y la compasión. La fraternidad puede sanar y transformar nuestras vidas. El doctor King dedicó buena parte de su vida a construir una comunidad a la que llamó “la comunidad amada”.
Nuestra sangha, nuestra comunidad amada, está compuesta por un grupo de personas que se reúnen a practicar plena consciencia concentración y visión profunda y se sienten abrazadas y apoyadas por la energía colectiva generada por la práctica. Con frecuencia, nuestros sentimientos de soledad y aislamiento nutren al miedo y le ayudan a crecer. Pero en la sangha hay personas cuya práctica es lo suficientemente poderosa como para sentarse y compartir la energía de su plena consciencia. A ellas podemos recurrir en busca de ayuda:
«Queridas hermanas, queridos hermanos, necesito vuestra presencia.
Sufro mucho y yo solo no puedo abarcar ese sufrimiento. ¡Ayudadme, por favor!».
Cuando respiramos juntos, la energía combinada de nuestra plena consciencia nos hace capaces de reconocer, abrazar y transformar ese dolor. Sabemos que no somos gotas aisladas, sino que formamos parte del río de la sangha y que nuestra unión puede alimentar un océano.
Cuando hay curación y paz, sabemos que existe una sangha real.
Con el apoyo de la sangha, no solo la práctica, sino la vida en general, resulta mucho más sencilla. La sangha puede ser tu familia, un grupo de amigos o cualquier comunidad de apoyo. Crear una sangha significa construir nuestra seguridad, apoyo y felicidad.
Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet
jueves, 25 de noviembre de 2021
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