martes, 12 de octubre de 2021
EL OSO
Uno de ellos es ésta antiquísima historia que me contó alguna vez mi abuelo y que quiero contarte, tal como hoy la recuerdo.
Esta es la historia de un sastre, un zar y su oso.
Un día el zar descubrió que uno de los botones de su chaqueta preferida se había caído.
El zar era caprichoso, autoritario y cruel (cruel como todos los que enmarañan por demasiado tiempo en el poder), así que, furioso por la ausencia del botón mandó a buscar al sastre y ordenó que a la mañana siguiente fuera decapitado por el hacha del verdugo.
Nadie contradecía al emperador de todas la Rusias, así que la guardia fue hasta la casa del sastre y arrancándolo de entre los brazos de su familia lo llevó a la mazmorra del palacio para esperar allí su muerte.
Al atardecer, cuando un guardiacárcel le llevó al sastre la última cena, éste meneó la cabeza y musitó:
- Pobre Zar.
El guardia no pudo evitar la carcajada:
- ¿Pobre del zar?. Pobre de ti. Tu cabeza quedará bastante lejos de tu cuerpo mañana mismo.
- Tú no entiendes - dijo el sastre - ¿Qué es lo más importante para nuestro zar?
- ¿Lo más importante? - contestó el guardia - No sé. Su pueblo.
- No seas estúpido. Digo algo realmente importante para él.
- ¿Su esposa?
- ¡¡Más importante!!
- ¡¡Los diamantes!! - creyó adivinar el carcelero.
- ¿Qué es lo que más le importa al zar en el mundo?
- ¡¡Ya sé!!!. Su oso.
- Eso. Su oso.
- ¿Y?
- Mañana, cuando el verdugo termine conmigo, el zar perderá su única oportunidad para conseguir que su oso hable.
- ¿Tú eres entrenador de osos?.
- Un viejo secreto familiar... - dijo el sastre - Pobre del zar...
Deseoso de ganarse los favores del zar, el pobre guardia corrió a contarle al soberano su descubrimiento:
¡¡El sastre sabía enseñarle a hablar a los osos!!
El zar estaba encantado. Mandó a buscar inmediatamente al sastre y cuando lo tuvo frente a sí le ordenó:
- ¡¡Enséñale a mi oso nuestro lenguaje!!
El sastre bajó la cabeza y dijo:
- Me gustaría complacerte ilustrísima, pero enseñar a hablar a un oso es una tarea ardua y lleva tiempo... y lamentablemente, tiempo es lo que menos tengo...
- ¿Cuánto tiempo llevaría el aprendizaje? - preguntó el zar.
- Depende de la inteligencia del oso...
- ¡¡El oso es muy inteligente!! - interrumpió el zar - De hecho es el oso más inteligente de todos los osos de Rusia.
-Bien, si el oso es inteligente... y siente deseos de aprender... yo creo... que el aprendizaje duraría... duraría... no menos de...... DOS AÑOS.
El zar pensó un momento y luego ordenó:
- Bien, tu pena será suspendida por dos años, mientras tanto tú entrenas al oso. ¡Mañana empezarás!
- Alteza - dijo el sastre - Si tú mandas al verdugo a ocuparse de mi cabeza, mañana estaré muerto, y mi familia se las ingeniará para sobrevivir. Pero si me conmutas la pena, yo tendré tiempo para dedicarme a tu oso... deberé trabajar de sastre para mantener a mi familia...
- Eso no es problema - dijo el zar - A partir de hoy y durante dos años tú y tu familia estarán bajo la protección real. Serán vestidos, alimentados y educados con el dinero del zar y nada que necesiten o deseen les será negado... Pero, eso sí... Si dentro de dos años el oso no habla... te arrepentirás de haber pensado en esta propuesta... Rogarás haber sido muerto por el verdugo...
¿Entiendes, verdad?.
- Si, alteza.
- Bien... ¡¡Guardias!! - gritó el zar - Que lleven al sastre a su casa en el carruaje de la corte, denle dos bolsas de oro, comida y regalos para sus niños.
Ya... ¡¡Fuera!!.
El sastre en reverencia y caminando hacia atrás, comenzó a retirarse mientras musitaba agradecimientos.
- No olvides - le dijo el zar apuntándolo con el dedo directamente a la frente -
Si en dos años el oso no habla...
...Cuando todos en la casa lloraban por la pérdida del padre de familia, el sastre apareció en la casa en el carruaje del zar, sonriente, eufórico y con regalos para todos.
La esposa del sastre no cabía en su asombro. Su marido que pocas horas antes había sido llevado al cadalso volvía ahora, exitoso, acaudalado y exultante...
Cuando estuvo a solas el hombre le contó los hechos.
- Estás LOCO - chilló la mujer - enseñar a hablar al oso del zar. Tú, que ni siquiera has visto un oso de cerca. ¡Estás, loco! Enseñar a hablar a un oso...
Loco, estás loco...
- Calma mujer, calma. Mira, me iban a cortar la cabeza mañana al amanecer, ahora... ahora tengo dos años... En dos años pueden pasar tantas cosas.
En dos años... - siguió el sastre - se puede morir el zar... me puedo morir yo...
y lo más importante... por ahí el oso habla!!!
Extracto del libro:
Cuentos para pensar
Jorge Bucay
Fotografía de Internet
lunes, 11 de octubre de 2021
SI TÚ ESTÁS EN ORDEN, ENTONCES EL MUNDO ENTERO ESTARÁ EN ORDEN PARA TI
En una provincia no había caído ninguna lluvia desde hacía mucho tiempo. Todo estaba seco; al final los ciudadanos decidieron llamar al hechicero de la lluvia. Se mandó una delegación para que fuera a buscarle a la lejana ciudad en la que vivía con la urgente demanda de que viniera lo antes posible e hiciera que lloviese sobre los campos secos.
El hechicero, un viejo hombre sabio, prometió hacerlo con la condición de que se le proveyese con una pequeña y solitaria cabaña en campo abierto donde se pudiera retirar a solas durante tres días; no requirió ni comida ni agua. Luego vería lo que se podría hacer. Se lo concedieron.
La tarde del tercer día cayo abundante lluvia, una gran multitud llena de agradecimiento subió en peregrinación hasta su casa y preguntaron: «¿Cómo lo has hecho? Dinos».
«Ha sido muy fácil -contestó el hechicero-. Durante tres días lo único que he hecho ha sido ponerme a mí mismo en orden. Porque sé que una vez que yo esté en orden, el mundo estará en orden, y que la sequía debe dar paso a la lluvia».
Si tú estás en orden, entonces el mundo entero estará en orden para ti.
FUENTE: OSHO: ‘La Transformación Tántrica’, capítulo 1, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com
domingo, 10 de octubre de 2021
SÍNDROME DE LA GEISHA: LA COMPLACENCIA ILIMITADA
¿Quién no sueña con un amor tranquilizador y pacífico? ¿Quién no ha deseado alguna vez una relación profundamente sosegada? Amor Prozac, Nirvana hecho a la medida y en casa. En realidad muchos hombres no quieren un matrimonio, sino un spa, y cuanto más sofisticado, mejor. No desean una esposa o una novia, sino una geisha profesional, una cortesana de buena cepa, finamente perfumada y a punto. Aquí la metáfora no es la del hombre/niño, sino la del hombre/rey o el hombre/amo y la mujer/geisha, lo más curioso: algunos varones logran su cometido.
Estas mujeres asumen el papel de la amada/amante. Expertas en las artes del deleite y la relajación, su meta es hacer que el guerrero deponga las armas y entre al sereno mundo del resabio. Le sirven la mejor comida, le hacen masajes, lo bañan, lo calzan, lo escuchan, lo halagan, lo hacen reír, en fin, crean el ambiente propicio para consentirlo hasta el cansancio, siempre profundamente agradecidas con la vida por tener a su lado al hombre de sus sueños. El comportamiento de complacencia ilimitada forma parte de una estrategia compensatoria que intenta darle un plus a la relación afectiva para evitar que algún día se llegue al desamor.
Cuando les pregunto a estas mujeres qué esperan a cambio de semejante entrega, la respuesta es unánime: sentirse deseadas y queridas y volver al soberano, dependiente de ellas.
Terapeuta: ¿En verdad no espera nada cambio?
Mujer/amante/geisha: "No. Me conformo con verlo bien y disfrutando de las atenciones que le brindo".
Terapeuta: ¿No le gustaría que a veces él también la mimara y la consintiera como usted lo hace con él?
Mujer/amante/geisha: No sé, no pienso en eso. Respeto su manera de ser, él es más receptor que dador, ¿me entiende? No lo educaron para dar. La entrega requiere de paciencia, buen humor y vocación de servicio.
Terapeuta: Bueno, pero no estamos hablando de los niños de Biafra o de los leprosos de Calcuta, sino de un ser humano en particular que puede cambiar y que no sufre de limitaciones básicas. En el amor de pareja siempre se espera retroalimentación, ¿o a usted no le gusta recibir?
Mujer/amante/geisha: ¿Por qué insiste con eso? Ya le dije que no espero nada a cambio, que yo no necesito lo que él necesita... Por ejemplo: para él la sexualidad es determinante y para mí el sexo es secundario. Lo único que quiero es que mi relación sea estable.
Terapeuta: ¿Pero no le gustaría tener orgasmos?
Mujer/amante/geisha: Puedo vivir sin ellos, no soy adicta al sexo.
En realidad, podemos sobrevivir con una ración diaria de comida, vivir debajo de un puente y reprimir toda manifestación de sexualidad, sin embargo, no es lo más aconsejable para la salud mental. La mujer que vive para consentir ilimitadamente a su hombre, esperando obtener estabilidad afectiva, se equivoca:
- Primer error de cálculo: a diferencia del hombre/niño, el hombre/rey/amo no se siente esencialmente atado a su pareja. Su egocentrismo le impide considerar el punto de vista de su compañera y su encumbramiento le imposibilita hacer conexión con ella. Otorga refuerzos, da golpecitos de espalda, pero le cuesta amar. Es más fácil reemplazar a la mujer/amante que a la mujer/madre: la .madre cansa, pero no sacia.
- Segundo error de cálculo: las geishas también se cansan, también tienen un límite a partir del cual el "yo" se rebela.
¿Cambiar de rey? No, más bien dejar la esclavitud. ¿Cómo te das cuenta de que estás llegando al límite? Cuando un día cualquiera te miras al espejo y sientes la piel reseca por dentro o cuando te despierta un sueño erótico a medianoche o cuando un varón democrático te empieza a endulzar el oído y te dejas llevar por el murmullo.
Una de las estrategias preferidas para mantener cautivo al hombre/rey es el cuidado del aspecto físico: esclavitud estética, obsesión por la belleza, carne firme y dispuesta.
La mujer/geisha es una apasionada de los gimnasios, de la lógica decorativa (vestirse a la moda, joyas), el camuflaje (maquillarse, teñirse el pelo, depilarse con láser) y la reconstrucción (cirugías, bótox y mesoterapia). Todo en aras de ganarle ventaja a la vejez y hacer que su pareja se sienta orgullosa de su cuerpo sexy, esbelto y bien proporcionado.
Admiración lastimera: "Admiro tu peroné, tu rótula, tu tibia, tus muslos, tus caderas, tus senos, tu piel sin arrugas, tus pantorrillas, tus dientes, tu pelo, tu delgadez, en fin, admiro tu composición molecular, tu estructura ósea y tu organismo en general"; el piropo de un cirujano plástico o el encargado del departamento de trasplantes de algún centro médico.¿Cómo admirar solamente un pedazo de cuerpo y no desvirtuar al otro como ser humano, cómo hacerlo sin volverlo "cosa"?
¿Y el sexo? Quizás sea el principal objetivo y la mayor fortaleza de la mujer/ geisha. Entrega por los cuatro costados, Kamasutra opcional y personalizado. La meta es atrapar al varón de la cintura para abajo, así haya cierta indignidad en el intento. Maquiavelo enamorado: en el amor, el fin justifica los medios; por eso, el apego corrompe. Para el hombre/rey no hay sujeto del deseo, sólo objeto del placer.
Pensamiento liberador:
"No sólo quiero ser D-E-S-E-A-D-A, sino A-M-A-D-A".
La ficha técnica de la entrega irracional que caracteriza la complacencia ilimitada de las mujeres que sufren del síndrome de la geisha, es la siguiente:
- Metáfora: mujer/amante/geisha y hombre/rey/amo.
- Apetencia típica: varones narcisistas, poderosos, atractivos, ególatras, prestigiosos.
- Misión básica (meta): complacer, consentir, relajar, producir placer, rendir pleitesía, contentar, recrear.
- Método para alcanzar la meta: embellecerse y ser atractiva, decir sí a todo, mostrarse siempre alegre, oportuna y de buen*humor,
- Motivación: sentirse indispensable y deseada.
- Respuesta masculina: encumbramiento, distanciamiento, reconocimiento superficial.
- Pronóstico: el varón encuentra una cortesana más hábil o la mujer revive la necesidad natural de sentirse admirada y amada y se separa.
Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet
sábado, 9 de octubre de 2021
LA FELICIDAD DE NO DEPENDER
Hasta aquí me he ocupado de la religión. Seguidamente quiero dejar aclarado algo que tiene que ver con la felicidad, para ello, voy a contarte una de mis historias favoritas. (A veces una historia dice más que una conferencia de un día entero, porque le habla a las profundidades de nuestra interioridad; esta historia ciertamente, le habla a las mías).
La historia se refiere a un individuo que se mudó de aldea, en la India, y se encontró con lo que allí llamamos un sennyasi. Éste es un mendicante errante, una persona que, tras haber alcanzado la iluminación, comprende que el mundo entero es su hogar, el cielo su techo y Dios su Padre, que cuidará de él. Entonces, se traslada de un lugar a otro, tal como tú y yo nos trasladaríamos de una habitación a otra de nuestro hogar.
Pues bien, al encontrarse con el sennyasi, el aldeano le dijo:
- ¡No lo puedo creer!
-¿Qué es lo que no puede usted creer?
Y el aldeano respondió:
- Anoche soñé con usted. Soñé que el Señor Vishnú me decía: "Mañana por la mañana abandonarás la aldea, hacia las once, y te encontrarás con este sennyasi errante." Y aquí me encontré con usted.
- ¿Qué más le dijo el Señor Vishnú? le preguntó el sennyasi.
- Me dijo: "Si el hombre te da una piedra preciosa que posee, serás el hombre más rico del mundo."... -¿Me daría usted la piedra?
Entonces el sennyasi dijo:
- Espere un minuto.
Revolvió en un pequeño zurrón que llevaba y dijo:
-¿Será ésta la piedra de la cual usted hablaba?
Y el aldeano no podía dar crédito a sus ojos, porque era un diamante, el diamante más grande del mundo. Lo tomó en sus manos y dijo:
-¿Podría quedármelo?
-¡Por supuesto!, puede conservarlo - respondió el sennyasi-; lo encontré en un bosque.
Es para usted.
Siguió su camino y se sentó bajo un árbol, en las afueras de la aldea. El aldeano tomó el diamante y ¡qué inmensa fue su dicha! Como lo es la nuestra el día en que obtenemos realmente algo que deseamos realmente.
¿Alguna vez te has detenido a preguntarte cuánto dura la felicidad? Has conseguido la novia que querías; has conseguido el novio que querías; has obtenido ese automóvil; has obtenido el título; has sido el primero en la universidad. ¿Cuánto duró tu dicha? ¡Mídela! ¡Lo digo en serio! ¿Cuántos, segundos?. ¡Cuántos minutos? Te cansas de ella, ¿no es cierto? Es que estás buscando algo más, ¿no es así? ¿Por qué no estudiamos esto? Es tan valioso, más valioso que estudiar las Escrituras. Porque, ¿de qué sirve estudiar las Escrituras si crucifican al Mesías basándose en ellas, como sucedió con Jesús? Si no has comprendido esto, si no has comprendido lo que significa vivir y ser libre y ser espiritual...
Bien, proseguiré entonces con la historia del sennyasi. El aldeano obtuvo el diamante y, luego, en vez de ir a su hogar, se sentó bajo un árbol y permaneció todo el día sentado, sumido en meditación. Y, al caer la tarde, se dirigió al árbol bajo el cual estaba sentado el sennyasi, le devolvió a éste el diamante y le dijo:
-¿Podría hacerme un favor?
-¿Cuál? - le preguntó el sennyasi.
-¿Podría darme la riqueza que le permite deshacerse de esta piedra preciosa tan fácilmente?
¡Chico, yo amo esa historia, la amo!
"¿Podría darme la riqueza que le permite deshacerse de esta piedra preciosa tan fácilmente?" ¡A eso es a lo que me vengo refiriendo! El mundo está lleno de sufrimiento; la raíz del sufrimiento es el apego; la supresión del sufrimiento es el abandono del apego, la comprensión de que el apego es la creencia falsa en que alguna cosa o persona puede hacernos felices. La verdadera felicidad no es causada por nada.
La verdadera felicidad es "incausada". Si le preguntan a un místico por qué él o ella son felices, la respuesta será:
-¿Por qué no? No hay ningún impedimento, ninguna obstrucción. ¿Por qué no?
-¿Has pensado alguna vez que si algo es la causa de tu felicidad, cuando pierdas "ese algo" tu felicidad será destruida? ¿No se te ha ocurrido alguna vez que si algo es la causa de tu felicidad, te volverás posesivo con respecto a esa cosa, te volverás ansioso por miedo a perderla?... cualquiera que esa cosa sea: educación, reputación, buena salud, la vida misma. ¡Qué interesante! Esto es redescubrir la vida.
Nunca vivirás hasta que dejes de aferrarte a la vida. Cuando te aferras, la felicidad muere. Si tu felicidad depende de alguien o de algo, no es felicidad, es inquietud es tensión, es presión, es temor. Los japoneses tienen una historia muy convincente al respecto. Un individuo que escapa de un tigre llega a un precipicio, y, casi sin darse cuenta, comienza a deslizarse hacia abajo, por el precipicio. AI hacerlo, se agarra de la rama de un arbusto que allí crece, y luego mira hacia abajo. No hay manera de trepar, y, además, arriba está esperándolo el tigre; si se precipita hacia el abismo. lo espera la muerte, 5.000 metros más abajo. ¿Qué hace, entonces? Le quedan pocos minutos de vida; entonces mira ese arbusto del cual está agarrado y descubre que tiene bayas. Con una mano se aferra a él y con la otra arranca una baya del arbusto, la pone en su boca y la saborea. Y la historia concluye: "... ¡y sabía tan dulce!" ¿No es esto maravilloso?
Tuve dos amigos en el pasado, en diferentes momentos, que estaban muriendo, y ambos coincidieron en decirme:
- Comencé a saborear verdaderamente la vida y a comprender cuán dulce es cuando "me dejé ir"; me di cuenta de que la vida tiene un final. Entonces comenzó a tener un sabor dulce.
De modo que, paradójicamente, en nuestro deseo de ser felices hacemos todas las cosas equivocadas. Hemos sido programados para ser desdichados. Cualquier cosa que hagamos nos hará más desdichados.
En particular, cualquier cosa que hagas para ser feliz te hará más desdichado.
¿Qué harás para evitarlo? ¿Cambiarás tú?, ¿cambiarás a los demás?, ¿conseguirás algo?, ¿irás a...? No tienes que hacer nada... ¡Tienes que comprender! Deja de lado la obstrucción, abandona las creencias falsas y el apego desaparecerá. Entonces sabrás qué es la felicidad.
Esto se dice muy fácilmente. Si meditaras sobre esto, durante días, y experimentaras algo de su verdad, entonces no necesitarías escucharme a mí o a cualquier otro. ¡Tú posees esa verdad, la has aprendido, la has comprendido! Estás apegado sólo porque creíste, falsamente, que sin esa cosa, esa persona, esa situación o ese acontecimiento no serías feliz. Creíste eso falsamente. Comprende que se trata de una falsedad y serás libre. ¡Qué sencillo! Y aquí estamos, rastreando la faz de la tierra, corriendo de un lado al otro en la búsqueda de esa verdad. La tuvimos aquí mismo, en casa, y no la comprendimos. Escuchamos toda clase de sermones, estudiamos toda clase de libros y fuimos a toda clase de iglesias, pero nunca escuchamos esa verdad, nunca reconocimos al Mesías. Él estaba allí mismo. Él estaba allí mismo mirándonos fijamente, justamente delante de nuestras narices. No lo vimos. Pues bien, confío en que tú lo verás; quizás otros no 1o harán, pero quizás tú sí. Eso es suficiente para la felicidad.
Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet
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