viernes, 27 de agosto de 2021
¿QUIÉN TE PERTURBA?
Ahora te propongo un ejercicio que sólo te llevará un par de minutos. Observa si tiene algún efecto sobre ti. Piensa en algo que hasta ahora hayas podido decir que te ha perturbado. Hace pocos instantes te dije que pensaras en ello. Vuelve sobre esto y comprende que no fueron esa cosa o esa persona lo que te perturbó. Fue tu programación; no fue la perversidad de ellos, su desaprobación, su rechazo; no fue el fracaso. Fue tu programación la que te perturbó.
¿Qué observas?
- Parece como si toda mi cultura me hubiera dicho que debo sentirme perturbado en esta situación. Eliminar esto me deja un sentimiento como de estar perdido, que no sé cómo superar.
- Hasta ahora siempre te has identificado con lo que sentías, pero ahora descubrirás que no eres tu sentimiento, no eres tu desdicha, no eres tu disgusto...
- Bien, aprenderé cómo tomar distancia frente a mis sentimientos...
- Así desaparecerán; tú tendrás poder sobre ellos, y no ellos sobre ti. No tendrás que gastar todas tus energías luchando contra esas cosas exteriores, ¿correcto?
- Así es. No tendré que gastar todas mis energías emocionales echándole la culpa a esas cosas exteriores.
- Correcto.
Mientras tengas un "enemigo" afuera que te perturba, te negarás a abandonar tu perturbación a menos que ella desaparezca.
Es decir, si piensas que alguien te perturba, entonces, mientras él está allí y se complace en el comportamiento que tú dices que te perturba, te negarás a abandonar tu perturbación a menos que él se reforme, cambie, desaparezca, se vaya, o lo que fuere.
¿No es así? Bien, supongamos que esa persona se niegue a irse..., supongamos que no se trate de una persona sino de la vida y que ésta persista en ser de esa manera, entonces seguirás estando perturbado. Pero ahora te digo:
-¡Eh, espera un minuto! ; no es esa persona, no es la vida, ¡es tu programación!
- Oh, ¿eso es lo que es?
- Así es, ¿sabes? Él podría estar allí mismo, haciendo exactamente lo que hace ahora, y no tendrías necesidad de estar perturbado. Otras personas en tu lugar no estarían perturbadas. ¡Es tu programación...!
- Oh, ¡esto es una revelación!...
Y tu perturbación disminuiría más y más, y después de un lapso estarías cada vez menos perturbado por cada vez menos cosas. ¿Soy suficientemente claro?
Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet
jueves, 26 de agosto de 2021
miércoles, 25 de agosto de 2021
¿A QUIEN ESCOGERÍAS?
Una mujer regaba el jardín de su casa y vio a tres viejos con sus años de experiencia frente a su jardín. Ella no los conocía y les dijo:
No creo conocerlos, pero deben tener hambre. Por favor entren a mi casa para que coman algo.
Ellos preguntaron: ¿Está el hombre de la casa? No, respondió ella, no está. Entonces no podemos entrar, dijeron ellos.
Al atardecer, cuando el marido llegó, ella le contó lo sucedido. ¡Entonces diles que ya llegué invítalos a pasar!
La mujer salió a invitar a los hombres a pasar a su casa. No podemos entrar a una casa los tres juntos, explicaron los viejitos.
¿Por qué?, quiso saber ella. Uno de los hombres apuntó hacia otro de sus amigos y explicó: Su nombre es Riqueza. Luego indicó hacia el otro. Su nombre es Éxito y yo me llamo Amor.
Ahora ve adentro y decide con tu marido a cuál de nosotros 3 desean invitar a vuestra casa. La mujer entró a su casa y le contó a su marido lo que ellos le dijeron. El hombre se puso feliz: ¡Qué bueno! Y ya que así es el asunto entonces invitemos a Riqueza, que entre y llene nuestra casa. Su esposa no estuvo de acuerdo:
Querido, ¿por qué no invitamos a Éxito? La hija del matrimonio estaba escuchando desde la otra esquina de la casa y vino corriendo. ¿No sería mejor invitar a Amor? Nuestro hogar estaría entonces lleno de amor.
Hagamos caso del consejo de nuestra hija, dijo el esposo a su mujer. Ve afuera e invita a Amor a que sea nuestro huésped. La esposa salió y les preguntó ¿Cuál de ustedes es Amor? Por favor que venga y que sea nuestro invitado.
Amor se levantó de su silla y comenzó a avanzar hacia la casa. Los otros 2 también se levantaron y le siguieron. Sorprendida, la dama les preguntó a Riqueza y a Éxito: Yo invité sólo a Amor ¿porqué Uds. también vienen? Los viejos respondieron juntos:
Si hubieras invitado a Riqueza o a Éxito los otros 2 habrían permanecido afuera, pero ya que invitaste a Amor, donde vaya él, nosotros vamos con él. Donde quiera que hay amor, hay también riqueza y éxito.
martes, 24 de agosto de 2021
DIVIÉRTETE Y PÓRTATE BIEN
La madre estaba preparando a Pedrito para ir a una fiesta. Cuando acabó de peinarle y colocarle el cuello de la camisa le dijo:
-Ahora vete, hijo. Diviértete... y pórtate bien!
-Mamá! -dijo Pedro-. ‘¿Diviértete... y pórtate bien?’ Antes de que me vaya, por favor, decídete por una de las dos!
FUENTE: OSHO: ‘El Libro del Niño’, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com
lunes, 23 de agosto de 2021
EL TEMIDO ENEMIGO
Así como está ahora se lo regalé una tarde a mí amigo Norbi.
Había una vez, en un reino muy lejano y perdido, un rey al que le gustaba sentirse poderoso. Su deseo de poder no se satisfacía sólo con tenerlo, él, necesitaba, además, que todos lo admiraran por ser poderoso. Así como la madrastra de Blanca Nieves no le alcanzaba con verse bella, también él necesitaba mirarse en un espejo que le dijera lo poderoso que era. Él no tenía espejos mágicos, pero contaba con un montón de cortesanos y sirvientes a su alrededor a quienes preguntarle si él era el más poderoso del reino.
Invariablemente todos le decían lo mismo:
- Alteza, eres muy poderoso, pero tú sabes que el mago tiene un poder que nadie posee: Él conoce el futuro.
(En aquel tiempo, alquimistas, filósofos, pensadores, religiosos y místicos eran llamados, genéricamente “magos”).
El rey estaba muy celoso del mago del reino pues aquel no sólo tenía fama de ser un hombre muy bueno y generoso, sino que además, el pueblo entero lo amaba, lo admiraba y festejaba que él existiera y viviera allí.
No decían lo mismo del rey.
Quizás porque necesitaba demostrar que era él quien mandaba, el rey no era justo, ni ecuánime, y mucho menos bondadoso.
Un día, cansado de que la gente le contara lo poderoso y querido que era el mago, o motivado por esa mezcla de celos y temores que genera la envidia, el rey urdió un plan:
Organizaría una gran fiesta a la cual invitaría al mago. Después de la cena, pediría la atención de todos. Llamaría al mago al centro del salón y delante de los cortesanos, le preguntaría si era cierto que sabía leer el futuro. El invitado tendría dos posibilidades: decir que no, defraudando así la admiración de los demás, o decir que sí, confirmando el motivo de su fama. El rey estaba seguro de que escogería la segunda posibilidad. Entonces, le pediría que le dijera la fecha en la que el mago del reino iba a morir. Éste daría una respuesta, un día cualquiera, no importaba cuál. En ese mismo momento, planeaba el rey, sacar su espada y matarlo. Conseguiría con esto dos cosas de un solo golpe: la primera, deshacerse de su enemigo para siempre; la segunda, demostrar que el mago no había podido adelantarse al futuro, ya que se había equivocado en su predicción. Se acabarían, en una sola noche, el mago y el mito de sus poderes...
Los preparativos se iniciaron enseguida, y muy pronto el día del festejo llegó...
...Después de la gran cena, el rey hizo pasar al mago al centro y le preguntó:
- ¿Es cierto que puedes leer el futuro?
- Un poco - dijo el mago.
- ¿Y puedes leer tu propio futuro? - preguntó el rey.
- Un poco - dijo el mago.
- Entonces quiero que me des una prueba - dijo el rey - ¿Qué día morirás?.
¿ Cuál es la fecha de tu muerte?
El mago se sonrió, lo miró a los ojos y no contestó.
- ¿Qué pasa mago? - dijo el rey sonriente - ¿No lo sabes?... ¿no es cierto que puedes ver el futuro?
- No es eso - dijo el mago - pero lo que sé, no me animo a decírtelo.
- ¿Cómo que no te animas? - dijo el rey -... Yo soy tu soberano y te ordeno que me lo digas. Debes darte cuenta de que es muy importante para el reino saber cuando perdemos a sus personajes más eminentes... Contéstame pues, ¿cuándo morirá el mago del reino?
Luego de un tenso silencio, el mago lo miró y dijo:
- No puedo precisarte la fecha, pero sé que el mago morirá exactamente un día antes que el rey...
Durante unos instantes, el tiempo se congeló. Un murmullo corrió por entre los invitados.
El rey siempre había dicho que no creía en los magos ni en las adivinaciones, pero lo cierto es que no se animó a matar al mago.
Lentamente el soberano bajó los brazos y se quedó en silencio...
Los pensamientos se agolpaban en su cabeza.
Se dio cuenta de que se había equivocado.
Su odio había sido el peor consejero.
- Alteza, te has puesto pálido. ¿Qué te sucede? - preguntó el invitado.
- Me siento mal - contestó el monarca - voy a ir a mi cuarto, te agradezco que hayas venido.
Y con un gesto confuso giró en silencio encaminándose a sus habitaciones...
El mago era astuto, había dado la única respuesta que evitaría su muerte.
¿Habría leído su mente?
La predicción no podía ser cierta. Pero... ¿Y si lo fuera?...
Estaba aturdido...
Se le ocurrió que sería trágico que le pasara algo al mago camino a su casa.
El rey volvió sobre sus pasos, y dijo en voz alta:
- Mago, eres famoso en el reino por tu sabiduría, te ruego que pases esta noche en el palacio pues debo consultarte por la mañana sobre algunas decisiones reales.
- ¡ Majestad!. Será un gran honor... – dijo el invitado con una reverencia.
El rey dio órdenes a sus guardias personales para que acompañaran al mago hasta las habitaciones de huéspedes en el palacio y para que custodiasen su puerta asegurándose de que nada pasara...
Esa noche el soberano no pudo conciliar el sueño. Estuvo muy inquieto pensando qué pasaría si el mago le hubiera caído mal la comida, o si se hubiera hecho daño accidentalmente durante la noche, o si, simplemente, le hubiera llegado su hora.
Bien temprano en la mañana el rey golpeó en las habitaciones de su invitado.
Él nunca en su vida había pensado en consultar ninguna de sus decisiones, pero esta vez, en cuánto el mago lo recibió, hizo la pregunta... necesitaba una excusa.
Y el mago, que era un sabio, le dio una respuesta correcta, creativa y justa.
El rey, casi sin escuchar la respuesta, alabó a su huésped por su inteligencia y le pidió que se quedara un día más, supuestamente, para “consultarle” otro asunto... (obviamente, el rey sólo quería asegurarse de que nada le pasara).
El mago - que gozaba de la libertad que sólo conquistan los iluminados - aceptó...
Desde entonces todos los días, por la mañana o por la tarde, el rey iba hasta las habitaciones del mago para consultarlo y lo comprometía para una nueva consulta al día siguiente.
No pasó mucho tiempo antes de que el rey se diera cuenta de que los consejos de su nuevo asesor eran siempre acertados y terminara, casi sin notarlo, teniéndolos en cuenta en cada una de las decisiones.
Pasaron los meses y luego los años.
Y como siempre... estar cerca del que sabe vuelve el que no sabe, más sabio.
Así fue: el rey poco a poco se fue volviendo más y más justo.
Ya no era despótico ni autoritario. Dejó de necesitar sentirse poderoso, y seguramente por ello dejó de necesitar demostrar su poder.
Empezó a aprender que la humildad también podía tener sus ventajas.
Empezó a reinar de una manera más sabia y bondadosa.
Y sucedió que su pueblo empezó a quererlo, como nunca lo había querido antes.
El rey ya no iba a ver al mago investigando por su salud, iba realmente para aprender, para compartir una decisión o simplemente para charlar.
El rey y el mago habían llegado a ser excelentes amigos.
Hasta que un día, a más de cuatro años de aquella cena, sin motivo, el rey recordó.
Recordó que este hombre, a quien consideraba ahora su mejor amigo, había sido su más odiado enemigo.
Recordó aquél plan que alguna vez urdió para matarlo.
Y sé dio cuenta que no podía seguir manteniendo este secreto sin sentirse un hipócrita.
El rey tomó coraje y fue hasta la habitación del mago. Golpeó la puerta y apenas entró, le dijo:
- Hermano mío, tengo algo para contarte que me oprime el pecho.
- Dime - dijo el mago - y alivia tu corazón.
- Aquella noche, cuando te invité a cenar y te pregunté sobre tu muerte, yo no quería en realidad saber sobre tu futuro, planeaba matarte frente a cualquier cosa que me dijeras, quería que tu muerte inesperada desmistificara tu fama de adivino. Te odiaba porque todos te amaban... Estoy tan avergonzado...
El rey suspiró profundamente y siguió:
- Aquella noche no me animé a matarte y ahora que somos amigos, y más que amigos, hermanos, me aterra pensar lo que hubiera perdido si lo hubiese hecho.
Hoy he sentido que no puedo seguir ocultándote mi infamia.
Necesité decirte todo esto para que tú me perdones o me desprecies, pero sin ocultamientos.
El mago lo miró y le dijo:
- Has tardado mucho tiempo en poder decírmelo, pero de todas maneras, me alegra que lo hayas hecho, porque esto es lo único que me permitirá decirte que ya lo sabía. Cuando me hiciste la pregunta y acariciaste con la mano sobre el puño de tu espada, fue tan clara tu intención, que no hacía falta ser adivino para darse cuenta de lo que pensabas hacer - el mago sonrió y puso su mano en el hombro del rey. - Como justa devolución a tu sinceridad, debo decirte que yo también te mentí... Te confieso que inventé esa absurda historia de mi muerte antes de la tuya para darte una lección. Una lección que recién hoy estás en condiciones de aprender, quizás la más importante cosa que yo te haya enseñado:
Vamos por el mundo odiando y rechazando aspectos de los otros y hasta de nosotros mismos que creemos despreciables, amenazantes o inútiles... y sin embargo, si nos damos tiempo, terminaremos dándonos cuenta de lo mucho que nos costaría vivir sin aquellas cosas que en un momento rechazamos.
Tu muerte, querido amigo, llegará justo, justo el día de tu muerte, y ni un minuto antes. Es importante que sepas que yo estoy viejo, y que mi día seguramente se acerca. No hay ninguna razón para pensar que tu partida deba estar atada a la mía. Son nuestras vidas las que se han ligado, no nuestras muertes.
El rey y el mago se abrazaron y festejaron brindando por la confianza que cada uno sentía en esta relación que habían sabido construir juntos...
Cuenta la leyenda...
que misteriosamente...
esa misma noche...
el mago...
murió durante el sueño.
El rey se enteró de la mala noticia a la mañana siguiente... y se sintió desolado.
No estaba angustiado por la idea de su propia muerte, había aprendido del mago a desapegarse hasta de su permanencia en el mundo.
Estaba triste, simplemente por la muerte de su amigo.
¿Qué coincidencia extraña había hecho que el rey pudiera contarle esto al mago justo la noche anterior a su muerte?.
Tal vez, tal vez de alguna manera desconocida el mago había hecho que él pudiera decirle esto para quitarle su fantasía de morirse un día después.
Un último acto de amor para librarlo de sus temores de otros tiempos...
Cuentan que el rey se levantó y que con sus propias manos cavó en el jardín, bajo su ventana, una tumba para su amigo, el mago.
Enterró allí su cuerpo y el resto del día se quedó al lado del montículo de tierra, llorando como se llora ante la pérdida de los seres queridos.
Y recién entrada la noche, el rey volvió a su habitación.
Cuenta la leyenda... que esa misma noche... veinticuatro horas después de la muerte del mago, el rey murió en su lecho mientras dormía...
quizás de casualidad...
quizás de dolor...
quizás para confirmar la última enseñanza del maestro.
Extracto del libro:
Cuentos para pensar
Jorge Bucay
Fotografía de Internet
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