sábado, 21 de agosto de 2021
viernes, 20 de agosto de 2021
EL BUSCADOR
Hace dos años, cuando terminaba una charla para un grupo de parejas conté, como suelo hacer, un cuento a manera de regalo de despedida. Para mi sorpresa, esta vez, alguien del grupo pidió la palabra y se ofreció a regalarme una historia. Ese cuento que quiero tanto, lo escribo ahora en memoria de mi amigo Jay Rabon.
Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador...
Un buscador es alguien que busca, no necesariamente es alguien que encuentra.
Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe lo qué es lo que está buscando, es simplemente para quien su vida es una búsqueda.
Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. El había aprendido a hacer caso riguroso a estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió.
Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores; la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada.
...Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.
De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.
El buscador traspaso el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.
Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor.
Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción…:
Abedul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días
Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida.
Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar.
Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla, decía:
Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses, y 3 semanas
El buscador se sintió terriblemente conmocionado.
Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba.
Una por una, empezó a leer las lápidas.
Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.
Pero lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había vivido apenas sobrepasaba 11 años...
Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar.
El cuidador del cementerio, pasaba por ahí y se acercó.
Lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
- No, ningún familiar - dijo el buscador - ¿qué pasa con este pueblo?, ¿qué cosa tan terrible hay en esta ciudad?. ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar?, ¿cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de chicos?!!!
El anciano sonrió y dijo:
- Puede Ud. serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré...
Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello.
Y es tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:
a la izquierda, qué fue lo disfrutado…
a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.
Conoció a su novia, y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?, ¿una semana?, ¿dos?, ¿tres semanas y media?…
Y después… la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿el minuto y medio del beso?, ¿dos días?, ¿una semana?…
¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo...?
¿y el casamiento de los amigos…?
¿y el viaje más deseado…?
¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano…?
¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?…
¿horas?, ¿días?…
Así... vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos... cada momento.
Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre, abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque Ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo VIVIDO.
Extracto del libro:
Cuentos para pensar
Jorge Bucay
Fotografía de Internet
jueves, 19 de agosto de 2021
NO CULPAR A NADIE
Es muy difícil definir la madurez, pero yo di con esta definición bastante lógica: La madurez es lo que has alcanzado cuando ya no culpas a nadie. No culpas a otros; no te culpas a ti mismo. Ves qué anda mal y comienzas a remediarlo. Éste es un muy buen signo de madurez. Te asombrarás de lo infantiles que son las personas. Son tan infantiles... Limítate a esperar durante medio día y encontrarás a nuestros más grandes hombres abandonándose a actos infantiles, completamente infantiles. ¿Sabes de qué manera se comporta un niño pequeño?
En la India, por ejemplo, cuando se golpea la rodilla contra una mesa llora con fuerza y todos le preguntan:
-¿Quién te golpeó?, ¿la mesa? ¡Mesa mala!, ¡mesa mala!
Luego, el niño se desahoga:
-¡Oooouuu! ¡ Mala. . . , mesa mala!
Y entonces se siente mejor. ¡Qué infantil es eso!, ¿eh?
Pero además hay quienes vienen a verte, a consultarte, y entonces les preguntas:
- Ahora, ¿quién te pegó?
- Mi mujer, mi marido, mi superior...
- Te responden.
-¡Oh, qué perversos, qué terribles!
Y el "pequeño bebé" se siente bien. Y puede ser el presidente de cualquier gran asociación o país, o lo que sea... ¡Dios mío! , ¡qué infantiles pueden volverse las personas! Y no son conscientes de su infantilismo. Tienen que culpar a alguien... Pero no, madurez es comprender que no se puede culpar a nadie; o, dicho con más precisión, es no darse la salida emocional infantil de culpar a otros o a uno mismo, sino más bien ver qué anduvo mal y ponerse a remediarlo, hacer algo al respecto. Entonces, ellos no pueden ser culpados; tú no puedes ser culpado. La programación es lo que los llevó a hacer eso.
Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet
miércoles, 18 de agosto de 2021
LA ROSA Y EL SAPO...
Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de maravilla al saber que era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. Se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro, y que era por eso por lo que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: Está bien, si así lo quieres.
Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces: Vaya que te ves mal. ¿Qué te pasó?
La rosa contestó: Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual.
El sapo solo contestó: Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín.
martes, 17 de agosto de 2021
LA MUERTE DE SÓCRATES
Sócrates fue castigado por la sociedad. Es inevitable que las personas como Sócrates sean castigadas porque son individuos y no permiten que nadie les domine. Fue envenenado. Estaba tumbado en la cama mientras el hombre que le iba a envenenar preparaba el veneno. Atardecía. Era la hora apropiada. La corte había decidido la hora exacta, pero el hombre que preparaba el veneno se estaba retrasando. Sócrates le preguntó:
-El tiempo pasa, el sol se está poniendo, por qué te estás retrasando?
El hombre no podía creer que una persona que estaba a punto de morir fuese tan escrupulosa con la hora de su muerte. En realidad, debería estar agradecido por el retraso. El hombre adoraba a Sócrates. Le había oído hablar en los tribunales, y había visto la belleza que había en él: él solo tenía más inteligencia que todo Atenas. Quería retrasarlo un poco para que Sócrates pudiera vivir un poco más. Pero Sócrates no se lo permitió. Le dijo:
-No seas vago. Trae el veneno.
Mientras le estaba dando el veneno a Sócrates, le preguntó:
-¿Por qué estás tan excitado? Te veo tan radiante, veo tanta curiosidad en tus ojos. ¿No te das cuenta? Vas a morir!
Sócrates dijo:
-Eso es lo que quiero conocer. La vida ya la conozco. Ha sido hermosa; con todas las ansiedades y las angustias pero, a pesar de todo, ha sido un placer. Simplemente respirar es una gran alegría. He vivido, he amado; he hecho todo lo que he querido, he dicho todo lo que he querido. Ahora quiero saborear la muerte, y cuanto antes mejor.
FUENTE: OSHO: ‘El Libro del Hombre’, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com/
lunes, 16 de agosto de 2021
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