sábado, 19 de junio de 2021
DEBE DE SER MUY DIFICÍL EMPEZAR DE NUEVO
"Debe de ser muy difícil empezar de nuevo"
Si estás pensando que lo que viene es terrible, mi respuesta es, una vez más, depende. La gente que termina una relación tiende a ubicase en dos extremos: están los que "vuelven a nacer" y se pellizcan para estar seguros de no estar soñando, porque han tenido relaciones espantosas y los que deben elaborar un duelo complicado, porque la relación no era tan mala.
Por lo general, pasados los tres primeros meses, si la relación no fue la mejor del mundo, las personas comienzan a renacer de sus propias cenizas. Pero si la relación era relativamente buena y la ruptura tuvo lugar porque nos cambiaron por otro u otra, la cuestión puede requerir ayuda profesional. En estos casos, aunque la autoestima y el orgullo herido tardan en levantar cabeza, a veces la mejor cura es una nueva relación, cariñosa y tranquila. La ternura tiene un efecto sanador en las almas aporreadas por el desamor o el engaño, incluso más que algunos fármacos.
Algunas personas piensan que: "Más vale malo conocido que bueno por conocer", y de esta manera evitan tener que empezar de nuevo. Lo único que logra este tipo de solución es el problema se multiplique de manera exponencial, porque lo "malo" se hace "intolerable". Una mujer reincidente con él mismo hombre me decía: "Ya le di una oportunidad a la relación, volvimos a estar juntos, la cosa mejoró un poco, pero ¡yo no siento nada, ya no me interesa. ¡¿Pero cómo me voy a ir otra vez?!" Suele pasar: la lejanía embelleció el vínculo, lo hizo ver más llevadero y gratificante de lo que era, pero el regreso resultó ser un regreso sin gloria. Con el mismo hombre, en el mismo lugar y de una forma similar. Sin agresiones y sin presiones asfixiantes, es verdad; pero también, sin demasiado entusiasmo ni pasión. Algo se rompió, algo hizo crack en lo profundo del alma y ya no tiene arreglo. De todas maneras, dentro de lo incómodo y difícil de la situación, mi paciente obtuvo claridad, una certidumbre que siempre fluctúa entre el dolor y la paz interior: "Ya sé que no funciona". La apacible sabiduría del desencanto, que no es tristeza ni alegría, sino verdad.
Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet
viernes, 18 de junio de 2021
NOSOTROS SOMOS TRES, TÚ ERES TRES
Cuando el barco del obispo se detuvo durante un día en una isla remota, decidió emplear la jornada del modo más provechoso posible. Deambulaba por la playa cuando se encontró con tres pescadores que estaban reparando sus redes y que, en su elemental inglés, le explicaron cómo habían sido evangelizados siglos atrás por los misioneros. «Nosotros ser cristianos», le dijeron, señalándose orgullosamente a sí mismos.
El obispo quedó impresionado. Al preguntarles si conocían la Oración del Señor, le respondieron que jamás la habían oído. El obispo sintió una auténtica conmoción. ¿Cómo podían llamarse cristianos si no sabían algo tan elemental como el Padrenuestro?
«Entonces, ¿qué decís cuando rezáis?» «Nosotros levantar los ojos al cielo. Nosotros decir: 'Nosotros somos tres, Tú eres tres, ten piedad de nosotros'». Al obispo le horrorizó el carácter primitivo y hasta herético de su oración. De manera que empleó el resto del día en enseñarles el Padrenuestro. Los pescadores tardaban en aprender, pero pusieron todo su empeño y, antes de que el obispo zarpara al día siguiente, tuvo la satisfacción de oír de sus labios toda la oración sin un solo fallo.
Meses más tarde el barco del obispo acertó a pasar por aquellas islas y, mientras el obispo paseaba por la cubierta rezando sus oraciones vespertinas, recordó con agrado que en aquella isla remota había tres hombres que, gracias a pacientes esfuerzos, podían ahora rezar como era debido. Mientras pensaba esto, sucedió que levantó los ojos y divisó un punto de luz hacia el este. La luz se acercaba al barco y, 'para su asombro, vio tres figuras que caminaban hacia él sobre el agua. El capitán detuvo el barco y todos los marineros se asomaron por la borda a observar aquel asombroso espectáculo.
Cuando se hallaban a una distancia desde donde podían hablar, el obispo reconoció a sus tres amigos, los pescadores. «¡Obispo!», exclamaron, «nosotros alegrarnos de verte. Nosotros oír tu barco pasar cerca de la isla y correr a verte».
«¿Qué deseáis?»?, les preguntó el obispo con cierto recelo.
«Obispo», le dijeron, «nosotros tristes. Nosotros olvidar bonita oración. Nosotros decir: 'Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino...'. Después olvidar.
Por favor, decirnos otra vez toda la oración». El obispo se sintió humillado. «Volved a vuestras casas, mis buenos amigos», les dijo, «y cuando recéis, decid: 'Nosotros somos tres, tú eres tres, ten piedad de nosotros'».
A veces he visto a mujeres ancianas rezar interminables rosarios en la iglesia. ¿Cómo va a glorificar a Dios ese incoherente palabreo? Pero siempre que me he fijado en sus ojos o en sus rostros alzados al cielo, he sabido en el fondo que ellas están más cerca de Dios que muchos hombres doctos.
Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet
jueves, 17 de junio de 2021
EL CATECUMENO ÁRABE
Se hallaba un día el profeta Mahoma presentando la oración matutina en la mezquita. Entre la multitud de los fieles se encontraba un joven catecúmeno árabe.
Mahoma comenzó a leer el Corán recitando el versículo en que el Faraón afirma: «Yo soy tu verdadero Dios». Al oírlo, el joven catecúmeno sintió tanta ira que rompió el silencio y gritó: «¿Será fanfarrón, el muy hijo de puta?».
El profeta no dijo nada, pero cuando acabaron las oraciones, los demás comenzaron a increpar al árabe: «¿No te da vergüenza? Has de saber que tu oración le desagrada a Dios, porque no sólo has roto el santo silencio de la oración, sino que además has usado un lenguaje obsceno en presencia del profeta de Dios».
El pobre árabe enrojeció de vergüenza y se puso a temblar de miedo, hasta que Gabriel se le apareció al profeta y le dijo: «Dios te manda sus saludos y desea que hagas que esa gente deje de increpar a ese sencillo árabe; en realidad, su sincero juramento ha movido su corazón más que las santas plegarias de muchos otros».
Cuando oramos, Dios se fija en nuestro corazón, no en nuestras fórmulas.
Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet
miércoles, 16 de junio de 2021
SOMOS NADA
Un asceta errante estaba acampado en un pueblo. Un hombre se le acercó y le dijo que deseaba conocer a Dios. El asceta le preguntó: ‘¿Has amado a alguien alguna vez?’
‘No, no he caído en cosa tan mundana. Nunca me he rebajado tanto, porque es a Dios a quien deseo alcanzar’.
El asceta le preguntó de nuevo: ‘¿Nunca has experimentado las congojas del amor?’ El buscador le respondió enfáticamente: ‘Te estoy diciendo la verdad’.
El pobre hombre decía la verdad porque en el ámbito de la religión, el amor es motivo de descalificación. Tenía la seguridad de que si respondía que había amado a alguien, el asceta le pediría que se deshiciera del amor de inmediato, que renunciase a ese apego, que dejara atrás las emociones mundanas antes de solicitar su guía. Así que, aunque pudiera haber amado a alguien alguna vez, tuvo que responder negativamente.
El monje preguntó por tercera vez: ‘Dime algo. Revisa cuidadosamente. ¿No has amado ni un poco siquiera, a alguien, a quien fuera?’
El aspirante le contestó: ‘Perdóname, pero, ¿por qué insistes en la misma pregunta? No tocaría siquiera al amor con una vara de tres metros porque deseo alcanzar la autorealización. Deseo la cualidad divina’.
A esto, el asceta replicó: ‘Tendrás que disculparme. Por favor vete y acude a otro, pues mi experiencia me dice que si hubieras amado a alguien, a alguna persona, poco o mucho, si tan sólo hubieses tenido un atisbo del amor, yo podría ayudarte a expandirlo, yo podría guiarte para hacerlo crecer y probablemente llegarías a Dios.
Sin embargo, si nunca has amado, no posees nada en tu interior. No tienes una semilla que pueda convertirse en un árbol. ¡Así que ve y busca a otro, amigo mío! Si no hay amor, no veo abertura alguna para que Dios entre’.
FUENTE: OSHO: Del libro ‘Del Sexo a la Superconsciencia’, Capítulo 1, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com/OSHO/TEXTOS/delsexo1.htm, Bogotá, nov-03
martes, 15 de junio de 2021
LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE
"La esperanza es lo último que se pierde"
Este pensamiento está ligado al futuro porque lleva a perseverar y esperar. ¿La esperanza es lo último que hay que perder? Si estoy en una isla desierta, es posible que la esperanza de que me encuentre un barco o un avión me conserve en pie y con ánimo. Pero si estoy en una relación destructiva con pocas probabilidades de mejoría, la esperanza puede mantenerme allí eternamente. En este caso, la esperanza es lo primero que habría que perder y no lo último y, de ser posible, reemplazarla por un realismo de línea dura, así no nos guste. La esperanza es la creencia de un futuro prometedor: si está sustentada en hechos y es racional, bienvenida, pero si es una quimera, una ilusión sin sentido que me impide avanzar en la vida, hay que desprenderse de ella.
Si ya no te ama: ¿para qué la esperanza? Si la relación que tienes impide tu autorrealización, ¿tendrías que mantener la esperanza de una supuesta liberación? ¿Y por qué no hoy, ya, ahora? Si la persona que amas viola sistemáticamente tus derechos, ¿habría que alimentar la esperanza de que un buen día recapacite y te deje de maltratar? ¿Y mientras tanto? Si no hay esperanza, habría certezas, pero ¿certezas en el amor? No creo que haya, o bueno, al menos una: "La seguridad de que nunca me vas a hacer daño intencionalmente". ¿Certeza de que siempre me amarás? Sería comprometerse más allá del azar y los imponderables. ¿No sería mejor algo más honesto y aterrizado?: "Le colaboraré a este amor para seguir amándote, haré todo lo posible para mantenerlo y hacerlo crecer con fuerza". O incluso, un compromiso miedoso pero necesario: "Puedes tener la certeza de que si algún día alguien me empieza a gustar, serás la primera persona en saberlo".
Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet
Suscribirse a:
Entradas (Atom)