sábado, 8 de agosto de 2020

LA PALABRA HECHA CARNE


En el Evangelio de San Juan leemos: 

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros... Mediante ella se hizo todo; sin ella no se hizo nada de cuanto ha sido creado. Todo lo que llegó a ser estaba lleno de su vida. Y esa vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas jamás la han apagado. 

Fíjate en las tinieblas. No pasará mucho tiempo antes de que veas la luz. Observa silenciosamente todas las cosas. No pasará mucho tiempo antes de que veas la Palabra. 

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros... 

Resulta penoso comprobar los denodados esfuerzos de quienes tratan de convertir de nuevo la carne en palabra. Palabras, pala­bras, palabras...



Del libro:
Anthony de Mello 
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

jueves, 6 de agosto de 2020

NADA PUEDE DARTE ALEGRÍA

LAS CAMPANAS DEL TEMPLO


El templo había estado sobre una isla, dos millas mar adentro. Tenía un millar de campanas. Grandes y pequeñas campanas, labradas por los mejores artesanos del mundo. Cuando soplaba el viento o arreciaba la tormenta, todas las campanas del templo repicaban al unísono, produciendo una sinfonía que arrebataba a cuantos la escuchaban. 

Pero, al cabo de los siglos, la isla se había hundido en el mar y, con ella, el templo y sus campanas. Una antigua tradición afirmaba que las campanas seguían repicando sin cesar y que cualquiera que escuchara atentamente podría oírlas. Movido por esta tradición, un joven recorrió miles de millas, decidido a escuchar aquellas campanas. Estuvo sentado durante días en la orilla, frente al lugar en el que en otro tiempo se había alzado el templo, y escuchó, y escuchó con toda atención. Pero lo único que oía era el ruido de las olas al romper contra la orilla. Hizo todos los esfuerzos posibles por alejar de sí el ruido de las olas, al objeto de poder oír las campanas. Pero todo fue en vano; el ruido del mar parecía inundar el universo. 

Persistió en su empeño durante semanas. Cuando le invadió el desaliento, tuvo ocasión de escuchar a los sabios de la aldea, que hablaban con unción de la leyenda de las campanas del templo y de quienes las habían oído y certificaban lo fundado de la leyenda. Su corazón ardía en llamas al escuchar aquellas palabras... para retornar al desaliento cuando, tras nuevas semanas de esfuerzo, no obtuvo ningún resultado. Por fin decidió desistir de su intento. Tal vez él no estaba destinado a ser uno de aquellos seres afortunados a quienes les era dado oír las campanas. O tal vez no fuera cierta la leyenda. Regresaría a su casa y reconocería su fracaso. Era su último día en el lugar y decidió acudir una última vez a su observatorio, par decir adiós al mar, al cielo, al viento y a los cocoteros. Se tendió en la arena, contemplando el cielo y escuchando el sonido del mar. Aquel día no opuso resistencia a dicho sonido, sino que, por el contrario, se entregó a él y descubrió que el bramido de las olas era un sonido realmente dulce y agradable. Pronto quedó tan absorto en aquel sonido que apenas era consciente de sí mismo. Tan profundo era el silencio que producía en su corazón... 

¡Y en medio de aquel silencio lo oyó! El tañido de una campanilla, seguido por el de otra, y otra, y otra... Y en seguida todas y cada una de las mil campanas del templo repicaban en una gloriosa armonía, y su corazón se vio transportado de asombro y de alegría. 

Si deseas escuchar las campanas del templo, escucha el sonido del mar. 

Si deseas ver a Dios, mira atentamente la creación. No la rechaces: no reflexiones sobre ella. Simplemente, mírala. 




Del libro:
Anthony de Mello 
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

miércoles, 5 de agosto de 2020

martes, 4 de agosto de 2020

¿ERA EL ÁRBOL O SU DESCRIPCIÓN?


USAR Y ABANDONAR LA NEGATIVIDAD


Toda resistencia interior se experimenta como negatividad en una forma u otra. Toda negatividad es resistencia. En este contexto, las dos palabras son casi sinónimos. La negatividad va de la irritación o la impaciencia a la rabia furiosa, de un humor depresivo o un resentimiento sombrío a la desesperación suicida. A veces la resistencia dispara el cuerpo del dolor emocional, en cuyo caso incluso una situación sin importancia puede producir negatividad intensa, tal como ira, depresión o tristeza profunda. 

El ego cree que por medio de la negatividad puede manipular la realidad y conseguir lo que quiere. Cree que por medio de ella puede atraer una condición deseable o disolver una indeseable. Un Curso sobre Milagros señala con razón que, siempre que usted es infeliz, existe la creencia inconsciente de que la infelicidad le "compra" lo que quiere. Si "usted" -la mente- no creyera que la infelicidad funciona, ¿por qué la crearía? El hecho es, por supuesto, que la negatividad no funciona. En lugar de atraer una condición deseable, impide que surja. En lugar de disolver una indeseable, la mantiene en su lugar. Su única función "útil" es que refuerza el ego y por eso al ego le encanta. 

Una vez que usted se ha identificado con alguna forma de negatividad, no quiere abandonarla y en un nivel profundamente inconsciente, no quiere un cambio positivo. Amenazaría su identidad de persona deprimida, iracunda, difícil. Entonces usted ignorará, negará o saboteará lo positivo de su vida. Este es un fenómeno común. Es también demencial. 

La negatividad es totalmente antinatural. Es un contaminante psíquico y hay un vínculo profundo entre el envenenamiento y la destrucción de la naturaleza y la gran cantidad de negatividad que se ha acumulado en la psique humana colectiva. Ninguna otra forma de vida en el planeta conoce la negatividad, sólo los seres humanos, lo mismo que ninguna otra forma de vida viola y envenena la Tierra que la sostiene. ¿Ha visto usted alguna vez una flor infeliz o un roble estresado? ¿Alguna vez se ha encontrado un delfín deprimido, una rana con problemas de autoestima, un gato que no puede relajarse o un pájaro que arrastra odio y resentimiento? Los únicos animales que pueden experimentar ocasionalmente algo parecido a la negatividad o mostrar signos de conducta neurótica son los que viven en contacto estrecho con el hombre y que por eso se vinculan a la mente humana y a su locura. 

Observe cualquier planta o animal y permita que le enseñe la aceptación de lo que es, la entrega al Ahora. Deje que le enseñe Ser. Deje que le enseñe integridad, lo que significa ser uno, ser usted mismo, ser real. Deje que le enseñe a vivir y a morir y no cómo convertir la vida y la muerte en un problema. 

He vivido con varios maestros Zen, todos gatos. Incluso los patos me han enseñado importantes lecciones espirituales. Sólo mirarlos es una meditación. Cómo flotan tranquilamente, a gusto consigo mismos, totalmente presentes en el Ahora, dignos y perfectos como sólo una criatura sin mente puede estar. Ocasionalmente, sin embargo, dos patos se enzarzarán en una pelea, a veces sin razón aparente, o porque uno se ha metido en el espacio privado de otro. La pelea generalmente dura sólo unos segundos, y después los patos se separan, nadan en diferente dirección y aletean vigorosamente unas cuantas veces. Continúan entonces nadando tranquilamente como si la pelea nunca hubiera ocurrido. Cuando observé esto por primera vez, noté de repente que al mover las alas estaban liberando el exceso de energía, evitando así quedar atrapados en su cuerpo y caer en la negatividad. Esto es sabiduría natural y es fácil para ellos porque no tienen una mente que mantenga vivo el pasado innecesariamente y que construya una identidad en torno a él. 


Del libro:
El Poder del Ahora
Eckhart Tolle
Imagen tomada del internet
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