domingo, 17 de mayo de 2020

ORAR


LO QUE CREES SER SE FUNDA EN LA MEMORIA Y LA ANTICIPACIÓN


LA ESCLAVITUD DEL ESPACIO Y EL TIEMPO


6. La esclavitud del espacio y el tiempo.

Visitante: Recuerdo haber leído en alguna parte que la combinación de espacio y tiempo es la causa de nuestra esclavitud. Desde entonces, me pregunto cómo pueden el espacio y el tiempo hacernos esclavos.

Maharaj: Aclaremos de qué estamos hablando. ¿Qué quieres decir con "esclavitud"?, ¿esclavitud para quién? Si te sientes satisfecho con este mundo que consideras real y con la forma en que has sido tratado, ¿en qué radica para ti la esclavitud?

Debo reconocer que a mí el mundo me parece bastante real, pero no es cierto que me sienta satisfecho con el papel que tengo en él. Estoy profundamente convencido de que la vida debe consistir en mucho más que sólo pasarla, como la mayoría de nosotros hace, sin ningún objetivo específico, tan sólo de manera rutinaria. Desde este punto de vista, creo que la vida misma es esclavitud.

¿Exactamente qué imagen tienes de ti mismo cuando empleas la palabra "yo"? Cuando eras pequeño te considerabas sólo un niño y el solo hecho de jugar te hacía feliz. Con el tiempo, te convertirías en un joven, con fuerza suficiente en los brazos para arrear una pareja de elefantes, y la idea de que podías enfrentarte a cualquier cosa o persona de este mundo. Ahora te encuentras en la mitad de tu vida, un poco más maduro pero disfrutando, con todo, de la vida y sus placeres; y crees que eres un hombre feliz y con éxito, bendecido con una hermosa familia. En este momento tienes una imagen de ti mismo bastante distinta de la que tuviste en tiempos pasados. Imagínate de aquí a diez años, y aún más lejos, veinte años después.

La imagen que tendrás de ti mismo será distinta de todas las anteriores. ¿Cuál de estas imágenes es el "tú" real? ¿Alguna vez lo has pensado? ¿Hay alguna identidad particular que puedas llamar la tuya propia y que haya permanecido contigo desde el principio, siempre presente y sin sufrir cambios?

Ahora que lo mencionas, reconozco que al usar la palabra "yo" no tengo ninguna idea particular sobre mí mismo y estoy de acuerdo en que todas las ideas que he tenido sobre mí han cambiado con los años.

Pues bien, hay algo que ha permanecido inmutable todos estos años, en tanto todo lo demás ha ido cambiando. Y es el sentido constante de presencia, el sentido de que existes. Este sentido o sensación de "yo soy", no ha cambiado nunca. Esa es tu imagen constante. Tú estás sentado frente a mí. Lo sabes con certeza, sin necesidad de confirmación por parte de alguien más. Sabes, de igual modo, que eres, que existes. Ahora dime, ¿en ausencia de qué te sería imposible sentir tu existencia?

Si estuviera dormido o inconciente no sabría que existo.

Precisamente. Vayamos ahora más allá. En la mañana, en el momento mismo en que despiertas y entra en acción tu conciencia, ¿no sientes tu presencia conciente, tu existencia, el "yo soy", como presencia sin más y no como la de una persona individual?

Sí, así es. Yo diría que mi personalidad individual aparece en cuanto miro mi cuerpo y los objetos que me rodean.

Cuando dices que ves un objeto, lo que en realidad sucede es que tus sentidos reaccionan a un estímulo cuyo origen es externo con respecto al aparato corporal. Y lo que tus sentidos han percibido y tu mente ha interpretado no es más que algo que aparece en tu conciencia. Esta apariencia presente en la conciencia se interpreta como un suceso que se manifiesta en el espacio y el tiempo. Toda manifestación depende de la combinación de dos medios estrechamente ligados a los que se denomina espacio y tiempo. En otras palabras, en ausencia de la combinación espacio-tiempo no podría surgir en la conciencia ninguna manifestación. ¿Me sigues?

Sí, entiendo lo que dices. Pero, ¿dónde entro yo como individuo en este proceso?

Precisamente ahí reside la dificultad. Toda "existencia" es un proceso continuo de objetivación. Sólo existimos como uno de tantos objetos y, como tales, sólo en la conciencia que nos conoce. Cuando cesa la objetivación, como sucede en el sueño profundo, desaparece el universo objetivo.

Siempre que uno se concibe como una entidad aparte, como persona, no puede percibir el paisaje total de la realidad impersonal. Y la idea de una personalidad independiente se debe a la ilusión del espacio y el tiempo, los cuales no tienen existencia por sí mismos, pues sólo son instrumentos, simples medios para hacer cognoscible la manifestación.

En la conciencia sólo puede reflejarse un pensamiento, sentimiento o percepción en cada momento, pero los pensamientos, sentimientos y percepciones se presentan uno tras otro, creando la ilusión de durabilidad. La personalidad aparece entonces como resultado simplemente de la memoria, al identificar el presente con el pasado y proyectarlo al futuro. 

Piénsate efímero, sin pasado ni futuro, ¿dónde se halla entonces la personalidad? Inténtalo e indaga tú mismo. En la memoria y en la anticipación, que pertenecen una al pasado y la otra al futuro, hay una clara sensación de que existe un estado mental al cual se observa, mientras que en el ahora la sensación es básicamente la de tener conciencia y estar presente aquí y en este momento.

Creo entender. Debo sentarme en calma y tratar de captar esta forma completamente nueva de pensar.

¿Entiendes ahora en qué sentido el espacio y el tiempo, cuya disposición en la conciencia hace perceptible la manifestación, son culpables? Lo único que puedes decir con verdad es: "Yo soy" (queriendo decir con ello que lo que es, es). En el momento en que hay un pensamiento sobre "mí" como personalidad independiente, aparece lo que se denomina "esclavitud". Comprender esto es el fin de toda búsqueda.

Cuando te das cuenta de que todo lo que crees ser sólo se funda en la memoria y la anticipación, termina tu búsqueda y te mantienes alejado, con conciencia cabal de la falsedad de lo falso.



Tomado del libro:
El buscador es lo buscado
Puntos clave de la enseñanza de Nisargadatta Maharaj
Ramesh Balsekar
Imágenes de Internet

sábado, 16 de mayo de 2020

CONOCIMIENTO Y ENTENDIMIENTO


DONDE LA MENTE NO PUEDE LLEGAR

  
CUANDO SOMOS PEQUEÑOS y estamos aprendiendo a convivir con los demás, se nos enseña cómo conseguir lo que queremos. De niños, más que ninguna otra cosa, queremos comida, y sabemos instintivamente que si gritamos la conseguiremos. Además de gritar, también aprendemos a seducir para conseguir lo que queremos, una especie de hechizo infantil que tiene que ver con ser listo, brillante, guapo, bueno..., o incluso malo.

Vamos creciendo y nos envían a la escuela, donde aprendemos a leer, a escribir y aritmética. Aprendemos a dar los pasos necesarios para conseguir nuevos objetivos. Estos pasos básicos son las piezas fundamentales a partir de las cuales podemos aprender no sólo el lenguaje de nuestra cultura, sino también muchos otros. Podemos aprender a escribir no sólo cosas simples, sino también expresiones muy elaboradas y exquisitas.

Nuestro aprendizaje continúa, y empezamos a desear una satisfacción más amplia. Nos planteamos un objetivo profesional y damos los pasos necesarios para adquirir destreza, y cuando terminamos esa carrera, empezamos otra. Al principio, las técnicas y estrategias que usamos para conseguir lo que queremos son muy simples, pero se van haciendo más complejas a medida que pasa el tiempo.

En algún momento de una vida venturosa, surge el deseo de conocer la verdad. No sólo «mi» verdad, sino la verdad real, la verdad final, la verdad eterna. Esto no le ocurre a todo el mundo. Es un misterio que este deseo aparezca en algunas personas y no en otras. En cualquier caso, el problema surge cuando tomamos las técnicas de aprendizaje que hemos incorporado e intentamos aplicarlas en la búsqueda de la verdad. Esto nos conduce inevitablemente al fracaso. Puede que en ese momento intentemos aplicar otras versiones anteriores de los medios usados para conseguir lo que deseamos, pero volvemos a fracasar.

Llegados a este punto, cuando vemos que todas nuestras sofisticadas técnicas resultan inútiles para satisfacer el verdadero deseo espiritual, simplemente volvemos a gritar. E incluso es posible que nuestro grito sea una oración: «Ayúdame, tómame, muéstrame». Este tipo de plegaría nos acerca, pero, aun así, generalmente no funciona, porque estamos tan absorbidos en nuestro grito que no vemos que lo que estamos pidiendo ya está aquí. Como gritar no funciona, probamos alguna otra cosa. A esto se le llama el ciclo de encarnación. Es un ciclo diario, un ciclo mensual, un ciclo anual, toda una vida de entrar y salir de ciclos, entrar y salir de ciclos, y de fracasar, fracasar, fracasar. Sí, se producen hermosos vislumbres de la verdad a lo largo del camino, momentos de alegría, de unión, de comprensión y sabiduría. Pero en cuanto acaban estas experiencias, empezamos a gritar de nuevo, o empezamos a buscar otra vez..., volvemos a intentarlo.

Mucha gente no entiende qué significa detener la búsqueda. Desde luego, no implica renunciar al deseo de verdad. Significa dejar de buscar la verdad y dejar de confiar en que la mente organice cómo se revelará la verdad.

Significa renunciar a la creencia arrogante de que algún día localizarás la verdad y la llevarás a ti. Esta creencia se basa en la mentira de que estás separado de la verdad. Cuando crees firmemente en esta mentira, ésta crea nuevas experiencias de la mentira, hasta que finalmente reconoces que todos los gritos, toda la búsqueda, todos los cálculos, la acumulación de más y más experiencias, hacen que te orientes hacia la búsqueda más que hacia lo que siempre ha estado aquí.

Cuando surge el deseo de conocer la verdad, supone un momento sagrado en el curso de una vida. La tragedia es que, frecuentemente, este deseo se traduce en algún concepto mental sobre cómo llegar a la verdad, o cómo librarse de los obstáculos que impiden acceder a la verdad. Seguidamente nos dedicamos a adorar este concepto, le rezamos y confiamos en él más que en la verdad misma.

El deseo de verdad es el anhelo que sientes en tu corazón. La relación mental con este anhelo son todas las cosas que le lanzas para intentar quitártelo de encima porque te está molestando. Pero nada que no sea la pura autenticidad, el puro ser, le colmará. Si estás dispuesto a dejar de lanzar cosas al anhelo de tu corazón, si estás dispuesto a dejar de buscar la forma de escapar al anhelo, él revelará su propia consumación.

Cuando la mente dice: «Ve allí, haz esto, prueba aquello», puedes negarte a escuchar. Puedes darte cuenta de que una y otra vez has ido allí, has hecho esto y has probado aquello, sin encontrar ninguna satisfacción. Ahora se te invita a detenerlo todo, a simplemente aquietarte. Cuando detienes toda búsqueda, las justificaciones, las excusas..., ¿qué poder tiene, entonces, la mente? En un milisegundo de detención, ves el pensamiento tal como es.

En ese milisegundo reconoces la presencia de la verdad. 

Sin embargo, este hábito de buscar, de confiar en la mente y en su interpretación última de dónde encontrar más verdad, está muy arraigado.

De modo que el ciclo vuelve a empezar. Posiblemente has tenido muchas experiencias de verdad, de la presencia eterna que la mente no puede conceptualizar, y no sólo mientras estabas en la búsqueda espiritual. Has tenido experiencias de niño, de adulto, en la naturaleza, en tus relaciones amorosas, surgidas de la nada, en medio de la calle o en medio de la noche.

No podrías haber planeado esas experiencias, y sin embargo, por tu profundo condicionamiento, imaginas que tú puedes hacerlo, que tú puedes crear la verdad, que tú puedes hacer que Dios venga a ti. Qué sorpresa tan dulce y qué lección de humildad descubrir que no puedes, y que la verdad, que es Dios, ya está aquí.

Es tan simple... Eres lo que estás buscando. No me refiero a tu cuerpo, aunque el cuerpo no es un obstáculo, y forma parte de ti. No me refiero a tus pensamientos y emociones, a tu destino, karma, pasado o futuro, aunque tampoco son obstáculos. Todos ellos aparecen, existen, y desaparecen en la verdad de quien eres. Tú ya eres la verdad. Tú eres conciencia. Conciencia es espíritu. Reconócete a ti mismo y te verás por todas partes: en todos los demás seres humanos, en cada animal, en cada planta, en cada roca. Hasta que no te reconozcas a ti mismo seguirás tratando de averiguar cómo encontrarte, cómo conseguir más de ti mismo, cómo saber qué eres y qué no eres.

La mente tiene el hábito de necesitar saber qué ocurrirá si los pensamientos se detienen. Al final, simplemente tienes que pararte y comprobarlo. Ya has probado todas las técnicas excepto la de detenerte. Si no te has parado, aún sigues buscando. Es así de simple.



Extracto del libro:
El Diamante en tu bolsillo: Descubre tu verdadero resplandor
Gangaji
Imágenes tomadas de internet

viernes, 15 de mayo de 2020

NADA ES ZEN


LA ESPIRITUALIDAD NO ES ADOPTAR MÁS CREENCIAS


UN PUÑADO DE TIERRA


Dios creó al hombre de tal manera que puede distinguir el bien del mal. Un día pidió al ángel Gabriel que fuese a buscarle un puñado de tierra. Pero cuando éste tendió la mano, la tierra retrocedió y dijo lamentándose:

«¡Oh, ángel! ¡Por el amor de Dios, perdóname! ¡En nombre de la ciencia que Dios te confió, no me hagas daño!

Tú tratas con Dios a cada instante. Eres el dueño de los ángeles y el mensajero del profeta. Has tenido revelaciones. Eres un ángel superior, pues insuflas el espíritu al alma igual que Izrafel insufla el alma al cuerpo. Cuando él sopla su trompeta, el cuerpo se reanima, pero cuando eres tú quien pones en tu boca la trompeta, el corazón resucita a la luz. ¡Miguel nos proporciona el alimento del cuerpo, pero tú alimentas el corazón! ¡Como la misericordia triunfa sobre la cólera, lo mismo triunfas tú sobre Azrael!».

Así habló la tierra. Gabriel, emocionado por sus lágrimas, regresó ante Dios y le dijo:

«No me atrevo a diferir la ejecución de tus órdenes, pero sabes lo que ha pasado entre la tierra y yo. ¡Me hubiese sido fácil traerte un puñado de ella si no me hubiese intimidado invocando uno de tus nombres!».

Dios dijo entonces a Miguel:

«¡Ve a la tierra y tráeme un puñado de ella!».

Pero la tierra, fogosamente, expresó sus tormentos al ángel:

«¡En nombre de Aquel que te hizo sostén de los cielos, perdóname! Tú eres el que pesa el don de cada criatura, el que calma la sed de los sedientos. Ten piedad de mí. ¡Mira las lágrimas de sangre que vierto!».

Un ángel es una manifestación de la misericordia divina y no pone sal en la herida de un enfermo. Así, Miguel regresó ante Dios sin haber cumplido su misión. Le dijo:

«¡Oh, Señor que conoces lo oculto y lo aparente! Las lágrimas de la tierra han alzado un obstáculo en mi camino. Conozco el valor de las lágrimas y no he podido mostrarme insensible».

Entonces, Dios dijo a Izrafel:

«Ve a buscarme un puñado de tierra».

Apenas Izrafel hubo llegado a su destino cuando la tierra empezó de nuevo a lamentarse diciendo:

«¡Oh, savia de la vida! ¡Con tu aliento resucitas a los muertos! Tu aliento lleno de misericordia reanima el universo entero. Eres el sostén de la tierra y el ángel de misericordia. En nombre de Dios, no me causes ningún daño. Pues me atenaza la duda. Tú eres fiel al Misericordioso y Dios es el que no espanta a nadie, ni siquiera al pájaro. ¡Por piedad, sé tan clemente como tus dos predecesores!».

Así Izrafel se volvió hacia Dios:

«Tú has ordenado a mis oídos que vayan a buscar tierra y has ordenado lo contrario a mi razón. ¡Que tu misericordia sea mayor que tu cólera!».

Entonces Dios dijo a Azrael:

«¡Tráeme un puñado de tierra sin más vacilaciones!».

Ahora bien, la tierra volvió a lamentarse:

«¡En nombre del Misericordioso! ¡En nombre del Todopoderoso! ¡Déjame! Pues Dios no niega a quien pide».

Azrael replicó:

«¡Yo no tengo poder para diferir una orden del Todopoderoso!

—¡Pero Dios ordena ser sabio y perdonar!

—La sabiduría, dijo Azrael, puede interpretarse de maneras diferentes, pero cuando se tiene una orden tan estricta, apenas hay lugar para interpretaciones. Tus lágrimas y tus suspiros abrasan mi corazón. No creas que soy insensible a la piedad. Puede incluso que sea más compasivo que los que me han precedido. Pero, si, ante una orden de Dios, yo abofeteo a un huérfano, y si un hombre de buena voluntad le ofrece leche, mi gesto valdrá más que el suyo. En toda prueba hay un don. El ágata siempre está oculta en el barro. ¡Puesto que es El quien te invita, ven! ¡Esta invitación sólo te traerá honor y alegría! Más vale obedecer las órdenes de Dios. Por mi parte, no tengo fuerza para resistirme a ellas».

Después, como la tierra persistía en su petición:

«Yo soy como un lápiz entre dos dedos. ¡No hago más que obedecer!».

Y, mientras que la tierra lo escuchaba, tomó de ella lo suficiente para llenar su mano. Y la tierra se sintió como el niño que llevan por fuerza a la escuela.

Dios dijo entonces a Azrael:

«¡Te nombro arrancador de espíritus!

—¡Oh, Señor mío! dijo Azrael, si ésa es mi tarea, toda criatura será mi enemiga. ¡No hagas de mí el enemigo de toda criatura!».

Dios respondió:

«No temas nada. Crearé enfermedades de la cabeza, convulsiones… y muchas otras cosas como razones aparentes de la muerte y nadie te considerará responsable.

—¡Oh, Señor mío! ¡Habrá sin duda sabios entre tus servidores que rasgarán ese velo!

—Esos saben que existe un remedio para cada pesar y que sólo el destino es irremediable. Los que miran el origen no te verán. Aunque estés oculto a los ojos del pueblo, eres un velo tú mismo para los que ven la verdad. Puesto que, para ellos, el destino tiene la dulzura del azúcar, ¿qué tendrían que temer? Si derribas los muros de una prisión, ¿por qué quieres que se aflijan los prisioneros? ¿Por qué dirían: “¡Qué lástima haber roto tan hermoso mármol!?”. Ningún preso está triste por salir de la prisión, salvo el destinado al patíbulo. El que duerme en prisión y sueña con jardines de rosas se dice: “¡Oh, Dios mío, déjame gozar de este Edén!”. Cuando duerme, no desea despertar».

El alma dormida ignora el cuerpo, esté éste en el jardín de rosas o en el fuego. ¡Qué hermoso sueño! ¡Visitar el paraíso sin morir!


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...