jueves, 14 de mayo de 2020
LA ACTITUD ANTE LA VIDA
Analizando las diferencias entre Japón y México, veo tres especialmente importantes: la educación, la religión y la actitud hacia la vida misma y la naturaleza.
LA ACTITUD ANTE LA VIDA:
El elefante del circo Atayde, ¿por qué' no escapa? ¿Por qué no es libre, como los otros elefantes? Porque le pasa lo que a muchos de nosotros cuando estábamos pequeños. A ese elefantito lo tenían atado de la pata con una cuerda y él quería ser libre y halaba y halaba. Se lastimó la piernita, le sangró y ya después le salió un callo, no sólo en la pata sino también en la cabeza: a punta de decir "no puedo", ¡ya no puede!
Y así hay muchos jóvenes que llegan a ser adultos y "ya no pueden" ¿Por qué? Porque desde chiquitos estuvieron escuchando todos los días: eres un bruto, eres la vergüenza de la familia, eres un malcriado, siempre te reprueban... Ese joven, ya de adulto, es como el elefante: a determinada hora sale a trabajar, da las vueltas que tiene que dar -ni una más ni una menos-, mueve la trompita, termina lo suyo y alguien se lo lleva a la paja y le trae de comer. Así son muchos empleados que nada más hacen lo esencial.
¿Qué deben hacer? Que el objetivo hoy sea ser feliz y disfrutar lo que hacen. Prepárense para que su objetivo de vida no sea que den las cinco de la tarde. ¡Qué triste! Así, hay padres de familia, maestros, empresarios, que todos los días crean fracasados. Pero también hay maestros, padres de familia, empresarios y jefes que todos los días crean triunfadores. Es muy diferente, créanme, trabajar así Debemos cambiar la mentalidad de la gente.
Tenemos una obligación con México. ¿Por qué no crean sus propias empresas? Pero no se imaginen su primera empresa con dos hectáreas de largo. ¿Cómo empezamos todos los empresarios? Pues tenían capital, dirán. ¡No es cierto! Yo conozco a muchos libaneses, israelíes, españoles, que llegaron a esta nación con una mano adelante y otra atrás, sin amigos, sin conocer el idioma ni las costumbres, pero con fe en si mismos y en México, y que trabajaron y trabajaron, y ahora son los empresarios de esta nación.
Pero, ¿qué pasa en el pueblo? Vean ustedes el comportamiento en el pueblo de Chiconcuac donde sea: es la fiesta del patrono, y toda la semana de rumba... ¿Qué hacemos los mexicanos? El baile, la pereza, el trago, el guayabo. ¿Y los españoles? Abren desde las cuatro de la mañana sus panaderías, hasta las diez de la noche. ¿Y los israelíes? Trabajan y trabajan. Nosotros no, pues es la fiesta del pueblo.
¿Cuánto retira el empresario en estos quince años que nosotros como empresa tenemos en México? Ni un solo centavo. Así es como las empresas de los japoneses crecen. Hasta que cumplen veinte años, no se retira dinero ni capital. Ni la parte japonesa, ni la parte mexicana. Es pura inversión y reinversión.
Y quiero que entiendan, futuros empresarios, que cuando los jóvenes están aquí en la universidad pensando "¿qué vamos a hacer?" es como el enamoramiento. Cuando hacen el plan de negocios, es la concepción. El embarazo, cuando construyen la fábrica. Y cuando la inauguran, el nacimiento Después ya tienen un bebito. Dentro de los tres primeros años tienen que cuidarlo a diario, con el único objetivo de hacerlo crecer. Pero en México, el ochenta y cuatro por ciento de las empresas nuevas quiebra durante los tres primeros años, porque los papás quieren que el bebito les ponga automóvil último modelo, que les dé alfombra, aire acondicionado, muebles de caoba y una secretaria rubia de minifalda.
Después viene la adolescencia, y al fin llegan a ser adultos. Es cuando las empresas japonesas empiezan a repartir utilidades a los socios. Por eso hay empresas multimillonarias y empresarios pobres. La diferencia entre el sueldo del obrero de más bajo nivel y el del presidente de la compañía es ocho veces. Pero en nuestra nación, quieren hacerse ricos al segundo año con esa empresa que van a poner. Váyanse a veinte años de plazo, métanle todo lo que ganen, denle todo a ese hijo que es su empresa, y verán cómo crece. Verán cómo se hace adulto. SI, ¿y de qué vivimos?, preguntarán. ¿De un saludo? Pueden tener salario, pero no la desangren.
Quiero terminar con un cuento que me contó mi padre. Había un bosque en el que vivían muchos animalitos. De repente se desató un incendio y todos salieron corriendo. Todos menos un gorrioncito que fue al río, mojó las alitas, voló sobre el bosque en llamas y dejó caer una gota de agua, tratando de apagar el fuego. Volvió al río, mojó las alitas, voló sobre el bosque y dejó caer algunas gotas. Un elefante que pasaba le gritó:
-¡No seas tonto! ¡Huye como todos! ¿No ves que te vas a achicharrar?
El gorrioncito se volteó y le dijo:
-Este bosque me lo ha dado todo: mi familia mi felicidad, y le tengo tanta lealtad que no me importa morir, pero voy a tratar de salvarlo.
Fue al río otra vez, mojó las alitas y revoloteó sobre el bosque, dejando caer una o dos gotas de agua.
Los dioses se compadecieron de él y dejaron caer una gran tormenta que apagó el incendio. El bosque reverdeció y todos los animalitos regresaron y volvieron a ser felices, más que antes.
Jóvenes universitarios: yo comparo a este bosque con México. Tal vez estemos en un gran incendio, en una gran crisis política, social, económica y moral, pero yo les pido que todos los días dejen caer una o dos gotas de sudor y de trabajo. Si así lo hacen, el país se los agradecerá y Dios los bendecirá.
Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 1a parte
Lopera y Bernal
Fotografía de Internet
miércoles, 13 de mayo de 2020
martes, 12 de mayo de 2020
LA AUTÉNTICA VIRTUD EMANADA DE LA SABIDURÍA
Obedecer los preceptos consta de tres niveles. El primero consiste en comprometernos con ellos como las reglas de entrenamiento que nuestros maestros nos han indicado. El segundo nivel surge cuando las entendemos y las respetamos nosotros mismos. Pero para aquellos que se encuentran en el nivel más alto, los Nobles, no es necesario hablar de preceptos, de correcto o incorrecto. Esta es la auténtica virtud que proviene de la sabiduría que conoce a las Cuatro Nobles Verdades y actúa conforme a ese entendimiento.
***
Algunos monjes dejan los hábitos para ir al frente de batalla, adonde los proyectiles pasan volando todos los días. Lo prefieren así. De veras quieren ir. El peligro los rodea por todos lados y, a pesar de eso, están dispuestos a ir. ¿Por qué no ven el peligro? Están dispuestos a morir debido a un arma de fuego, pero nadie quiere morir desarrollando la virtud. De verdad es asombroso ¿no es así?
Extracto del libro:
No Ajahn Chah
Reflexiones
Fotografía de Internet
lunes, 11 de mayo de 2020
FAVOR DIVINO
Muy cerca del Temén, en la ciudad de Darván, vivía un hombre lleno de generosidad, de bondad, de madurez y de razón. Su morada era el lugar de reunión de los desheredados, de los pobres y de los melancólicos. Tenía la costumbre de distribuir la décima parte de sus cosechas.
Cuando el trigo se convertía en harina y hacían pan con ella, distribuía la décima parte de él. Cualquiera que fuese la naturaleza de su cosecha, hacía así, cuatro veces al año, esa distribución.
Un día dio estos consejos a sus hijos:
»Cuando yo haya muerto, perpetuad esta tradición para que el favor divino esté sobre vuestra cosecha. El fruto de una cosecha proviene de lo desconocido, pues es Dios quien nos lo proporciona. Si disponéis adecuadamente de sus larguezas, la puerta del provecho se abrirá para vosotros. Así hacen los campesinos que siembran sin esperar ya una parte de su cosecha. Puede suceder que lo sembrado sea más importante en cantidad que el resto. ¡Qué importa! ¡Tienen confianza! El zapatero se priva igualmente de todo para comprar pieles, pues ésa es la fuente de sus ingresos. Pero la tierra o el cuero no son, de hecho, sino velos. Y la verdadera fuente de ganancia es lo que Dios nos ofrece. Si restituís vuestras ganancias a la fuente, recuperáis vuestra apuesta centuplicada. Imaginad que hayáis colocado vuestras ganancias en el lugar en el que suponéis que se encuentra su fuente y que nada brota durante dos o tres años. No os queda ya sino implorar a Dios.
»No lo olvidéis: Él es quien nos procura alegría y embriaguez, no el vino ni el hachís. Ninguna ayuda verdadera nos vendrá de vuestros tíos, de vuestros hermanos, de vuestro padre o de vuestros hijos. Sabedlo: llegará un día en que ellos se alejarán de vosotros y vuestros amigos se volverán enemigos. Durante toda vuestra vida no habrán hecho sino obstaculizar vuestro camino, igual que ídolos.
»Si un amigo se aleja de ti con rencor, celos o cólera, no te apenes. Muy al contrario, da limosnas y da gracias a Dios pues no estabas ligado a ese amigo sino por ignorancia. Pero ahora te has liberado de sus redes. Busca, pues, un verdadero amigo. El verdadero amigo es aquél cuya amistad no se deja enfriar por nada, ni siquiera por la muerte.
»No olvidéis esto: sembrad vuestra semilla en la tierra de Dios para que vuestra cosecha esté al abrigo de los ladrones y de las calamidades. En cualquier momento el diablo nos amenaza con la pobreza. No le sirvamos de pieza de caza. Por el contrario, démosle caza nosotros, pues no es digno que el halcón del sultán sea cazado por una perdiz».
Pero este sabio sembraba la semilla de la sabiduría en un terreno árido. En las palabras del sabio se encuentran miles de exhortaciones útiles. Pero hace falta oído para oírlas. ¡Quién mejor que los profetas para aconsejar, puesto que sus palabras hacen moverse las montañas!
Las montañas han aprovechado sus consejos, pero muchos hombres les arrojaron piedras. Así es como, hipnotizados por la idea de sacrificar una décima parte de sus ganancias, muchos hombres olvidan el favor divino que obtendrían obrando así.
150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
domingo, 10 de mayo de 2020
LA VISITA DEL MIEDO
Supongamos que, en lo más profundo de tu ser, experimentas dolor, sufrimiento o miedo. Hay quienes albergan, en lo más hondo de su conciencia, una gran cantidad de dolor y sufrimiento, cuya visión directa les resulta insoportable. Por ello, como forma de asegurarse de no recibir la visita de estos visitantes indeseados, se aprestan a atender a otros “huéspedes”, y toman un libro o una revista, encienden la televisión o escuchan música. Con tal de ocupar su atención, hacen cualquier cosa.
Con esa función cumple, precisamente, la represión, algo de lo que nadie está exento. Como tememos que, en el caso de abrir la puerta, hagan acto de presencia el miedo, el sufrimiento y la depresión, nos mantenemos ocupados como sea. Son muchas las cosas a las que apelamos para distraernos de lo que ocurre en nuestro interior, especialmente ver la televisión. En este sentido, la televisión se utiliza como una especie de droga. A veces, cuando el sufrimiento nos resulta insoportable, encendemos la televisión para que llene nuestra sala de imágenes y sonidos que nos hagan olvidar el dolor. Y aunque no nos guste lo que estamos viendo, hay veces en que carecemos del coraje suficiente para apagar el televisor. ¿Y por qué? Porque, aunque lo que veamos no nos interese o nos resulte perturbador, cualquier cosa es mejor que quedarnos a solas con nosotros mismos y conectar con nuestro dolor interior. La distracción es, para muchos de nosotros, una forma habitual de proceder. Pero también hay quienes preferimos vivir en regiones más silenciosas y creemos que, del mismo modo que hay zonas libres de humo y zonas libres de alcohol, también debería haber zonas libres de televisión.
Hay personas que tienen la costumbre de ver la televisión o jugar a videojuegos para aplacar su malestar. Conozco a una familia que cada noche miraba la televisión. Un día compraron en el mercado una estatua del Buda, pero como su casa era muy pequeña y no tenían lugar en donde ponerla, decidieron colocarla sobre el televisor, que les parecía un sitio limpio y apropiado. Un día, poco después de que colocasen la estatua del Buda, fui a visitarles y, al ver la estatua, les dije:
«Queridos amigos, la estatua y el televisor no combinan bien porque pertenecen a mundos muy diferentes. El Buda nos acerca a nosotros, mientras que la televisión, por el contrario, nos aleja de nosotros».
Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet
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