sábado, 14 de septiembre de 2019

TIERRA FIRME


CIEGO


Un día, un hombre fue a visitar a un sheij que era pobre y ciego. Quedó muy asombrado al encontrar en su casa un ejemplar del Corán. Se preguntó:

"Este hombre es ciego y no puede leer. ¿Qué puede hacer con el Corán? Si le hago esta pregunta será una falta de respeto."

Ahora bien, sucedió que el sheij le ofreció hospitalidad para unos días. Una noche, nuestro hombre fue despertado por una voz que recitaba el Corán. Al levantarse, descubrió al ciego, con los ojos en el libro, recitando el Corán. Le dijo:

"¿Cómo consigues leer? Veo tu mirada que se desplaza en cada línea que pasa. ¿Las ves realmente?"

El ciego respondió:

"¡Oh, tú, que ignoras todo del cuerpo! ¿Por qué te extraña que Dios pueda permitir una cosa así? Yo he pedido ayuda a Dios para poder leer el Corán, pues tengo mala memoria. Por eso es por lo que, cada vez que abro el Corán, ¡veo en él!"




150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

viernes, 13 de septiembre de 2019

SENTIR LOS ELOGIOS, SENTIR LA GLORIFICACIÓN


GANADORES Y PERDEDORES


Cuando un ganador comete un error, dice: "Me equivoqué y aprendí la lección". 
Cuando un perdedor comete un error, dice: "No fue mi culpa", y se la atribuye a otros.

Un ganador sabe que el infortunio es el mejor de los maestros. 
Un perdedor se siente víctima de la adversidad.

Un ganador sabe que el resultado de las cosas depende de él. 
Un perdedor cree que la mala suerte existe.

Un ganador trabaja muy fuerte y se permite más tiempo para si mismo. 
Un perdedor está siempre muy ocupado, y no tiene tiempo ni para los suyos.

Un ganador enfrenta los retos uno a uno.
Un perdedor les da vueltas y vueltas y no se atreve a intentarlo.

Un ganador se compromete, da su palabra y la cumple.
Un perdedor hace promesas, no asegura nada y, cuando falla, sólo se justifica.

Un ganador dice: "Soy bueno, pero voy a ser mejor".
Un perdedor dice: "No soy tan malo como mucha otra gente".

Un ganador escucha, comprende y responde. 
Un perdedor sólo espera hasta que le toque su turno para hablar.

Un ganador respeta a los que saben más que él y trata de aprender de ellos.
Un perdedor se resiste ante los que saben más que él y sólo se fija en sus defectos.

Un ganador se siente responsable por algo más que su trabajo.
Un perdedor no se compromete y siempre dice: "Yo sólo hago mi trabajo".

Un ganador dice: "Debe haber una mejor forma de hacerlo". 
Un perdedor dice: "Esta es la manera en que siempre lo hemos hecho".

Un ganador es parte de la solución. Un perdedor es parte del problema.

Un ganador se fija en toda la pared. 
Un perdedor se fija en el ladrillo que le corresponde poner.

Un ganador, como usted, comparte este mensaje con sus amigos. 
Un perdedor, como los otros, se lo guarda para sí mismo.




Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 1a parte
Lopera y Bernal
Fotografía de Internet

RESPONSABILIDAD/JUSTIFICACIÓN


jueves, 12 de septiembre de 2019

SEMILLAS


PISAR TIERRA FIRME


En nuestra vida cotidiana, el miedo nos lleva a perdernos. 

Nuestro cuerpo está aquí, pero nuestra mente está en otra parte. A veces nos zambullimos en un libro y el libro nos aleja de nuestro cuerpo y de la realidad que nos rodea. Apenas apartamos entonces nuestra mirada del libro, nos vemos arrastrados por las preocupaciones y los miedos. Pero rara vez volvemos a nuestra paz interior, a nuestra claridad y a la naturaleza búdica que late en cada uno de nosotros, para permanecer así en contacto con la Madre Tierra. 

Muchas personas viven olvidadas de su cuerpo y en un mundo imaginario. Tienen tantos planes, tantos miedos, tantas inquietudes y tantos sueños que no pueden vivir en su cuerpo. Mientras sigamos atrapados en el miedo y tratando de escapar de él, no podremos advertir la belleza que la Madre Tierra nos brinda. La plena consciencia nos recuerda la necesidad de estar completamente en contacto con nuestra inspiración y completamente en contacto con nuestra espiración. Vuelve a tu cuerpo y permanece en el presente. Mira a tu alrededor y observa el milagro que se despliega ante ti en el momento presente. La Madre Tierra que te sostiene es poderosa y generosa. Tu cuerpo es extraordinario. Cuando practicas y pisas tierra firme, te enfrentas directamente a tus necesidades y estas empiezan a disiparse. 



Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

miércoles, 11 de septiembre de 2019

¿COMETISTE UN ERROR?


SHEIJ


Había una vez un sheij que era el hombre más ilustrado de la tierra. El pueblo lo consideraba como un profeta. Una mañana, su mujer le dijo:

"¡Tu corazón es tan duro como la roca! ¿Forma parte eso de las reglas de la sabiduría? Todos nuestros hijos han muerto y yo, a fuerza de llorar, me he encorvado como un arco. A ti, nadie te ha visto llorar nunca. ¿No hay lugar en tu corazón para la piedad? Nosotros estamos ligados a ti y te servimos día y noche, pero ¿qué podemos esperar de alguien que no conoce la piedad? ¿A qué llaman sheij ? A un anciano de pelo y barba blancos. Sabe que el verdadero sheij no tiene ni siquiera asomo de existencia. El que no tiene pretensión alguna de existencia, sea su pelo negro o blanco, ¡ése es un sheij! ¡No olvides que Jesús habló en su cuna!"

El sheij respondió:

"Te engañas si crees que no existe piedad ni ternura en mi corazón. Siento piedad por los infieles que se exponen al infierno con sus horribles blasfemias. Cuando un perro me muerde, pido a Dios que le conceda un carácter más apacible, pues si mordiese a algún otro, correría el riesgo de ser lapidado."

La mujer replicó:

"Si realmente sientes esa ternura por el universo entero, ¿por qué no hay rastro de lágrimas en tus ojos cuando el destino nos ha quitado a nuestros hijos?"

El sheij respondió:

"Muertos o vivos, nunca desaparecerán de mi corazón. ¿Por qué habría de llorar si los veo sin cesar, ahí, ante nosotros? No se llora a alguien sino cuando uno está separado de él." Otro día, un hombre llamado Behlul preguntó a ese mismo sheij:

"Dime cómo estás. ¿En qué estado te encuentras?"

El respondió:

"Todos los viajeros soportan Su voluntad y los ríos fluyen en el sentido que El les ordena. La vida y la muerte van adonde El quiere. Algunos reciben mensajes de pésame y otros felicitaciones. ¡Nadie puede sonreír si El no ha dado la orden!"

Behlul dijo entonces:

"Es verdad lo que dices y tienes cien mil veces razón. Pero explícame eso algo más claramente para que tanto el ignorante como el sabio puedan aprovechar tu sabiduría. ¡Prepáranos un festín de platos variados para que todos puedan comer lo que les conviene!"

El sheij:

"Todos saben que nada ni nadie puede hacer cosa alguna sin la voluntad de Dios. Ni siquiera la hoja del árbol. Y Sus órdenes son muy numerosas y nadie puede contarlas pues ¿quién podría contar las hojas de un árbol? Lo infinito no puede ser delimitado por las palabras. Los decretos de Dios encuentran aceptación entre Sus criaturas. Cuando la criatura se somete a la voluntad de Dios, la vida y la muerte le parecen iguales. Su vida no está volcada hacia el lucro, sino hacia Dios. Su muerte no es causada por las enfermedades o las pruebas, sino por Dios. Su fe no se dirige a las huríes y al paraíso, sino a Dios.

Renuncia a la blasfemia, no por temor al infierno, sino por temor de Dios. Eso está en su naturaleza. No es algo que haya adquirido por su esfuerzo o por la práctica del ascetismo. Ríe sólo cuando comprueba que Dios la ha aceptado. Para ella, el destino es una golosina. Si un servidor de Dios es de tal naturaleza, ¿porqué habría de decir: "¡Oh, Dios mío! ¡Cambia mi destino!""

Porque sabía que la muerte de sus hijos había sido querida por Dios es por lo que esta muerte le era tan dulce como los kadaifs (pastelería oriental).


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
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