miércoles, 14 de agosto de 2019

LA SERPIENTE-DRAGÓN


Un día, un cazador de serpientes salió de caza a las montañas. Pretendía capturar la mayor de las serpientes. Pues bien, una violenta tempestad de nieve se desencadenó en las alturas.

De pronto, nuestro cazador se quedó al acecho ante una enorme serpiente. Buscaba una serpiente pero acababa de encontrar un dragón. Presa de gran terror al principio, se dio cuenta enseguida de que el monstruo estaba entumecido por el frío. Decidió, pues, llevarlo al pueblo para que la población pudiese admirarlo.

Ya de vuelta en el pueblo, proclamó:

"¡Acabo de capturar un dragón! ¡Me ha dado mucho trabajo, pero, sin embargo, he conseguido matarlo!"

El cazador creía realmente muerta la serpiente, cuando sólo estaba adormecida por el frío. La multitud acudió para admirar el dragón mientras que el cazador contaba las peripecias imaginarias de esta captura.

La gente, llena de curiosidad, no dejaba de agruparse y esperaba que el cazador alzase la manta bajo la cual había disimulado el animal. El cazador, por su parte, esperaba sacar un buen provecho de aquel público, pero el tiempo que pasaba y el calor acabaron por sacar a la serpiente de su sopor...

Cuando la multitud vio que aquella serpiente, supuestamente muerta, aún se movía, huyó gritando de horror. La gente se atropellaba para escapar más aprisa. En cuanto a la serpiente, se tragó de un solo bocado al cazador triturándole los huesos.

Las privaciones transforman a una serpiente en un gusano. La abundancia transforma al mosquito en halcón. ¡Anda! Mejor deja al dragón sepultado en la nieve. No lo expongas al sol. Desconfía del sol del deseo porque puede transformar al búho en halcón.




150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

NO NACIMIENTO/NO MUERTE


martes, 13 de agosto de 2019

EL IDIOTA


Un idiota encontró un día una cola de carnero. Todas las mañanas la utilizaba para engrasarse el bigote.

Después iba a casa de sus amigos y les decía que volvía de una recepción en la que habían festejado y habían comido platos muy suculentos. Su vientre vacío maldecía su bigote, reluciente de grasa.

¡Oh, pobre! ¡Si no fueses tan embustero, quizá te invitaría a comer un hombre generoso!

Un día, mientras el estómago de nuestro idiota se quejaba ante Dios, un gato le robó la cola de carnero.

El hijo del idiota intentó capturar al animal, pero en vano. Por temor a que su padre le regañara, se puso a llorar. Después, fue corriendo al lugar en el que su padre se reunía con sus amigos. Llegó en el mismo instante en que su padre contaba a los demás su imaginaria comida de la víspera. Le dijo:

"¡papá! El gato se ha llevado la cola de carnero con la que te engrasas el bigote todas las mañanas. He intentado perseguirlo, pero no he logrado atraparlo!"

Ante estas palabras, todos sus amigos se echaron a reír y lo invitaron a una comida, muy real esta vez. Y así, nuestro hombre, abandonando sus pretensiones, conoció el placer de ser sincero.



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

RETIRAR LA ATENCIÓN DEL PASADO Y EL FUTURO


sábado, 10 de agosto de 2019

LAS COSAS SON COMO SON


POBRE CHACAL


Un día un chacal cayó en un cacharro de pintura. Cuando se vio con todo el pelaje cubierto de pintura de todos los colores, se dijo:

"¡Soy un pavo real, un elegido entre los animales!"

Y adoptando unos aires llenos de pretensiones, fue a reunirse con los demás chacales. Estos le dijeron:

"¡Oh, pobre chacal! ¿De dónde te vienen esas pretensiones y estas maneras? ¿Estás loco o estás haciéndote el payaso?"

Los que mienten y se suben a la cátedra para hacerse admirar por el pueblo ven un día que su orgullo es objeto de vergüenza. No esperan más que los halagos del pueblo pero su interior es tan engañoso como su apariencia.



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

CAMBIO CONTINUO


viernes, 9 de agosto de 2019

TRANSITORIEDAD


La visión de la permanencia o la inmortalidad está, según la sabiduría budista, equivocada. Todo es fugaz. Todo está cambiando de continuo. Nada puede ser siempre lo mismo. La permanencia, pues, no es la verdadera naturaleza de nada. Pero decir que al morir no queda nada es una visión también equivocada. La inmortalidad y la aniquilación son conceptos opuestos y emparejados. La inmortalidad es una visión equivocada porque hasta el momento no hemos visto nada así. Lo único que hemos visto es transitoriedad y cambio continuo. Pero la aniquilación también es una visión igualmente equivocada. 

Supón que hablamos de la muerte de una nube. Cuando miras al cielo y no ves más tu querida nube, te preguntas: «¿Dónde estás, querida nube? Ya no estás aquí. ¿Podré vivir sin ti?». Luego lloras y piensas que la nube ha pasado de ser a no-ser, de existir a no-existir. 

Pero la verdad es que es imposible que una nube muera. Morir significa que algo que era se convierte súbitamente en nada. Pero ya hemos visto que tal cosa es imposible. Por ello, cuando celebramos el cumpleaños, no deberíamos decir: «Feliz día de tu nacimiento», sino «Feliz día de tu continuación». Tu nacimiento no fue tu comienzo, sino solo tu continuación. Bajo alguna otra forma, tú ya estabas antes aquí. 

Mira esta hoja de papel. Antes de presentarse bajo esta apariencia, la hoja de papel era otra cosa. No vino de la nada, porque nada hay que pueda convertirse súbitamente en algo. Si miras profundamente en la hoja de papel podrás ver en ella los árboles, el suelo, el sol, la lluvia y la nube que los nutrieron, el leñador y hasta la fábrica de papel. Podrás ver la vida anterior de la hoja de papel. De ahí procede. La hoja de papel no acaba de nacer, esa no es más que su manifestación más reciente. Su verdadera naturaleza es el no-nacimiento y la no-muerte. 

Y es imposible, por el mismo motivo, que la hoja de papel muera. Cuando quemas una hoja de papel, se convierte en calor, vapor, humo y cenizas. La hoja de papel sigue viviendo bajo otras formas. Por ello, decir que cuando algo se desintegra deja de existir es una opinión equivocada a la que llamamos visión de la aniquilación. 

Si hemos perdido a un ser querido y estamos llorando su muerte, deberíamos mirar con más detenimiento. De algún modo, la persona perdura y podemos hacer algo para que siga mejor. Todavía vive dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Y del mismo modo en que reconocemos la nube en la taza de té, podemos reconocer a esa persona en formas muy diversas. Cuando bebes plenamente atento una taza de té, te das cuenta de que la nube está aquí, en tu té, muy cerca. 

Jamás has perdido a tus seres queridos. Solo han cambiado de forma. 

Este es el tipo de visión y de intuición que necesitamos para superar el sufrimiento. Creemos haber perdido a la persona para siempre, pero la persona no ha muerto, no ha desaparecido. Continúa en formas muy diversas. Tenemos que desarrollar una observación profunda para advertir su continuación y apoyarla. «Querido, sé que, de un modo muy real, estás aquí. Yo respiro para ti. Te busco a mi alrededor y disfruto, por ti, de la vida. Sé que todavía estás aquí, muy cerca de mí y en mí». De ese modo, transformamos nuestro sufrimiento y nuestro miedo en comprensión despierta y nos sentimos mucho mejor. 

Cuando trascendemos las nociones de nacimiento y muerte, dejamos de vernos controlados por el miedo. Las nociones de ser y no ser pueden provocar mucho miedo. Cuando la nube desaparece del cielo, no pasa de ser a no ser, sino que simplemente prosigue bajo otra forma. La naturaleza de la nube es no nacida y está más allá de la muerte. Esa es la naturaleza de tus seres queridos y esa es también tu naturaleza. 



Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet
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