jueves, 27 de junio de 2019
miércoles, 26 de junio de 2019
LA CORTEZA DE LAS COSAS
Ibrahim Edhem reparaba un desgarrón en su abrigo, sentado a la orilla del mar. Pasó por allí el emir del país, que era un ferviente admirador de este sheij. El emir se puso a pensar:
"He aquí un príncipe que ha abandonado su reino. He aquí un rico que ha abandonado sus bienes. Ahora sufre por su indigencia. ¡Era un sultán y ahora remienda su abrigo, como un pordiosero!"
Ibrahim Edhem había captado estos pensamientos y, de pronto, dejó caer su aguja al mar. Después se puso a gritar:
"¡Oh, vosotros, peces! ¿Sabéis dónde se encuentra mi aguja?"
Al instante aparecieron millares de peces y cada uno de ellos tenía una aguja de oro en su boca y le decía:
"¡Toma tu aguja, oh sheij!"
El sheij se volvió entonces hacia el emir y le dijo:
"¿Qué reino es el mejor? Esto no es sino un signo exterior. Perderías la razón si conocieses la esencia de este reino. De la viña sólo un racimo de uva llega a la ciudad, porque la viña no puede transportarse a ella.
¡Sobre todo si esta viña es el jardín del Amado! Este universo no es más que una corteza."
150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
martes, 25 de junio de 2019
lunes, 24 de junio de 2019
LA CARGA
Un beduino viajaba, montado en un camello cargado de trigo. En el camino encontró a un hombre que le hizo mil preguntas sobre su país y sus bienes. Después le preguntó en qué consistía la carga de su camello.
El beduino mostró los dos sacos que colgaban a una y otra parte de la silla de su montura:
"Este saco está lleno de trigo y este otro de arena."
El hombre preguntó:
"¿Hay alguna razón para cargar así tu camello con arena?"
El beduino:
"No. Es únicamente para equilibrar la carga."
El hombre dijo entonces:
"Hubiese sido preferible repartir el trigo entre los dos sacos. De ese modo, la carga de tu camello habría sido menos pesada.
¡Tienes razón! exclamó el beduino, eres un hombre con una gran agudeza de pensamiento. ¿Cómo es que vas así a pie? Monta en mi camello y dime: siendo tan inteligente ¿no eres un sultán o un visir?
-No soy ni visir ni sultán, dijo el hombre. ¿No has visto mi vestimenta?"
El beduino insistió:
"¿Qué clase de comercio practicas? ¿Dónde está tu almacén? ¿Y tu casa?
-No tengo ni almacén ni casa, replicó el hombre.
-¿Cuántas vacas y camellos posees?
-¡Ni uno solo!
-Entonces ¿cuánto dinero tienes? Porque gozas de una inteligencia tal que podría, como la alquimia, transformar el cobre en oro.
-Por mi honor, ni siquiera tengo un trozo de pan que comer. Voy con los pies descalzos, vestido de harapos, en busca de un poco de comida. Todo lo que sé, toda mi sabiduría y mi conocimiento, ¡todo eso no me trae más que dolores de cabeza!"
El beduino le dijo entonces:
"¡Márchate! ¡Aléjate de mí para que la maldición que te persigue no recaiga sobre mí! Déjame irme por ese lado y toma tú la otra dirección. Más vale equilibrar el trigo con arena que ser tan sabio y tan desventurado. Mi idiotez es sagrada para mí. ¡En mi corazón y en mi alma está la alegría de la certeza!"
150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
domingo, 23 de junio de 2019
EL ARCO
Un guerrero, armado de la cabeza a los pies, dirigía su caballo hacia el bosque. Al verlo llegar, tan altivo, un cazador se asustó. Tomó una flecha y tensó su arco.
Al verlo así, dispuesto a disparar, el caballero le gritó:
"¡Detente! No te fíes de las apariencias. La verdad es que soy muy débil. Cuando llega la hora del combate, estoy más asustado que una vieja."
El cazador le dijo entonces:
"¡Vete! Afortunadamente, me has advertido a tiempo. ¡Si no, habría disparado contra ti!"
Las armas son, para muchos, la causa de la muerte. Puesto que tú eres miedoso, abandona tus flechas y tu espada.
150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
sábado, 22 de junio de 2019
FÉRETRO
Un niño se lamentaba ante el féretro de su padre:
"¡Oh padre mío! ¡En adelante tu sitio estará bajo la tierra! ¡Querido padre! ¡Estás en una morada tan estrecha, tan desprovista de todo! ¡Ni manta, ni cojín, ni jergón! ¡Sin una vela en la noche ni pan durante el día! ¡Sin puerta, sin techo, sin vecinos compasivos! ¡Ni siquiera el olor de una comida! ¡Sólo una morada tan estrecha que cualquiera perdería en ella el color de su tez!"
Entre los asistentes, había un niño, llamado Dyuha. Se volvió hacia su padre y le dijo:
"¡Oh, padre! ¡Tengo la impresión de que lo que describe este niño es nuestra casa
150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
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