miércoles, 15 de mayo de 2019

TAO TE KING: PRINCIPIO 52


El origen del universo
es la Madre del mundo.

Quien encuentra a la Madre
para conocer a los hijos,
quien, al conocer a los hijos,
retorna a la Madre,
nunca correrá peligro.

Quien cierra la boca
y obstruye sus puertas,
nunca sufrirá penas.

Quien abre la boca
y se empeña en arreglar sus asuntos,
no tendrá remedio.

Ser lúcido es ver lo ínfimo.
Conservar la sabiduría es ser fuerte.

Si uno usa su luz para regresar a la claridad,
no corre ningún peligro.

A esto se le llama el manto de la eternidad.



Extracto del libro:
Lao-Tsé
Tao Te King
Fotografía tomada de internet

CONQUISTANDO EL ESPACIO EXTERIOR


martes, 14 de mayo de 2019

EL VIEJO MÚSICO


En tiempos del califa Omar, había un viejo músico que amenizaba las reuniones de hombres de buen gusto. Con su hermosa voz, incluso al ruiseñor embriagaba.

Pero pasaba el tiempo y el halcón de su alma se transformaba en mosquito. Su espalda se curvaba como la pared de una cántara. Su voz, que en otros tiempos acariciaba las almas, empezaba a arañarlas y a aburrir a todo el mundo. ¿Hay en esta tierra alguna mujer hermosa que no haya sufrido al deteriorarse su belleza? ¿Hay algún techo que no haya terminado por venirse abajo? Así cayó nuestro hombre en la penuria y hasta el pan llegó a faltarle. Un día, dijo:

"¡Oh, Señor! Me has concedido una larga vida y me has colmado de tus favores. Durante setenta años, no he dejado de rebelarme contra ti, pero tú siempre me has ofrecido con qué subsistir. Hoy, ya no gano nada y soy huésped tuyo. Por tanto, cantaré y lloraré por ti."

Tomó el camino del cementerio. Allí tocó el laúd y cantó, vertiendo amargas lágrimas. Luego, el sueño se apoderó de él y, tomando su instrumento como almohada, se durmió. Su cuerpo quedó liberado de las vicisitudes de este mundo. Era tan feliz en su sueño que se decía:

"¡Ah! ¡Si pudiera quedarme aquí eternamente!"

Pues bien, en aquel mismo instante, el sueño se apoderó también de Omar, el califa del Islam, que se dijo:

"No es desde luego hora de dormir, pero acaso haya una razón para esto."

Entonces, una voz de lo Desconocido se dirigió a él y le dijo:

"¡Oh, Omar! ¡Ve a socorrer a uno de mis servidores! Ese pobre está en este momento en el cementerio.

Ve a darle setecientos dinares. Y dile que recobre el reposo del corazón. Ruégale que acepte esta suma y que vuelva a verte cuando se haya agotado."

Al despertar, Omar puso la suma indicada en una bolsa y se trasladó al cementerio. Al no encontrar allí sino a un anciano dormido, se dijo:

"Dios me ha hablado de un hombre puro, de un elegido. No puede ser este viejo músico."

Y como un león cazando, dio varias veces la vuelta al cementerio. Viendo que no había nadie, aparte el anciano, se dijo:

"Hay corazones iluminados en los más olvidados rincones."

Se acercó al músico y tosió para despertarlo.

El músico, al ver ante él al califa del Islam, quedó atemorizado y se puso a temblar pero Omar le dijo:

"¡Oh, anciano! No tengas miedo. Te traigo una buena noticia de parte de Dios. El te ha considerado digno de sus favores. Aquí hay algún dinero. Gástalo y vuelve a verme."

A estas palabras, el anciano se puso a llorar y, tirando su instrumento al suelo, lo rompió diciendo:

"¡Tú eras el velo entre Dios y yo!"

Omar le dijo:

"Son tus lágrimas las que te han despertado. Es bueno recordar el pasado. Pero para ti, en adelante, el pasado y el futuro son velos. Tú te has arrepentido de tu pasado y debes ahora arrepentirte de tu arrepentimiento."



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

POSESIONES Y VALORES


lunes, 13 de mayo de 2019

LA JAULA


Un comerciante poseía un loro lleno de cualidades. Un día decidió viajar a la India y preguntó a todos qué regalo querían que les trajese del viaje. Cuando hizo esta pregunta al loro, éste respondió:
"En la India hay muchos loros. Ve a verlos por mí. Descríbeles mi situación, esta jaula. Diles: "Mi loro piensa en vosotros, lleno de nostalgia. Os saluda. ¿Es justo que él esté prisionero mientras que vosotros voláis en este jardín de rosas? Os pide que penséis en él cuando revoloteáis, alegres, entre las flores"."
Al llegar a la India, el comerciante fue a un lugar en el que había loros. Pero, cuando les transmitía los saludos de su propio loro, uno de los pájaros cayó a tierra, sin vida. El comerciante quedó muy asombrado y se dijo:
"Esto es muy extraño. He causado la muerte de un loro. No habría debido transmitir este mensaje."
Después, cuando hubo terminado sus compras, volvió a su casa, con el corazón lleno de alegría. 

Distribuyó los regalos prometidos a sus servidores y a sus mujeres. El loro le pidió:
"Cuéntame lo que has visto para que yo también me alegre."
A estas palabras, el comerciante se puso a lamentarse y a expresar su pena.
"Dime lo que ha pasado, insistió el ave. ¿Cuál es la causa de tu pesar?"

El comerciante respondió:
"Cuando transmití tus palabras a tus amigos, uno de ellos cayó al suelo, sin vida. Por eso estoy triste."
En aquel instante, el loro del comerciante cayó inanimado, también él, en su jaula. El comerciante, lleno de tristeza, exclamó:
"¡Oh, loro mío de suave lenguaje! ¡Oh, amigo mío! ¿Qué ha sucedido? Eras un ave tal que ni Salomón había conocido nunca una semejante. ¡He perdido mi tesoro!"

Tras un largo llanto, el comerciante abrió la jaula y lanzó al loro por la ventana. Inmediatamente, éste salió volando y fue a posarse en la rama de un árbol. El comerciante, aún más asombrado, le dijo:
"¡Explícame lo que pasa!"

El loro respondió:
"Ese loro que viste en la India me ha explicado el medio de salir de la prisión. Con su ejemplo me ha dado un consejo. Ha querido decirme: "Estás prisionero porque hablas. Hazte, pues, el muerto" ¡Adiós, oh amo mío! Ahora me voy. También tú, un día, llegarás a tu patria."

El comerciante le dijo:
"¡Dios te salve! También tú me has guiado. Esta aventura me basta pues mi espíritu y mi alma han sacado partido de estos acontecimientos."




150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

ALGO SOBRE LA VIDA


domingo, 12 de mayo de 2019

LAS AVES


El profeta Salomón tenía como servidoras a todas las aves. Como entendía su lenguaje, se habían hecho buenos amigos. Existen así Indios y Turcos que se hacen buenos amigos, aunque hablen lenguas diferentes. También existen Turcos que hablan la misma lengua y llegan a ser extraños entre sí. La que importa es la lengua del corazón y más vale ponerse de acuerdo por esa lengua que por la palabra.

Así, pues, todás las aves se pusieron un día a enumerar sus virtudes y su ciencia ante el profeta. No actuaban así por presunción, sino sólo para presentarse a él pues un servidor hace valer ante su amo las cualidades que puede poner a su servicio. Cuando un esclavo está descontento de su comprador, finge estar enfermo.

Al llegar el turno a la abubilla se presentó ella en estos términos:

"Yo, mirando desde lo alto del cielo, puedo adivinar la situación de los arroyos subterráneos. Puedo precisar el color de esta agua y la importancia de su caudal. Tal facultad puede ser preciosa para tu ejército. ¡Oh, sultán, concédeme tus favores!" Salomón dijo entonces:
"¡Oh, amiga! Es cierto que el agua es importante para mis soldados. ¡Quedarás, pues, encargada de proveer de agua a mi ejército!"

El cuervo, que estaba celoso de la abubilla, tomó entonces la palabra:
"¡Es vergonzoso sostener semejante extravagancia ante el sultán! Si la abubilla tuviese realmente el don que pretende tener, vería entonces las trampas que los hombres le tienden en el suelo.
Pero no sucede eso y más de una abubilla ha ido a parar a las jaulas que los hombres fabrican para ellas."
Salomón se volvió hacia la abubilla:
"Es verdad, ¡oh, abubilla! Estas palabras pueden aplicársete. ¿Por qué te atreves a mentir en mi presencia?"
La abubilla respondió:
"¡Oh, sultán! ¡No me avergüences! No escuches las palabras de mis enemigos. Si he mentido, córtame entonces la cabeza con tu espada. El cuervo es el que niega el destino. Cuando las circunstancias no enturbian el ojo de mi inteligencia, veo muy bien las trampas que se me tienden. Pero, a veces, algún incidente viene a adormecer la ciencia y la inteligencia. Oscurece incluso el sol y la luna."



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

RAZONAMIENTOS BASADOS EN CONDICIONAMIENTOS


sábado, 11 de mayo de 2019

NIJINSKY


Nijinski, uno de los bailarines más importantes del mundo, de la historia del baile... En mi opinión, es el mejor bailarín que ha dado la humanidad. Era un auténtico milagro de la danza. De vez en cuando daba un salto tan prodigioso que desafiaba las leyes de la gravedad; era imposible, científicamente imposible. Semejante salto, tan enorme, era absolutamente imposible según las leyes de la gravedad. Ni los atletas que compiten en la prueba de salto de longitud de los Juegos Olímpicos pueden compararse con Nijinski cuando daba esos saltos. Y era aún más milagroso cómo descendía: volvía al suelo como una pluma, lentamente. Eso contradecía aún más las leyes de la gravedad, porque con la gravedad el peso de un cuerpo humano cae de repente, rápidamente. Lo normal es caer de golpe, incluso fracturarte algún hueso. Pero él descendía como cae una hoja muerta de un árbol: lenta, perezosamente, sin prisas, porque no hay ningún sitio al que llegar. O mejor dicho, como una pluma, porque una hoja cae un poco más rápido. Una pluma de ave es ligera, muy ligera: simplemente baila. Así bajaba hasta el suelo Nijinski. Cuando tocaba el escenario con los pies no se oía ni un ruido.

Le preguntaron una y otra vez: «¿Cómo lo hace?». Y él respondía: «No lo hago yo. He intentado hacerlo, pero siempre que lo intentaba no salía. Cuanto más lo intentaba, más me daba cuenta de que no era algo que yo pudiera controlar. Poco a poco fui dándome cuenta de que ocurre cuando no lo intento, cuando ni siquiera estoy pensando en ello. Cuando ni siquiera estoy allí, de repente me doy cuenta de que allí está, de que está ocurriendo. Y cuando me pongo a pensar en cómo ha ocurrido, ya no está allí, ya se ha ido, y estoy otra vez en el suelo».

Este hombre sabe que no se puede buscar la felicidad. Si Nijinski hubiera formado parte de la comisión encargada de redactar la Constitución estadounidense, se habría opuesto a esa palabra y habría dicho que «búsqueda» era un despropósito. Habría que decir que la felicidad es un derecho inalienable, pero no su búsqueda. No es como el cazador que va en busca de su presa. Entonces te pasarías la vida corriendo, persiguiendo sombras, sin llegar jamás a ninguna parte. Se te pasará la vida y la habrás desperdiciado por completo.

Pero la mente estadounidense tiene esa idea, y «buscan» en todas las esferas: la política, la economía, la religión. Los estadounidenses no paran, siempre van corriendo, y muy rápido, porque, ya que tienes que ir, ¿por qué no hacerlo rápido? Y no hay que preguntar adonde vas, porque nadie lo sabe. Hay algo seguro: que van a toda velocidad, a toda la velocidad que pueden mantener, que pueden adquirir. ¿Qué más hace falta? Vas, vas a toda velocidad. Estás ejerciendo tu derecho inalienable. 

Así se pasa de una mujer a otra y a otra, de un hombre a otro y a otro, de un negocio a otro, de un trabajo a otro..., todo en busca de la felicidad. Y curiosamente, siempre se tiene la impresión de que la felicidad está ahí mismo y de que hay otro disfrutando de ella, de modo que tú te pones a buscarla. Cuando llegas a donde crees que vas a encontrarla, no está allí.

Nadie está contento con su suerte; la del vecino es mejor. Pero no te metas en casa del vecino para comprobarlo, ¡Disfruta de lo que tienes! Si tu vecino tiene más suerte que tú, disfrútalo. ¿Por qué destruir las cosas pasando a casa de tu vecino para descubrir que tiene peor suerte que tú? 

Pero la gente corre detrás de todo, pensando que a lo mejor así conseguirán lo que se han perdido.




Bibliografía: 
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet
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