viernes, 26 de abril de 2019
jueves, 25 de abril de 2019
ESCASOS MOMENTOS DE FELICIDAD
La búsqueda de la felicidad es algo imposible. Si examinas tu propia experiencia encontrarás muy escasos momentos de felicidad: quizás en una vida de setenta años hayas vivido siete momentos que pueden considerarse felices. Pero si has tenido incluso un solo momento de felicidad, hay una cosa cierta, sin excepciones: que surgió cuando no la estabas buscando.
Intenta encontrar la felicidad, pero ten por seguro que no lo lograrás.
No estoy de acuerdo con Jesucristo en muchos puntos, incluso en puntos que parecen muy inocentes, aunque pueda parecer cruel.
Jesucristo dice: «Busca, y hallarás. Pide, y te será dado. Llama, y se te abrirán las puertas». No estoy de acuerdo.
Desde luego, los imbéciles que redactaron la Constitución de Estados Unidos estaban influidos por Jesucristo; eran todos cristianos. Cuando hablan de «la búsqueda de la felicidad», debían de tener en mente, consciente o inconscientemente, las palabras de Jesucristo: «Busca y hallarás». Pero yo os digo: busca, y ten por seguro que nunca encontrarás. No busques, y ahí lo tienes.
Deja de buscar, y lo habrás encontrado, porque buscar supone un esfuerzo de la mente, y no buscar significa un estado de relajación. Y la felicidad sólo es posible cuando estás relajado.
El que busca no está relajado. ¿Cómo va a estarlo? No puede permitírselo. Te sorprenderás si miras por el mundo: encontrarás personas más satisfechas incluso en países muy pobres. Sí, incluso en Etiopía, donde se mueren de hambre, encontrarás a personas que se están muriendo, pero sin sufrimiento ni angustia. En Estados Unidos encontrarás el mayor número de personas infelices. Es extraño. En Estados Unidos, la búsqueda de la felicidad es un derecho inalienable, algo que no se menciona en la Constitución de ningún otro país del mundo.
La Constitución estadounidense es una verdadera locura. «¿Búsqueda de la felicidad?» Nadie lo ha logrado jamás, y los que lo han intentado han llevado una vida desdichada e infeliz.
Bibliografía:
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet
miércoles, 24 de abril de 2019
LOS EXCREMENTOS
Un día, un hombre cayó desvanecido en medio del mercado de perfumes. Ya no tenía fuerza en las piernas. Le daba vueltas la cabeza, por lo molesto que se sentía a causa del incienso quemado por los comerciantes.
La gente se reunió a su alrededor para ayudarle. Algunos le frotaban el pecho y otros los brazos. Otros incluso le vertían agua de rosas en el rostro, ignorando que aquella misma agua era la que lo había puesto en ese estado.
Otros intentaban quitarle sus vestiduras para permitirle respirar. Otros le tomaban el pulso. Los había que diagnosticaban un abuso de bebida, otros un abuso de hachís. Nadie, en definitiva, encontró el remedio.
Pues bien, el hermano de este hombre era curtidor. Tan pronto como supo lo qué sucedía a su hermano, corrió al mercado, recogiendo en su camino todos los excrementos de perro que pudo encontrar. Llegado al lugar del drama, apartó a la multitud diciendo: "¡Yo conozco la causa de su mal!"
La causa de todas las enfermedades es la ruptura de los hábitos. Y el remedio consiste en recobrar esas costumbres. Por eso existe el versículo que dice: "¡La suciedad ha sido creada para los sucios!"
Así pues, el curtidor, ocultando bien su medicamento, llegó hasta su hermano e, inclinándose hacia él como para decirle un secreto al oído, le puso la mano en la nariz. Al respirar el olor de esta mano, el hombre recobró enseguida el conocimiento y las gentes alrededor, sospechando algún truco de magia, se dijeron: "Este hombre tiene un aliento poderoso, pues ha logrado despertar a un muerto."
Ya ves. Toda persona que no se convenza por el almizcle de estos consejos se convencerá ciertamente por los malos olores. Un gusano nacido en los excrementos no cambiará de naturaleza al caer en el ámbar.
150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
martes, 23 de abril de 2019
LA CALDERA DE ESTE MUNDO
Los deseos de este mundo son como una caldera y los temores de aquí abajo son como un baño. Los hombres piadosos viven por encima de la caldera en la indigencia y en la alegría. Los ricos son los que aportan excrementos para alimentar el fuego de la caldera, de modo que el baño esté bien caliente. Dios les ha dado la avidez.
Pero abandona tú la caldera y entra en el baño. Se reconoce a los del baño por su cara, que es pura. Pero el polvo, el humo y la suciedad son los signos de los que prefieren la caldera.
Si allí no ves suficientemente bien como para reconocerlos por su rostro, reconócelos por el olor. Los que trabajan en la caldera se dicen: "Hoy, he traído veinte sacos de boñiga de vaca para alimentar la caldera."
Estos excrementos alimentan un fuego destinado al hombre puro y el oro es como esos excrementos.
El que pasa su vida en la caldera no conoce el olor del almizcle. Y si, por azar, lo percibe, se pone enfermo.
150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
lunes, 22 de abril de 2019
LA INCITADORA
Un día, un sufí volvió a su casa de improviso. Ahora bien, su mujer recibía a un extranjero, procurando incitarlo.
El sufí llamó a la puerta. No era su costumbre abandonar la tienda y regresar tan pronto a la casa, pero, dominado por un presentimiento, había decidido regresar ese día por sorpresa. La mujer por su parte, estaba muy segura de que su marido no volvería tan pronto. Dios pone un velo sobre tus pecados para que un día te avergüences de ellos. Pero ¿quién puede decir hasta cuándo dura este privilegio? En la morada del sufí no había escondrijo alguno ni otra salida que la puerta principal. Ni siquiera había una manta bajo la cual habría podido ocultarse el extranjero. Como último recurso, la mujer vistió al extranjero con un velo para disfrazarlo de mujer. Después abrió la puerta.
El extranjero con su disfraz parecía un camello en una escalera. El sufí preguntó a su mujer: "¿Quién es esta persona con la cara velada?"
La mujer respondió:
"Es una mujer conocida en la ciudad por su piedad y su riqueza."
"¿Hay algún favor que podamos hacerle?" -preguntó el sufí.
La mujer dijo:
"Quiere emparentar con nosotros. Tiene un carácter noble y puro. Venía a ver a nuestra hija, que, desgraciadamente, está en la escuela. Pero esta señora me lo ha dicho: "¡Sea o no hermosa, quiero tenerla como nuera!" pues tiene un hijo incomparable por su belleza, su inteligencia y su carácter."
El sufí dijo entonces:
"Somos gente pobre y esta mujer es rica. Semejante matrimonio sería como una puerta hecha mitad de madera y mitad de marfil. Ahora bien, un vestido hecho a medias de seda y de paño avergüenza a quien lo lleva."
"Es justamente lo que acabo de explicarle -dijo la mujer- pero me ha respondido que no le interesan los bienes ni la nobleza. No ambiciona acumular bienes en este bajo mundo. ¡Todo lo que desea es tratar con gente honrada!"
El sufí invocó otros argumentos, pero su mujer afirmó haberlos expuesto ya a su visitante. A creerla, aquella señora no tomaba en cuenta su pobreza, aunque ésta fuese extremada. Finalmente, dijo a su marido:
"Lo que busca en nosotros es la honradez."
El sufí añadió:
"¿No ve nuestra casa, tan pequeña que no podría esconderse en ella ni una aguja? En cuanto a nuestra dignidad y nuestra honradez, es imposible ocultarlas pues todo el mundo está al corriente. ¡Tiene, pues, que suponer que nuestra hija no tiene dote!"
Te cuento esta historia para que dejes de argumentar. Pues nosotros conocemos tus vergonzosas actividades. Tu creencia y tu fe se parecen, hasta confundir a cualquiera, a los discursos de esta mujer.
Eres un mentiroso y un traidor como la mujer de este sufí. Te avergüenzas incluso ante gente que no tiene rostro limpio. ¿Porqué no habrías de avergonzarte, por una vez, ante Dios?
150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
domingo, 21 de abril de 2019
ABANDONAR LA CÓLERA
Un día, alguien preguntó a Jesús:
"¡Oh, profeta! ¿Cuál es la cosa más terrible en este mundo?"
Jesús respondió:
"¡La cólera de Dios, pues incluso el infierno teme esta cólera!"
El que había hecho la pregunta dijo entonces: "¿Existe algún medio para evitar la cólera de Dios?"
Jesús respondió: "¡Sí! ¡Hay que abandonar la propia cólera! Pues los hombres malvados son como pozos de cólera. Así es como se convierten en dragones salvajes."
Es imposible que este mundo ignore los atributos contrarios. Lo importante es protegerse de las desviaciones. En este mundo, la orina existe. Y la orina no podrá convertirse en agua pura sin cambiar de atributos.
150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
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