martes, 12 de febrero de 2019

1.- EL HOMBRE APEGADO-INMADURO


Aunque hay muchísimos estilos afectivos masculinos, y aunque algunos pueden llegar a superponerse para crear subtipos, señalaré los que considero más importantes frente al impedimento que genera la oposición a lo femenino.

1.- EL HOMBRE APEGADO-INMADURO

Este hombre no ha logrado desarrollar su virilidad. Es un varón altamente dependiente y todavía agarrado al cordón umbilical. Quedó apresado en la relación maternal y no logra separarse del vínculo y traspasar la frontera de la autonomía. Por lo general, es el típico hombre incompleto, débil, aniñado y posiblemente afeminado. El rasgo principal está en el apego y en el miedo a ser varón. Asumir su identidad masculina le produce pánico, porque deberá alejarse de sus señales de seguridad. Este tipo de hombre no sabe ni puede amar, porque está demasiado concentrado en sí mismo, en sobrevivir y en ser amado. Es un narcisista egocéntrico, pero no por convencimiento sino por inmadurez afectiva. Al resolver el conflicto a favor de la madre, el estancamiento le impide el desarrollo de una identificación normal con su rol masculino. Lo que verdaderamente necesita es una nodriza, alguien que se haga cargo de él y lo asista.

Un hombre así, es un niño grande que se niega a crecer, un Pantagruel afectivo que ya no puede desarrollarse en ningún sentido: ni para afuera, ni para adentro.

Cuando el hombre apegado-inmaduro siente que el sustento afectivo se debilita, es decir, cuando prevé el distanciamiento, entonces activa la estrategia retentiva del niño, la cual consiste en agarrarse desesperadamente de la mamá como si se tratara de una prolongación de su ser: "¡Mi mamá es mía!", "¡Váyase!","¡No la toque!". En estos hombres empieza a funcionar una forma especial de celos cuando sienten, real o imaginariamente, que están perdiendo la seguridad que les brinda su pareja. Entonces persiguen, vigilan, recogen pistas, registran, se ofenden, agreden y/o alejan a todo ser que pueda robarles o distraer la atención de la mamá-mujer. Este tipo de celos es la manifestación más primaria del apego. La posesión se convierte aquí en la manera de apoderarse a la fuerza de la fuente de seguridad, y de garantizar el suministro necesario de confianza para seguir sobreviviendo en el regazo materno.

La motivación básica del celoso-apegado-inmaduro no es rescatar el ego lastimado (como el machista), ni defenderse del engaño (como el paranoide), sino evitar enfrentar la realidad de la propia identificación.

Cuando la cosa se pone grave, estamos ante la tristemente célebre celotipia, una enfermedad que requiere de ayuda profesional.

Si su pareja es extremadamente maternal, la combinación es mortal e incestuosa, aunque compatible. Algunas mujeres, encartadas con este tipo de relaciones, crean un cierto reto personal, y movidas por un optimismo francamente desbordante, intentan enseñarle al grandulón a ser adulto, es decir, a ser varón: otra vez lo maternal. Esta noble cruzada termina, evidentemente, coartando aún más la poca autonomía masculina que puede haber existido, y agregando más dependencia a la relación. El peligro radica en que el apego, aunque no lo parezca, es contagioso. Entonces el resultado suele ser un doble apego, simbiótico, fuera de lugar y a destiempo. Ella adopta al bebé.



Extracto tomado del libro:
Intimidades masculinas
Walter Riso
Imágenes tomadas de internet

MENDIGOS


lunes, 11 de febrero de 2019

SIN ADHERENCIA


Si usted ve las cosas con verdadera lucidez, entonces no hay adherencia en su relación con ellas. Vienen – agradables y desagradables –, usted las ve, y no hay apego. Llegan y pasan. Aún si aparecen las peores clases de impurezas, tales como la codicia y la ira, hay suficiente sabiduría como para ver su naturaleza impermanente y tan sólo dejar que se desvanezcan. Sin embargo, si usted reacciona frente a ellas, con gusto o aversión, no hay sabiduría. Sólo está creando más sufrimiento para usted mismo.



Extracto del libro:
No Ajahn Chah
Reflexiones
Fotografía de Internet

SENTIRSE A GUSTO CONSIGO MISMO


domingo, 10 de febrero de 2019

EL YOGUI TÁNTRICO


Era un yogui abstinente que había aprendido a canalizar todas sus energías sexuales hacia el desarrollo espiritual. Vivía en una casita a las afueras del pueblo y era frecuentemente requerido por devotos que le reclamaban instrucción mística. Cierto día, un grupo de buscadores lo visitaron y le expusieron la siguiente cuestión: 

--Maestro, nos preguntamos cómo puedes asumir tan fácilmente tu soledad, cómo no echas de menos a una mujer que te acompañe y te sirva de apoyo y consuelo. 

--Nunca estoy solo, os lo aseguro -repuso el yogui-. Yo soy hombre y mujer. He logrado unificar en mí ambas polaridades y jamás podré ya sentirme solo. Me siento pleno y siempre acompañado. Cuando, por ejemplo, barro mi casa o tiendo mi lienzo, soy mujer; pero cuando cargo grandes pesos o corto leña, soy hombre. Según la tarea que lleve a cabo, me siento hombre o mujer, pero en verdad no soy ni lo uno ni lo otro, porque soy ambos a la vez. 

***

El Maestro dice: Para el ser realizado, sólo hay una energía, y es la de la Mente Universal. 


Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
Fotografía de Internet

LA ETERNIDAD


viernes, 8 de febrero de 2019

OBJETIVOS SOBRE LA VIDA


RELACIONARSE CONSIGO MISMO


¿No es verdad que se necesita tener una buena relación consigo mismo y amarse a sí mismo antes de tener una relación plena con otra persona? 

Eckhart Tolle:

Si usted no puede estar a gusto consigo mismo cuando está solo, buscará una relación para ocultar su desasosiego. Puede estar seguro de que este reaparecerá en cualquier otra forma en la relación y usted probablemente responsabilizará a su pareja por ello. 

Todo lo que usted necesita hacer es aceptar este momento plenamente. Entonces usted se sentirá tranquilo en el aquí y ahora y consigo mismo. 

¿Pero necesita tener una relación consigo mismo para algo? Por qué no puede sencillamente ser usted mismo? Cuando usted tiene una relación consigo mismo se ha partido en dos: "yo" y "mí mismo", sujeto y objeto. Esta dualidad creada por la mente es la causa radical de toda la complejidad innecesaria, de todos los problemas y conflictos de su vida. En el estado de iluminación usted es usted mismo, usted y usted mismo se hacen uno. Usted no se juzga, no siente pena por usted mismo, no está orgulloso de sí mismo, no se ama a si mismo, no se odia a sí mismo... La ruptura causada por la conciencia auto-­reflejada se cura, su maldición desaparece. No hay "uno mismo" que usted necesite proteger, defender o alimentar más. Cuando usted está iluminado, hay una relación que ya no tiene, la relación consigo mismo. Una vez que haya renunciado a eso, todas las demás serán relaciones de amor. 


Del libro:
El Poder del Ahora
Eckhart Tolle
Imagen tomada del internet
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